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Humberto Musacchio

Fisco Kid contra el Capitán Memelas

Pues nada, que los fines de quincena serán más largos para los causantes cautivos, quienes a falta de una comida digna de ese nombre, ya ni siquiera tendrán el consuelo de un hot-dog, una sopa instantánea, un sándwich, unos nachos u otros productos para engañar el hambre, los que a partir de ayer están gravados con un 16 por ciento.
Se trata de un brusco encarecimiento de la supervivencia, hecho que le ha ganado sonoras mentadas al Servicio de Administración Tributaria (SAT), a la Secretaría de Hacienda y a todo el equipo gobernante, que otra vez se muestra por completo ajeno a las necesidades de la gente común, trabajadores que tienen un salvavidas en los llamados minisúper, los autoservicios y las tiendas de conveniencia, lugares donde ahora se cobra el nuevo impuesto.
Por supuesto, la tecnocracia pretende curarse en salud y dice que desde hace 15 años debían pagar IVA los alimentos que se consumen en el establecimiento, los que son para llevar y los que se piden a domicilio, pero que eso no ocurría, en tanto que para esos negocios ahora “el SAT emitió una regla para que cumplan con la ley y paguen IVA por los alimentos preparados que vendan”, porque –aclara el Fisco Kid– “este IVA es un impuesto que las tiendas están obligadas a pagar”.
Dicho así parece bueno y hasta plausible que se haga pagar más impuestos a los dueños y concesionarios de esas cadenas comerciales. Sin embargo, se trata de mentiras piadosas, de esas que al Fisco Kid le gusta decir, como esa de “esta medida no te afecta a ti, consumidor” (así dice el cínico sombrerudo en un comunicado con caricaturas que apareció el 24 de junio). En realidad, el nuevo impuesto lo pagarán los consumidores y las tiendas se limitarán a trasladarlo al SAT.
Para tranquilidad de los votantes del PRI-PVEM, el SATánico personaje dice que su voracidad tiene límites, y que no recaudará el impuesto de marras en negocios con ingresos inferiores a 2 millones de pesos anuales. Bueno… siempre y cuando estén inscritos en el Régimen de Incorporación Fiscal. ¿Y cuáles son esos negocios? El SAT responde que “fondas, cocinas económicas (y) puestos de antojitos”.
Dicho de otra manera, negocio que no esté inscrito en el Régimen de Incorporación Fiscal, independientemente del monto de sus ventas, tendrá que aumentarle el 16 por ciento a lo que expenda, y eso amenaza a todos aquellos que vendan tamales, tortas, tlacoyos, quesadillas, memelas, gorditas, pambazos, pescaditos, huaraches, guajolotas y tacos de canasta, de carnitas, de guisados y otros productos de nuestra inacabable variedad de antojitos. Lo mismo deberá cargarle al cliente el señor que anda con un gran canasto de pan y ollas de atole, o ese batallón de triciclos que recorre las calles de México repitiendo la monótona grabación de “tamales oaxaqueños, tamales calientitos…”
No sobra decir que, al encarecer 16 por ciento bienes de consumo tan indispensables para una población mal pagada que se ve obligada a ingerir cualquier cosa, se hará más incosteable trabajar por la bicoca que recibe en México la fuerza de trabajo, con el consecuente aumento del desempleo. Pero eso nunca le ha importado a la tecnocracia hacendaria.
Las barbaridades del Fisco Kid se ejecutan en nombre de la igualdad ante el Estado y de la falacia aquélla de que todo mundo debe pagar impuestos. Es cierto que una sociedad que cumple con sus obligaciones fiscales es una sociedad más exigente con sus gobernantes, pero en México, pagamos impuestos los causantes cautivos y los incautos que sólo causamos desprecio a las autoridades fiscales.
Los tiburones no suelen cumplir con sus deberes fiscales. Durante el primer trimestre de este año, el sector empresarial dejó de pagar al SAT casi 400 mil millones de pesos de impuestos. Una suma similar la representan los adeudos de empresas por créditos fiscales, de los que sólo se liquidaron dos de cada 10 pesos. En cambio, con los pequeños causantes, el Fisco Kid es feroz, implacable, sanguinario.
Al desmantelar a Pemex y la Comisión Federal de Electricidad, empresas a las que se ha descapitalizado severamente en este sexenio, es explicable que el Estado busque dinero hasta debajo de las piedras. Pronto, como lo hizo Antonio López de Santa Anna, las puertas y ventanas serán gravadas. Pero eso fue en el último gobierno de aquel nefastísimo dictador. Deberían tomar nota los santanistas de hoy.

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