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Celebra la comunidad circense de Acapulco el Día Mundial de los Malabares

*Unos 20 jóvenes que desde hace algunos años conforman una especie de tribu urbana, ayer llevaron a cabo una convivencia a la que llamaron Primer Festival de Malabarismo en el Parque de la Reina

Óscar Ricardo Muñoz Cano

Una superficie plana, estable, un juego de clavas (pinos), algunos aros, monociclos y muchas ganas, es todo lo que se necesita para celebrar el Día Mundial de los Malabares, aseguró Rey Robin Vázquez , director del grupo de teatro De subida y que desde hace años se dedica a esta rama de la actividad circense de manera independiente.
Junto con un grupo de unos 20 jóvenes, con los que desde hace algunos años ya conforman una especie de tribu urbana, ayer llevaron a cabo una convivencia a la que llamaron Primer Festival de Malabarismo en el Parque de la Reina y si bien, la gente no fue mucha, “fue un pretexto para reunirnos, compartir nuestras experiencias y aprender nuevos trucos”.
Robin, al igual que varios, se dedica a esta actividad desde hace mucho tiempo, y explicó que “el Día del Malabarismo es en sí el 17 de junio pero se celebra el sábado siguiente a la fecha, el más pegado”.
Realmente es una comunidad circense acapulqueña nueva, dijo, “pero el circo acá en Acapulco se está poniendo de moda, tiene como unos dos años por mucho tres, que hay gente que le gusta esto; (antes) eramos como unos cinco y ahorita míranos, somos una comunidad como de 40 aunque no todos vinieron, y aprendemos y trabajamos de manera independiente, con nuestros propios recursos”.
Poco después de las 6 de la tarde, iniciaron formalmente sus actividades; lo mismo ejecutaron algo de malabarismo con clavas, pelotas, aros, ula-ula, que rodaron sobre el parque sobre monociclos o caminaron sobre una cuerda floja que colocaron entre los árboles.
Acciones acertadas y otras fallidas, unas más vistosas que peligrosas fue lo que el publicó que por la tarde caminaba por el parque pudo disfrutar.
“Los jóvenes estamos buscando alternativas creativas”, añadió Robin, “nos estamos  dando cuenta de que hay más allá de las artes que normalmente conocemos y a demás, hay un intercambio cultural, por ejemplo hay mucho turista de fuera que viene y realiza este tipo de actividades”, pero lamentó que en el puerto no hay espacios para desarrollar esta actividad, misma que reveló, se aprende en las calles.
En ese sentido, otro de los jóvenes, Aduir Aguilar dio a conocer que se trabaja con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) para tener la posibilidad de un curso en julio en Acapulco, no obstante aún no pudo definir si esto será posible o no.
Mientras tanto, para Hugo Eliot, otro malabarista que trabaja con el fuego, sí se puede vivir del malabar.
“Empecé hace 8 años, con mi hermano; conocí banda malabarista en Acapulco y me dio por viajar a lugares como la ciudad de México, Cancún o Playa del Carmen, donde hay más apertura a este tipo, donde hay trabajo y muy bien pagado”.
Poco antes de que oscureciera y con la asistencia de más jóvenes, el Primer Festival de Malabarismo concluyó en medio de un ambiente de hermandad y no sin antes tomarse la foto que en todo el mundo se acostumbra en el Día Mundial de los Malabares: lanzando al aire sus instrumentos de trabajo.

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