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Mueren dos normalistas de Ayotzinapa en un desalojo a balazos de ministeriales y federales

Unos 400 manifestantes bloquearon el bulevar que comunica la capital con la Autopista del Sol y la carretera federal a Acapulco. Los disparos, que duraron 20 minutos, comenzaron después de que fue quemada una bomba despachadora en una gasolinería. Los efectivos persiguen a los estudiantes por los cerros; hay unos 30 heridos y 24 detenidos

Lourdes Chávez

Chilpancingo

Dos jóvenes murieron ayer por heridas de bala cuando policías federales y ministeriales del estado dispararon armas de fuego contra estudiantes de la escuela Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, con el fin de desalojarlos y dejar el paso libre por el bulevar que comunica con las carreteras a Acapulco, en el que protestaban con un bloqueo total de la vialidad. Hubo además cerca de 30 heridos y 24 detenidos. La represión se desató ayer a las 12 horas, cuando el bloqueo a la carretera llevaba una hora, en la única salida y entrada de la capital hacia Acapulco, frente al hotel el Parador del Marqués, en ambos sentidos del bulevar Vicente Guerrero. Por medio de esta protesta, unos 400 estudiantes, acompañados por padres de familia y miembros de organizaciones sociales, demandaron una audiencia con el gobernador Ángel Aguirre Rivero, para plantear los problemas de la Normal Rural, como la reanudación de clases suspendidas por un paro de maestros, la ampliación de la matrícula y plazas para egresados. Como es usual, los jóvenes normalistas de Ayotzinapa estaban en el bloqueo de la carretera con el rostro cubierto con pañuelos o playeras; no se veían armados, o al menos con machetes o palos. Algunos testigos señalan que los policías dispararon contra los manifestantes porque uno de los normalistas incendió una bomba despachadora de gasolina arrojando una bomba molotov, en el expendio que se encuentra a un costado de la carretera hacia el puerto de Acapulco. Otros testigos dicen que la bomba se prendió cuando los estudiantes incendiaron un despachador de aceites y causaron desorden en los materiales que había en la gasolinería, después de que policías federales lanzaron gases lacrimógenos contra los que protestaban. Un testigo dijo que escuchó a un policía federal gritar, cuando se encendió la bomba: “¡agarren a ese güey, agarren a ese güey!” Tras el incendio comenzaron los balazos. Al principio los policías federales dispararon al aire, pero de inmediato efectivos de la Policía Investigadora Ministerial (PIM) que estaban a distancia en una calle paralela a la carretera y se acercaron al punto del bloqueo, se sumaron al tiroteo y también dispararon sus armas policías preventivos estatales y federales, como se demuestra en las diversas videograbaciones y fotografías. Los estudiantes se defendían a pedradas. El primer normalista cayó muerto después de que recogió una piedra y corrió de frente hacia los federales para lanzarla; un balazo le pegó en el cuello y cayó en el pavimento. El impacto fue en un costado lo que indica que pudo provenir de los policías ministeriales que disparaban del lado de la carretera que va a Acapulco. Era el joven Gabriel Echeverría de Jesús, originario de Tixtla; casi al mismo tiempo murió Alexis Herrera Pino, de Atoyac de Álvarez, de un balazo por atrás en la cabeza que pudo provenir éste sí de los policías federales que se encontraban apostados del lado de la carretera que va a Chilpancingo y estaban enfrente del joven abatido. Desde un acceso hacia el bulevar, por el encauzamiento del río Huacapa, donde se localiza la tienda Liverpool, policías estatales lanzaron granadas y otros dispararon balazos. En los videos y fotografías es notorio el caso de un policía ministerial, vestido con playera de franjas verdes y blancas horizontales, que disparó de frente, con un fusil AR-15, hacia los estudiantes. La imagen, que es del jefe de grupo de la PIM, Rey David, se difundió rápidamente en el portal de Reforma en internet y después en noticieros de televisión, y es la que aparece en la primera plana de esta edición. Cuando se dio la balacera, que duró unos 20 minutos, los estudiantes corrieron en diferentes direcciones, incluido el cerro vecino de la gasolinera ubicada en el lado hacia Chilpancingo y fueron perseguidos por los policías; decenas de ellos fueron detenidos, algunos con heridas de gravedad. En medio del fuego, también había reporteros y ciudadanos en sus vehículos. El chofer de un tráiler estacionado justo en el blanco del tiroteo resultó herido de un rozón en la frente y se retiró por su propio pie. Un adulto mayor que viajaba en un auto compacto, blanco, se resguardó junto a reporteros en la cuneta de la carretera, bajo el tráiler. Antes y durante la balacera, policías estatales desalojaron los negocios aledaños a la carretera y llevaron a las personas y a los usuarios de la gasolinería, hacia la tienda Liverpool, a unos metros del lugar. Una mujer, que se encontraba en la gasolinería, dijo que se extraviaron sus dos hijos de 6 y 12 años, cuando alguien la jaló del brazo para sacarla del lugar, y fue llevada a la entrada de la Procuraduría del Estado, en el encauzamiento del río Huacapa. Dentro de Liverpool, un testigo revela que una mujer gritaba llorando, ¡ya hay un herido! Luego de la balacera, más policías de la Federal Preventiva que llegaron al lugar advirtieron a los reporteros que ellos acababan de llegar, para deslindarse de los jóvenes muertos, uno en cada carril, y del rastro de sangre en diferentes partes de la carretera. A las 12:30 de la tarde, soldados del Ejército llegaron a la gasolinería donde está la bomba despachadora quemada. Un bombero informó que el fuego fue superficial y controlado rápidamente. El administrador de la gasolinería, reveló que los jóvenes estaban tranquilos, pero de pronto se acercaron a encender la bomba, y todos los trabajadores y usuarios se replegaron. Aseguró que no hubo peligro de explosión “porque tiene válvulas de seguridad”, y más tarde, se supo que un trabajador resultó herido cuando intentó sofocar el fuego. De acuerdo con la versión del integrante de una organización social que acompañaba al contingente y pidió el anonimato, los normalistas llegaron al bulevar a en cinco autobuses de transporte público. Indicó que venía toda la población estudiantil de la Normal Rural, alrededor de 400, con padres de familia e integrantes de organizaciones; ahí tuvieron la visita de un funcionario de gobierno del estado, que ofreció iniciar una mesa de diálogo, pero los manifestantes exigieron la presencia del gobernador. Los policías federales que se instalaron en el bulevar, frente a los normalistas advirtieron a los estudiantes que serían desalojados, pero no había antimotines entre ellos y se escuchó que tampoco tenían suficiente gas lacrimógeno y bombas de humo. Señaló que en la primera embestida de los federales, los normalistas los repelieron con piedras y palos, y después los policías comenzaron a cortar cartucho, y policías ministeriales, desde el puente de Liverpool, disparaban y a lanzar granadas y bombas de humo. En la revuelta, un joven gritaba que estaba herido, mostró su abdomen ensangrentado y así fue detenido por los ministeriales. Concluidos los balazos, el director de Gobernación del estado, Moisés Alcaraz Jiménez, observó el cuerpo inerte de Alexis Herrera y se retiró, y lo mismo hicieron el director de la Policía Municipal de Chilpancingo, Bonifacio Montúfar y el subprocurador del estado, Alejandro Hernández Paz y Puente. También se presentaron el secretario técnico de la Red Guerrerense de Organismos de Derechos Humanos, Manuel Olivares Hernández, y el presidente de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos, Juan Alarcón Hernández, con peritos del organismo estatal. A las 1:30 de la tarde, los peritos del Servicio Médico Forense cercaron dos áreas alrededor de los cuerpos de los normalistas, que luego levantaron. Cuando parecía que terminaban la diligencia, Manuel Olivares exigió a un agente del Ministerio Público que tomara en cuenta los cartuchos percutidos de armas de alto poder que se encontraban dispersos en la carretera; un perito le tomó fotografías con los cartuchos que llevaba en la mano y le advirtió que sería detenido por tomar evidencias, sin embargo, la evidencia no fue señalada ni resguardada por ellos. En una de las tienda del Oxxo, junto a la carretera, había evidencia del paso de los estudiantes, comida, pañuelos, una maceta tirada –de donde se apoyaron para saltar una barda–, y una mancha de sangre en el cristal de la tienda, como de alguien que se apoyó en la pared y goteo sangre en el piso, y una versión indica que de ahí se llevaron a un grupo de estudiantes detenidos. A las 4:40 de la tarde, peritos del Ministerio Público sacaron de uno de los autobuses que llevaban los estudiantes, una caja de botellas de refresco con bombas molotov, como para demostrar la violencia del movimiento estudiantil. El tráfico en la principal vía de comunicación, quedó interrumpido de las 12 del día hasta las 4 de la tarde. A esa hora, se observaron personas subiendo por el cerro a donde huyeron algunos estudiantes normalistas; pronto llegaron soldados y agentes de la Policía Ministerial que dijeron que sólo iban a una diligencia de inspección. Al lugar, también llegó una ambulancia de la Cruz Roja, el procurador de Justicia del estado, Alberto López Rosas, y una madre de familia en busca de su hijo. Edelmira del Morán reclamó al procurador información sobre su hijo, Gerardo Iglesias del Morán, estudiante normalista de primer año, y López Rosas aseguró que no había “estudiantes desaparecidos”. Se supo después que dos jóvenes se resguardaban en el cerro y no bajaban por temor a la presencia de los policías ministeriales, y mediante una llamada telefónica pidieron garantías al procurador y al ombudsman para bajar. Otros estudiantes que corrieron en esa dirección, se fueron caminando por los cerros a la Normal ubicada en Tixtla, donde se concentraron. Un reportero detenido y golpeado porque parecía “ayotzinapo” El reportero de cultura Eric Escobedo fue detenido, golpeado y llevado con un grupo de 20 personas –entre normalistas, un niño y una turista–, a la Procuraduría General de Justicia del Estado, por una confusión de los policías ministeriales. El reportero de cultura señaló que cuando lo liberaron, un funcionario le dio disculpas, argumentando que “esta es la forma de resguardar a la ciudadanía”, y lo detuvieron porque parecía “ayotzinapo”. Luego que fue liberado, en conferencia de prensa narró que venía de la comunidad de Petaquillas cuando se encontró con el bloqueo y se dirigió a una vulcanizadora, donde también colabora en el reciclaje y desde donde observó el ataque a los estudiantes. Reveló que los ministeriales comenzaron a disparar contra los estudiantes, primero fue un acto de provocación –porque dijo que las balas eran de salva–, y la mayoría de los estudiantes huyeron al Sur. Aunque estaba dentro de la vulcanizadora, los ministeriales entraron y titubearon unos minutos antes de detenerlo, “yo les gritaba soy periodista y me dedico al reciclaje”, pero le respondieron con una patada en el rostro y en el cuerpo. La golpiza continuó, como para todos los detenidos, en las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia, “me golpearon en el cuello, tórax, espalda, costillas, eso fue en la detención, allá fue mucho peor. Dijo que entre los detenidos había tres choferes, una señora que se identificó como un turista y un niño de 12 años, porque a todos les preguntaron sus datos personales, “todo con agresión, y había un chavo que gritaba que lo estaban asfixiando”. (Lourdes Chávez).

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