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Prefirió Rivera que Rockefeller destruyera su mural antes que borrar la efigie de Lenin

Documentos inéditos revelan que la destrucción del mural El hombre en el cruce de caminos fue resultado del conflicto entre el artista y el empresario que se desató entre el 4 y 9 de mayo de 1933

Julieta Riveroll / Agencia Reforma

Ciudad de México

Diego Rivera era un provocador y para muestra un botón: pintó la cara de Lenin, el líder comunista, en el mural que hizo para el Rockefeller Center porque este edificio neoyorquino era el ícono del capitalismo en los años 30, ya que su construcción fue financiada por los petroleros más poderosos de la época. Nelson Rockefeller, quien le comisionó la obra, sabía que estaba contratando a un pintor comunista, a un militante de izquierda, quizá por eso había establecido en el contrato con Rivera que en el mural no debía figurar ningún personaje controversial, pero el muralista violó premeditadamente el documento firmado. “Queremos acabar con el mito de que la destrucción de El hombre en el cruce de caminos fue resultado de un arranque de furia de ambas partes. Ni Rivera pinta la cara de Lenin en un instante de rebeldía, ni Rockefeller destruye el mural inmediatamente. Lo que pasó fue consecuencia de un largo proceso que se veía venir”, señaló Daniel Vargas. El maestro en historia del arte es también cocurador de la exposición que explora el affaire Rivera-Rockefeller, la cual abrirá sus puertas tanto en el Museo Anahuacalli como en Casa Azul en 2012, donde se exhibirán los bocetos originales de la obra de gran formato y documentación inédita, extraída del archivo que permaneció sellado durante medio siglo en el Museo Frida Kahlo, como cartas, fotografías y contratos. Para cuando le encargan El hombre en el cruce de los caminos a Rivera, los Rockefeller ya eran grandes coleccionistas de su obra, aclaró Susana Pliego, cocuradora de la muestra, en la que el público observará a través de la correspondencia cómo el conflicto entre el artista y el empresario se desató en seis días, del 4 al 9 de mayo de 1933. A través de las misivas se deja entrever como Nelson Rockefeller no era, como comúnmente se piensa, un ser autoritario. En la carta que envía a Rivera, fechada el 4 de mayo de 1933, le pide de la manera más atenta que sustituya el retrato de Lenin, cuya inclusión “ofenderá seriamente a mucha gente”, por el de un personaje desconocido. Dos días después, el artista responde que no quitará a Lenin del mural y le propone una solución, cambiar el sector donde se muestra a la gente jugando bridge y bailando para poner en su lugar a Abraham Lincoln por tratarse de una figura de gran trascendencia para la historia estadunidense en tanto que simboliza la unidad del país y la abolición de la esclavitud. La importancia de esta carta es que confirma cómo Rivera es el primero en mencionar que prefiere ver destruido el mural antes que atentar contra su integridad, precisó Pliego, quien supone, a partir de los documentos encontrados en el archivo, que no hubo comunicación alguna entre el artista y el empresario el 7 y el 8 de mayo. En la carta del 9 de mayo de 1933, los arquitectos que construyeron Rockefeller Center le dicen al pintor que, basándose en la descripción que él les hizo del mural y en el boceto que les entregó en noviembre de 1932, pensaron que su trabajo iba a ser meramente imaginativo, pues no había insinuación alguna sobre la inclusión de un retrato o un tema de naturaleza controversial, y le piden que haga los cambios que le están proponiendo. Rivera se niega una vez más a quitar el rostro de Lenin, por lo que los agentes que manejan Rockefeller Center vuelven a escribirle ese 9 de mayo por la tarde: “Bajo estas circunstancias y con mucho pesar, no nos deja otra alternativa que pedirle que deje de trabajar en el mural. Ante esta petición, damos terminado nuestro contrato con usted”. El empresario le pagó a Rivera la totalidad de El hombre en el cruce de los caminos, unos 14 mil dólares aproximadamente, y con parte de ese dinero pintó Retrato de América, 21 murales transportables para el New Workers School, una escuela de trabajadores inspirada en el socialismo con sede en Nueva York. En estas obras, incluyó los retratos de Lenin, Marx y Trotsky, explicó la doctora en historia del arte. Cuando le rescinden el contrato, la reacción inmediata de Rivera fue pensar que habían destruido su mural y el pintor continuó viviendo el resto del año en Nueva York, periodo en el cual salió a manifestarse a las calles, en compañía de estudiantes y artistas, a favor de la libertad de expresión. La prensa estadunidense recogió tanto esta postura como la de Rockefeller, quien estaba a favor de la propiedad privada y pensaba que como dueño de la obra tenía derecho a hacer con ella lo que quisiera. Lo cierto es que el mural se destruyó en febrero de 1934, nueve meses después de la ruptura entre Rivera y Rockefeller. Algunas versiones consideran que fue a base de martillazos, otros opinan que al intentar moverlo de lugar se vino abajo, pero en cualquier caso esta acción provocó protestas multitudinarias en los Estados Unidos. “Intentaremos demostrar a través de la exposición que el incumplimiento del contrato viene acompañado de todo un debate sobre lo que Rivera llama vandalismo cultural. Compara la destrucción de su mural con la quema de libros por parte de Hitler y con el asesinato de los mineros en Colorado en 1914, hecho en el que los Rockefeller estuvieron involucrados”, explicó Pliego. La muestra se enfocará en cómo Rivera en todo momento fue un provocador. añadió. Le pidieron que realizara la obra en tela, con tonos blanco y negro y sin personajes reconocibles, y él decidió hacer un fresco a color, en el que incluyó a figuras como la de Lenin.

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