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Humberto Musacchio

Hay que amarrarle las garras al PRI

Llegó a su término una fatigosa campaña electoral en la que abundaron las promesas, las consignas y las acusaciones, aunque en medio de la barahúnda resulte difícil recordar las propuestas de uno u otro candidato. Pareciera que estos despliegues propagandísticos están diseñados para hacer ruido, no para persuadir; para vencer, no para convencer.
Todavía a la sombra del cochinero electoral de 2006, se reincide en prácticas ilegales sin que el Instituto Federal Electoral se dé por enterado. En estos meses hemos presenciado el despliegue de propaganda negra que sólo se retira de los medios electrónicos después de que ya cumplió su función de ofender, difamar y causar confusión.
Si algún día el IFE, la Fepade o el Trife se deciden a hacer cuentas, conocerán lo que hemos visto todos: que el gasto electoral del PRI supera por mucho la suma de lo gastado por PAN, PRD y Panal juntos. Pero nuestros onerosos órganos comiciales prefieren seguir durmiendo y no molestarse con minucias como la violación reiterada y grosera de la ley.
El gasto de los priistas se explica porque están acostumbrados  al derroche sin límite. En estos meses, en estos años, han comprado plumas y comentarios en radio y televisión. Está ampliamente documentada la compra de votos e incluso se conoce al detalle la forma en que operan varios de estos métodos fraudulentos, pero las autoridades no se enteran. Está desatada la campaña para que, a cambio de mil 500 a 2 mil 500 pesos los funcionarios de casilla simplemente no se presenten el domingo, pues de esa manera entran a sustituirlos priistas que ya están en lista de espera. Pero el IFE dizque no lo sabe.
La maquinaria electoral del SNTE está lista para entrar en acción y allegarle votos, no a ese representante del pobrediablismo que es el señor Quadri, sino a quien supuestamente es su contrincante, Enrique Peña Nieto, quien en todo momento ha evitado el choque con Elba Esther Gordillo, a la que reconoce sus enormes capacidades operativas.
Con la candidata panista perdida en banalidades y abandonada por quien hubiera podido darle más apoyo, la contienda tiene sólo dos protagonistas: Andrés Manuel López Obrador, el de la actuación y las propuestas modestísimas, y Enrique Peña Nieto, el sobrino de Montiel, el misógino, el derrochador, el comprador de votos…
Entre el disimulo y el derroche, con propaganda falsa y compra de votos y conciencias, el PRI espera regresar, pero cabe recordar lo que representa. Gente de ese partido tuvo 11 años en prisión a Demetrio Vallejo y Valentín Campa por el tremendo delito de dirigir una huelga; pistoleros enviados por gente del PRI mataron al líder campesino Rubén Jaramillo; huestes del mismo partido saboteaban en 1965 las manifestaciones de los médicos a los que lanzaban huevos y fruta podrida para manchar las batas blancas de quienes sólo pedían condiciones dignas de trabajo.
El PRI es el partido de Gustavo Díaz Ordaz, que ordenó la matanza de Tlatelolco; es el partido de Luis Echeverría, el autor intelectual de los asesinatos del 10 de junio de 1971; es el partido que cada seis años incubaba camadas de millonarios, gente enriquecida con dinero público; es el partido de quien mandó golpear, destruir, violar y asesinar a los pobladores de Atenco, delitos que a la fecha se mantienen impunes como impune está su principal responsable, hoy candidato a la Presidencia por el PRI.
Al PRI hay que amarrarle las manos. Hay que ir a votar y hacer de cada persona un vigilante del proceso como lo demandan los muchachos de #Yosoy132. Hay que salir en defensa de la dignidad ciudadana.

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