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Convierten el paseo de las reliquias de Juan Pablo II en clamor por la paz

 

 

Cientos de personas se arremolinan en las calles de Acapulco para ver la figura del beato y orar por la tranquilidad del puerto y del estado

Karina Contreras y Mariana Labastida

 

En un ambiente de fervor católico alrededor de cien personas recibieron en la caseta de Metlapil, en el bulevar de Las Naciones, las reliquias de su santidad el beato Juan Pablo II, donde pidieron por la paz en Acapulco, en Guerrero y en el país. Los jerarcas católicos manifestaron ahí que es un excelente momento para fortalecer la fe, la esperanza y pedir por la paz. Por la tarde, en la caminata que se hizo para acompañar las reliquias a la nueva catedral de Cristo Rey, los fieles oraron y pidieron por sus familias, por los jóvenes y la paz en Acapulco. La camioneta donde era transportada la estatua de cera de Juan Pablo II arribó al lugar alrededor de las 9 de la mañana con 40 minutos, donde ya era esperada por unos emocionados católicos que portaban en sus manos banderas de color blanco y amarillo, los colores del Estado Vaticano, así como globos blancos. El arzobispo de la diócesis de Acapulco, Carlos Garfías Merlos, bajó de la camioneta del alcalde Manuel Añorve y con ellos venía el arzobispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa, Alejo Zavala Castro, quienes se dirigieron al presídium. Al momento que las autoridades civiles y católicas ya estaban en el presídium, el carro que trasladaba las reliquias empezó avanzar, mientras la gente empezó a entonar la canción Amigo de Roberto Carlos; los vendedores ambulantes fueron traídos con el recorrido, por lo que los fieles católicos podían comprar de todo con la imagen del beato. Había posters que costaban 20 pesos, rosarios de 15 pesos, banderas con la imagen de su santidad y la virgen de Guadalupe, a quien Juan Pablo II veneraba, la podían tener con 20 pesos; fotografías del beato fallecido y la mayoría traía la famosa frase de Juan Pablo II México siempre fiel. Se pudo observar que la caravana venía resguardada por la Policía Federal y por policías municipales. Al parar el carro que transportaba las reliquias los creyentes católicos se arremolinaron ante él para ver por el cristal la estatua de cera de Juan Pablo II, quien entre sus manos en una urna en forma de cruz trae la sangre que se le extrajo antes de fallecer. Se puedo observar a varias señoras llorando ante las reliquias de su santidad, mientras otras hacían una oración y tallaban en el cristal la fotografía o los rosarios adquiridos con el objetivo “de llevarse algo del papa”. El alcalde Manuel Añorve Baños dijo que la presencia de las reliquias de su santidad Juan Pablo II era un “excelente momento para fortalecer la fe, la esperanza, para pedir por la paz, y hoy que he estado presente desde la llegada de las reliquias de su Santidad Juan Pablo II se ha manifestado esta fe de una sociedad que ha salido a recibirlo y que en estas horas va a aprovechar para fortalecer esta fe que todos necesitamos”. Mientras que el arzobispo de la diócesis de Chilpancingo-Chilapa, Alejo Zavala Castro, dijo que el beato Juan Pablo II “verdaderamente cumple con la misión que Dios le encomienda a un santo, porque une a la gente; vemos aquí a las autoridades civiles y eclesiásticas unidas y es por el papa en nombre de Dios”. Agregó que también ha unido a las diócesis de Guerrero y que las reliquias “verdaderamente nos están ayudando a las diócesis a que nos unamos, nos va a servir a la obispos entendernos cada día más y en favor de una pastoral que necesita nuestro estado de Guerrero para colaborar con nuestros gobierno”. Mientras que el arzobispo de Acapulco, Carlos Garfias Merlos, agradeció la presencia de todos para acompañarlo a recibir las reliquias del beato, porque “sienten la atracción de la presencia de su santidad Juan Pablo II; este día nos sentimos fortalecidos, nos llenemos de esperanza, todos podemos escuchar al papa que nos dice no tengan miedo”. Agregó: “Quizás en estas circunstancias que vivimos hoy pareciera hay tantas expresiones y tantas formas en dejarnos invadir por miedo, llega su santidad Juan Pablo, ya como beato reconocido por la iglesia, como un modelo de santidad y nos dice no tengan miedo, abran su corazón a la esperanza, abran su corazón a la alegría, al amor, abran su corazón a vientos nuevos, y esta es la gran esperanza que tenemos, que el signo y huella de la presencia de las reliquias sean llenados de esperanza, de fortalece y alegría para que nosotros sin miedo abramos nuestro corazón a un futuro mejor”. “A la presencia de Dios en nuestra vida, hagamos una iglesia y sociedad unida, una sociedad en paz, construir una sociedad que refleje que hemos todos decidido ser discípulos de Cristo y que vamos detrás de las huellas de Juan Pablo II”, expresó. A nombre de los feligreses habló Viky Valle, quien dijo que recibían con el corazón y los brazos abiertos las reliquias de Juan Pablo II y “estamos seguros que tu visita nos ayudará a vencer el miedo, a cruzar el umbral de la esperanza, pues tu presencia entre nosotros es como una antorcha que nos da seguridad y fuerza para ser constructores de paz”. Añadió que el compromiso era profundizar todas las enseñanzas de Juan Pablo II porque fue capaz de cambiar y transformar vidas humanas, “influyendo en muchas naciones con la fuerza del evangelio y hoy tu visita nos hace revivir momentos memorables de tus visitas, de manera especial aquella frase ‘Me voy pero no me voy, me voy pero no me ausento, pues aunque me voy de corazón me quedo’. Tu presencia nos invita a ser fieles y valientes, nos sigues contagiando tu alegría, tu esperanza, tu amor a Cristo y a la Virgen de Guadalupe”. Luego, la comitiva se dirigió a la catedral de Nuestra Señora de La Soledad y durante el trayecto del bulevar de Las Naciones al Zócalo tuvo que hacer varias escalas, pues grupos de gente se colocaron a las orillas, con globos blancos y amarillos, así como artículos con la imagen del beato, para ver pasar las reliquias de su santidad. Por la tarde, entre cantos, oraciones y peticiones por la paz, caminaron fieles católicos acompañando las reliquias del beato Juan Pablo II de la catedral de la Virgen de la Soledad en el Zócalo, a la nueva catedral en construcción Cristo Rey, ubicada en la avenida Universidad. Durante la caminata que inició después de las 4 de la tarde, después de meter nuevamente la imagen con las reliquias del beato al vehículo en el que sería trasladado, los católicos buscaban estar el mayor tiempo junto a la camioneta, la cual tocaban e incluso lloraban al ver la imagen de cera que iba en el interior. Al pasar por la playa Las Hamacas, los cientos de fieles se unieron en respuesta a una voz que salía del grupo pidiendo al beato Juan Pablo II que guiara a los jóvenes, que protegiera a las familias, que ayudara a la construcción de la paz en Acapulco, que protegiera a “nuestros pueblos y comunidades”, petición que se repitió en forma de porra durante el camino; “viva la paz en Acapulco”, repitieron en diferentes ocasiones. Rosas blancas, banderas amarillas y blancas fueron lo que acompañó a los caminantes que aumentaban en número conforme avanzaban y aceleraban el paso si el vehículo con las reliquias aumentaba la velocidad. Durante el recorrido fueron resguardados por policías preventivos municipales y viales que se encargaban del tráfico vehicular. Al llegar al entronque de la Costera con Wilfrido Massieu, el ruido del helicóptero que sobrevoló la marcha en dos ocasiones provocó que los fieles regresaran a ver al cielo, así como a los policías federales que iban a bordo de dos camionetas que pasaban por el carril junto a ellos. Al irse acercando la marcha a la nueva catedral fueron apareciendo junto a ella los vendedores informales con rosarios, imágenes del beato, banderitas con la imagen de Juan Pablo II impreso junto a la virgen de Guadalupe, oraciones y fotos del mismo, “de diez pesos”, “diez pesitos”, se escuchaba sobre el sonido de los tambores de la banda de guerra del Colegio La Salle que acompañó a las reliquias desde el Zócalo. Empujones y gritos provocó la llegada de las reliquias a la nueva catedral, debido a que quienes venían en la caminata querían ingresar al área donde sería colocada la imagen de Juan Pablo II, mientras que los que hacían valla y esperando en la fila exigían que no se permitiera la entrada de nadie más. Después de algunos minutos se bajó la imagen del vehículo donde era trasportada; en el interior se encontraba el arzobispo de Acapulco acompañado del secretario de Gobierno del estado, Humberto Salgado Gómez; el director de Vialidad y Transporte, Juan Larequi Radilla; y la diputada Guadalupe Gómez Maganda, los cuales se acercaron a recibir las reliquias y las acompañaron frente al atrio que se instaló. Ahí, Garfias Merlos dijo a los fieles católicos que se encontraban esperando en la nueva catedral que la visita de las reliquias era un momento importante para Acapulco, de experimentar en “nosotros la esperanza y fortaleza que anhelamos en estos momentos que tanto necesitamos la paz, pidamos porque nos conceda Juan Pablo II el don de la paz”, agregó.

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