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Participan cuatro entidades en clausura de la Fiesta de Todos los Santos en Sinfonía del Mar

Karla Galarce Sosa

Estado de México, Tlaxcala, Morelos y Puebla participaron en el segundo día de actividades de la Fiesta de Todos Los Santos que concluyó ayer en el auditorio al aire libre de Sinfonía del Mar, y que incluyó la exhibición de las danzas tradicionales de los diablos de la Costa Chica y los sones de Artesa de San Nicolás Tolentino, ante una escasa audiencia.
El martes por la noche, el huapango, la música ranchera, las cumbias, el blues y el rock fueron fusionados por la agrupación poblana Rockercoátl, que presentó el material de su tercer disco denominado Mochipa Forever y mostraron el espectáculo multidisciplinario con danzas prehispánicas y contemporáneas.
El cierre de la jornada de presentación de los creadores e intérpretes de esa tarde estuvo a cargo de la agrupación rockera que, sin faltar el respeto a los dioses, tres danzantes abrieron el círculo para ofrecer su ofrenda a la muerte.
Déjame fue el título de la primera canción que fue recreada por el movimiento de los cuerpos de un par de bailarines de danza contemporánea, quienes elevaron al unísono sus brazos, piernas y contaron con sus cuerpos la historia.
La melodía, llevó a los asistentes del rock a la cumbia y del náhuatl al castellano, pues el vocalista, Juan Mabnuel Sánchez Martínez, Pequeño gigante interpretó cada pieza en ambas lenguas.
“Quiero que muramos todas las mañanas y resucitemos juntos siempre”, fue la frase en castellano que abrió la siguiente melodía.
Un ángel nocturno apareció en el escenario de Sinfonía del mar, mientras otros dos danzantes, caracterizados como espíritus, descendieron de entre las escaleras acechando al público para después unirse a un tercer participante caracterizado en una fusión de ángel negro y Belcebú con cuernos de cabra.
“Que no acabe nunca este canto”, anunciaba la participación del cantante que hizo su entrada vestido como un mariachi e hizo sonar las guitarras, baterías y el bajo a ritmo de rock pesado.
Largas cabelleras blancas, cuerpos pintados de negro, atuendos prehispánicos y los tiernos movimientos de una pequeña bailarina vestida de mariachi acompañaron la interpretación del cantante que alcanzaba falcetes al tono de mariachi.
Texcat, son jalisciense fue la siguiente pieza cuyo significado, explicó el intérprete significa “espejo interno”, lucha interna de cada ser humano.
Escapa de ti, fue el título de la última pieza que tocaron los músicos ante los asistentes, en la cual participaron los danzantes. El vocalista, mientras rockeaba danzaba prehispánico y portaba un tocado de pequeñas plumas obscuras y una calavera al centro de éste. “Este proyecto es para no dejar perder la lengua de nuestros pueblos originarios”, explicó.
El mestizaje cerró la danza, la música y los sudores. El vocalista se persignó, besó la cruz que formó con sus dedos y se despidió.
Mientras, el trío de danzantes cerraron el círculo energético con las caracolas, las plumas y el fuego.
Antes, al ritmo de la jarana, los narradores del Estado de México contaron historias “Nuestros muertos si cuentan” e hicieron referencia a la tradición oral como un mecanismo de preservación de la cultura antigua de los pueblos.
Los miembros de la agrupación contaron la historia de Jacinto el sastre, que tejió un traje para la muerte. “La gente muere cuando dejamos de pensar en ellos”. Cerraron su participación entre bailes en andando con una calavera entre el público.
La agrupación de músicos Salterios, provenientes de Tlaxcala interpretaron Tierra Mestiza y Carnavalito, sones, y cerraron su participación con la melodía Por los caminos del Sur.
El Mariachi juvenil, provenientes de Tetelzingo, Morelos cantaron durante poco más de media hora El son de la negra, pieza con la que comenzaron su participación. Le siguieron El Sinaloense, el gavilancillo, cien años, tatuajes, Mujeres divinas y Urge.

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