Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Presentan libro del escritor y trovador atoyaquense Enrique Galeana Laurel

Cuando nace una obra literaria “es una plegaria para el corazón”, comentó la poetisa Teresa Larumbe, quien además escribió el prólogo de Nacaiqueme

Francisco Magaña

Atoyac

Enmarcado en lo más representativo de la cultura atoyaquense fue presentado el libro Nacaiqueme del escritor Enrique Galeana Laurel, por la poetisa Teresa Larrumbe y el presidente de la Asociación Civil Honor a quien honor merece, Edilberto Tabares Cisneros. Precisamente Edilberto Tabares apoyó la edición del libro que fue regalado a los más de 100 asistentes a la presentación. La poetisa Teresa Larumbe se dijo complacida por la convocatoria que despertó el acto, aún cuando se celebró en un horario inusual. “Me sorprendí cuando me dijeron que era temprano, por la mañana, y con ello me quedó claro que nunca es temprano para presentar un libro”, comentó. Dijo que cuando nace una obra literaria “es una plegaria para el corazón, porque cuesta como tener un hijo y más para presentarlo”. Reseñó que al ser invitada a participar en la presentación del libro y la realización del prólogo, vivenció su estadía hace más de 30 años en esta ciudad, que para muchos guerrerenses el nombre de Atoyac remite a la región de la Costa Grande a través de la hermosa rivera del Pacífico, “donde podemos saber algunos que es un pueblo cafetalero y cuando alguien toma una taza de buen café, sabe que es de este pedazo suriano y algunos más, sobre todos los universitarios, sabemos que en este lugar se vivió una de las primeras y más conocidas guerrillas y así también que en El Ticui hubo en el siglo pasado una fábrica de hilados y hoy su gran narrador, Enrique Galeana, nos da las respuesta de cómo viven los hombres y mujeres que forjaron la historia de este pueblo a través de su libro Nacaiqueme”. Detalló la escritora que desde las primeras línea el escritor, que se autodefine como un indio camaronero, que arroja de golpe a un camino empolvado porque el que hay que transitar para ganarse la vida y que en el mes de mayo suben los campesinos, suben a la sierra para ver la floración y saber cómo será la producción de café “y caminamos con cada personaje, nos sentamos junto a ellos, vemos sus gestos, su coraje y la preocupación más oculta de su alma ¿Cuánta producción de café obtendrán?” Explicó que en 11 relatos expone las vidas mitos y leyendas de cada pueblo, donde también se narra la desgarradora realidad de quienes son abusados por no saber leer ni escribir “y qué decir de la poesía, la trova, capacidad hermosa que tiene Enrique Galeana Laurel de escribir con versos la belleza del estado, así como la magia de su pueblo cafetalero, y eso describe a su libro precisamente; magia”, destacó. Advirtió que quien lea este libro y visite después Atoyac, “no podrá evitar percibir en el aire el aroma del café y recordar la historia de cada campesino que vivió y trabajo en esta tierra y que al morir dejó enterrados aquí sus sueños y junto a ellos también sus esperanzas.”. Por su parte Edilberto Tabares se dijo orgullo de que se haya presentado esta obra literaria y haber sido invitarlo a ser parte del proyecto, y felicitó al escritor por contribuir con el municipio, que dijo es rico en cultura. “Hoy es un parteaguas la cultura, está de pie en Atoyac, que tiene mucha historia”, dijo. Citó que el aporte que hace Enrique Galeana Laurel se debería de asumir por todos para rescatar y preservar las costumbres y tradiciones; “por ello decidí sumarme a este proyecto que constituye además un privilegio, un compromiso con el amigo, pero sobre todo una satisfacción con nuestro histórico Atoyac, que necesita hoy en día no sólo de discursos ni de promesas, sino de hechos que se traduzcan en fomentar e impulsar principalmente en los niños y jóvenes de este rincón suriano, el amor por la lectura”. El escritor, que declamó una de sus poesías incluidas en el libro, comentó que con este trabajo sólo busca llevar un mensaje a la juventud, “para que conozcan los usos y costumbres de nuestros cafeticultores y en la trova y la poesía se recoge el vivir de los guerrerenses y campesinos”.

468 ad