Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Fernando Pineda Ochoa

¿Y la cultura?

Guerrero se ha distinguido a través de su historia (y desafortunadamente sigue distinguiéndose) por ser una de las entidades de la federación con mayores rezagos en todas las esferas político-económico-sociales y culturales. No hay excepción. En cualquiera de estos rubros, al estado suriano lo ubicamos en los últimos lugares. Tales estadísticas que plasman de modo nítido el rostro de los guerrerenses, forman parte de la retórica oficial. Son cabos esenciales de los discursos, de los planes de trabajo, de los informes, que determinan el pulso del estado. Pero dentro de este bagaje, existe una temática arrinconada, que no es parte determinante de la oferta social, del casillero político que reditúa un rápido impacto, en el currículum del gobernante en turno. Me refiero a la cultura. Hace algunos días fui a la presentación de un libro, en el recinto donde se reúnen los miembros del cabildo del Ayuntamiento de Chilpancingo. Al llegar encontré una sala atiborrada de público. Todos los asientos ocupados, los dos pasillos llenos, con gente de pie, lo mismo sucedía a los lados de la puerta de entrada. Era un éxito completo. Luego de los comentarios sobre el texto presentado, vinieron las intervenciones de los asistentes y aquello se convirtió en una verdadera romería. En un mitin político. Salvo la intervención de tres personas, que abonaron al contenido del acto, el resto de las intervenciones fueron verdaderas arengas patrióticas y de agradecimiento al presidente municipal, ponderándolo como un auténtico mecenas de la cultura. Bueno, hasta el moderador se atrevió a decir que los aplausos (yo diría que las “porras”) eran una manifestación de reconocimiento al apoyo que tan ilustre personaje hacía a la cultura. El munícipe se dejó querer y con un dejo de modestia dijo que él únicamente cumplía con su deber. ¡Ave César, los que van a morir te saludan! Ha sido recurrente que el debate sobre la cultura sea exhibido en dos extremos: por un lado encontramos las élites –de escritores, poetas, pintores, escultores, músicos– que se consideran a sí mismos, como los únicos depositarios de la verdad cultural. El tema, propagan, pertenece a círculos estrechos; la masa, el montón, está fuera de esta perspectiva, el vulgo no entiende la cultura ni le interesa. En el otro polo encontramos la otra mirada: el folklore. Entendido este no como parte de un todo cultural sino como un entretenimiento aldeano (habrá que agregar la omisión por parte de los gobernantes de que nuestro país es una nación pluricultural y multiétnica). Esta visión miope es fomentada en la región por la indiferencia e ignorancia de quienes están al frente de las instituciones gubernamentales. Basta conocer el presupuesto destinado a este rubro para valorar su estrechez de miras. Se requiere, entonces, impulsar una estrategia que ponga en el centro de las prioridades al conocimiento que permita ingresar a la órbita cultural a los jóvenes guerrerenses. Esta coyuntura política o social en la que estamos inmersos mandata al actual gobierno a dar inicio y continuidad a un proyecto donde la columna central sean los propios creadores. Es decir, que los artistas tengan total independencia del poder estatal, que el único vínculo sea la trasparencia del manejo del presupuesto otorgado por el Estado a través del conducto apropiado. En este blindaje cultural, a la máxima casa de estudios –la Universidad Autónoma de Guerrero– le concierne ser corresponsable primordial en ambos rieles: en lo interno como una oferta sustantiva, obligatoria, para los estudiantes universitarios (que debe contemplar y blindar con lucidez la reforma universitaria), y en lo externo, su vinculación directa con la sociedad para coadyuvar de manera decisiva en la formación de las familias que habitan la entidad guerrerense, agregando la colaboración bilateral con el Estado o con otras instituciones (locales, nacionales o internacionales) impulsoras de la cultura. Pero, en estos momentos donde la inseguridad extrema y el desempleo son las tareas primordiales a vencer, a la cultura ¿qué lugar le corresponde? En un mundo globalizado, paradójicamente, la solidaridad se ha dejado de lado y lo social se subordina a una feroz competencia individual. En tal escenario, podemos responder sin titubeos que la cultura, lo espiritual, es el molde medular de los valores humanos. Pero hay algo más inmediato: la muerte violenta de cientos de jóvenes. Las estadísticas no mienten: en veinte años más México será un país de viejos. Se escuchan voces que señalan que el promedio de vida de los sicarios casi adolecentes, es menor a ¡un año! Estos muchachos al momento son “repuestos” por otros muchachos, en una terrible espiral de la muerte. ¡Cincuenta mil muertos, en esta “guerra” estúpida contra el narcotráfico! Invirtamos en la cultura para ir moldeando el presente y alcanzar un futuro más promisorio. PD: A mediados de octubre asistí al auditorio Sentimientos de la Nación a escuchar a la Orquesta Filarmónica de Acapulco. Fue una grata sorpresa. Encontré un auditorio soberbiamente decorado en su interior, butacas cómodas y con una acústica y foro excelente; en la pared (el frente del inmueble) una pintura de hojas de amate con dibujos de buen gusto que representan las siete regiones del estado. Uno de los anfitriones comentó que se organizarán diferentes representaciones artísticas en las que el público pagará su entrada y otras gratuitas para ir atrayendo hacia el arte a los ciudadanos de este rincón suriano. Es un resquicio cultural importante al cual es necesario apoyar y difundir. [email protected]

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