Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Anituy Rebolledo Ayerdi

Los juegos de azar en Acapulco II

Desde endenantes “… Todos estos ‘caracteres’ parecen todavía candorosos y amables ante el más abominable de todos: el desanalfabetizado voluntario, el que pasó por los libros y aún se graduó en alguna profesión liberal, y luego, dedicado a otra cosa, cerró los libros y los consideró en adelante con asco y disgusto, y hasta le importuna el periódico cuando da con él de casualidad. ¿Qué este personaje no existe, que lo he inventado yo?. Lector, yo no me atrevo a citarte nombres propios, no quiero disputas. Si tu no me crees bajo palabra, mejor será que no me leas, con lo cual, al fin y a la postre, pierdes poco, pero empezarás también, por tu cuenta, un lamentable proceso de ‘desalfabetización’”. Alfonso Reyes Analfabetismo Junio de 1958 Bugsy Sieguel La mafia italiana de los Estados Unidos explorará en varias ocasiones la posibilidad de establecerse en México y particularmente en Acapulco. Los capos de la organización criminal soñaron siempre con establecer aquí un gran casino como el de Montecarlo. Uno de los primeros enviados de los capos de Nueva York fue Bugsy Siegel, un gangster de poca monta pero con una suerte histórica. Construirá el hotel Flamingos en el inhóspito desierto de Mojave dando pie, seguramente sin pretenderlo, a la más fulgurante capital del hedonismo universal: Las Vegas Nevada (1946). Sus jefes y socios, Charles Lucky Luciano y Meyer Lansky le reconocerán tan prodigiosa iniciativa, dándole manga ancha para el manejo de la poco más tarde rentabilísima empresa. De acuerdo con una investigación del periodista español Juan Alberto Cedillo –La Cosa Nostra en México 1938-1950–, Bugsy Siegel habría permanecido varios meses en México aparentando ser un estrafalario banquero gringo. Contacta sembradores de mariguana y amapola en Sinaloa y ofrece la mejor paga, incluso financia los cultivos. Las necesidades de morfina en los frentes de la Segunda Guerra Mundial, destinada a calmar los dolores de los soldados estadunidenses, llevarán al presidente Roosevelt a sellar un acuerdo con su homólogo mexicano Ávila Camacho. Acuerdo que hoy se niega y que habría construido en incentivar el cultivo de la adormidera en las barrancas sinaloenses. La Cosa Nostra, por su parte, ofrece sus patrióticos y muy buenos oficios siempre en aras de la sacrosanta democracia. Entonces, como hoy, todo mundo sabe que siembran enervantes y quienes los siembran. Gobernantes, políticos, policías, periodistas, comerciantes, pequeños propietarios y campesinos de la región. El jefe de la policía se adentra hasta los campos de cultivo y asombra por su arrojo y valor suicida. Para nada: ¡va por su parte! Siegel era un tipazo que no perdía la esperanza de debutar en Hollywood y sus afanes ahorrativos tenían como propósito producir sus propias películas. El hombre cubría con grado de excelencia el amplio espectro del crimen organizado: robaba autos, traficaba con drogas, asaltaba a mano armada, sin rival como proxeneta y como sicario su fama era de infalible. Cuando Bugsy visita a Acapulco conocerá el proyecto de un primer casino formal para el puerto. Lo planea a todo lujo el general Juan Andrew Almazán, anexo a su hotel Papagayo, empresa en la que está asociado con Emilio Azcárraga Vidaurreta. El más tarde zar de la radio y la televisión mexicanas, será, por cierto, quien bautice la hospedería con el nombre plumífero, antes llamado sucesivamente Anáhuac y Hornos. Los planos ubicaban las salas de juego en el montículo donde hoy se levanta el palacio municipal. El Foreing Club Con el cierre del casino Foreing Club de la ciudad de México, el presidente Lázaro Cárdenas pinta su raya con una clase política cínica y corrupta. Una simple medida administrativa tendrá entonces los efectos de un terremoto político. Un golpe de timón que entusiasma al país y hace huir a las ratas. “La primera medida excelente del cardenismo”. Así la califica el periodista Alfonso Taracena –sin ninguna simpatía por el michoacano, todo lo contrario–. Considera insólita la actitud del Poder Legislativo, cuyos componentes acuden al Palacio Nacional para felicitar al Ejecutivo. Una medida de auténtica salud pública, rubrica. José Vasconcelos también abordará el cierre del establecimiento propiedad del ex presidente Abelardo L. Rodríguez. Mezcla de garito, lenocinio y hotel de lujo –describe– el Foreing Club era uno de tantos negocios del ex mandatario interino del país (1932-1935) “La única obra próspera creada en la ciudad de México por el “abelerdismo”, acota y acusa: “Sin darse cuenta de la ironía farisaica de sus temperamentos de típicos gángsteres de la política, fue el Foreing Club desde donde se expidió un decreto que la historia oficial señala como la obra cumbre del insignificante Abelardo: ¡La fijación del salario mínimo de seis pesos! El Casino de la Selva El Casino de la Selva de Cuernavaca, también del ex mandatario sonorense, corrió con una suerte similar y no le irá mejor al Complejo Turístico de Tijuana. El presidente Cárdenas extremará su cruzada sanitaria expropiándolo para convertir en aulas sus salas de juego. Fundado durante la revolución armada, el Complejo Turístico era una réplica de un lujoso patio andaluz con grandes candiles y óleos, lleno siempre a reventar de turistas del otro lado. Para entonces, el Casino de Chihuahua era solo una nostálgica referencia histórica. Su inauguración había corrido a cargo del propio presidente Díaz, cuya mala suerte quedó evidenciada al perder todos sus lances a la ruleta. Más tarde perderá incluso la silla presidencial y nunca lo aceptará como producto del mal fario de unos gitanos reprimidos en su presencia. Al Capone Implacable, el ingenio popular aseguraba que el presidente Abelardo Rodríguez tenía como jefe al propio Al Capone –¿El mafioso de Chicago? –¡No, “el-que-pone” a los presidentes de México. O sea, Plutarco Elías Calles. Casi casi Abelardo Rodríguez es a no dudarlo un formidable administrador de empresas –¿Que acaso no es el presidente de México? –¡Casi- no, casi-no. El que gobierna es Calles! Bugsy, el fin La suerte se le volteará muy pronto a Bugsy Siegel, un año más tarde de su visita a Acapulco. Cuando, torpe, ambicioso, pretenda robarle los huevos al águila. Morirá acribillado con balas de M-1 en su residencia de Beverly Hills, luego de que su boss descubra un depósito de 2 millones de dólares en un banco suizo, a nombre de un tal Benjamín Siegelbaum. El propio Bugsy. La orden de eliminar al simpático hampón no fue dictada unilateralmente por ninguno de sus jefes o socios. Surgió del primer gran cónclave de la Mafia y La Cosa Nostra celebrada en la Habana, Cuba (Hotel Nacional), la última semana de diciembre de 1947. Convocada por Lucky Luciano con un temario amplio y diverso, a la reunión habanera acudieron representantes de todas las familias del crimen organizado. El acuerdo para “dar cuello” al transa Siegel fue votado unánimemente, a propuesta del propio Luciano. Y es que el mafioso italiano, decía, no soportaba a los gandallas y menos si eran judíos. El histórico encuentro es recreado con gran fidelidad en la película El Padrino.

468 ad