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Carlos Pérez Aguirre

AMLO está condenado al triunfo

Carlos Pérez Aguirre

 

A los guerrerenses nos duele en carne propia la pobreza y la violencia, pero por fin, estamos en la coyuntura política para que mañana primero de julio, con el voto popular, se pueda terminar la pesadilla que vive la patria mexicana; esta patria construida aquí, con el esfuerzo, la sangre y la vida de los Galeana y los Bravo, los Guerrero, Álvarez, Trujano y Ascencio.

Queremos sentir orgullo y no vergüenza por nuestro México. Hace 200 años Morelos exigía en Chilpancingo “moderar la opulencia y la indigencia”, lo que quiere decir, que los ricos sean menos ricos para que los pobres sean menos pobres, y es la hora que esto no se ha logrado en nuestro México; en este México de 58 millones de pobres que se acumularon con el PRI y el PAN, más 12 millones de nuevos pobres de Calderón.

México debe volver a ser una patria para vivir en paz y no un territorio para morir en una guerra estúpida que está matando a miles de mexicanos, que está matando el amor a la verdad, y está matando la capacidad de asombro del pueblo.

Estamos hartos del atropello, el robo, la mentira, la prepotencia, el cinismo, la impunidad y el sometimiento.

Más allá de las diferencias y las corruptelas en las elecciones internas del Frente Progresista; más allá de las ambiciones y egoísmos personales de los políticos y los politiquillos arribistas, la sociedad civil encontró un espacio en el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) para hacer valer su voz.

Todos nos damos cuenta de que la administración pública de los tres órdenes de gobierno tiene una nómina obesa, inflada, contra unos resultados flacos o nulos, porque lo que impera es el saqueo y la demagogia.

Sabemos que cientos de miles de profesionistas no tienen empleo, y los que lo tienen están mal pagados.

Al campo lo han aniquilado desde hace 30 años los ineptos gobiernos neoliberales. Con 2 millones de kilómetros cuadrados de territorio, México es (por lógica elemental) un país de vocación agrícola; y ese campo, a causa del abandono gubernamental, no produce ni siquiera el maíz para las tortillas que diariamente consumimos.

Los congresos de los estados derrochan los recursos públicos impunemente.

Los gobiernos en los tres niveles se reparten el presupuesto sin vigilancia, como el botín de Alibabá, porque  son caciques, nepotistas, insaciables y desvergonzados.

Los poderes judiciales solamente ejercen su autonomía para disfrazar de legaloides sus trapacerías.

La justicia está en permanente subasta, buscando quién da más.

Los servicios de salud dejan morir a los pacientes por falta de equipo, de espacios y de medicamentos.

A los jóvenes, con pretexto de exámenes que no se justifican, les ponen en su camino una barrera que les impide seguir estudiando.

Por su contubernio con las mafias sindicales, no ha habido gobierno priista ni panista que limpie al país de esas lacras.

Está en riesgo la propiedad de la nación de Petróleos Mexicanos, pues en lugar de construir nuevas refinerías, donde procesar gasolinas, panistas y priistas se proponen privatizar el oro negro que nos legó el general Lázaro Cárdenas, sólo para que ahora quieran entregarlo a empresarios extranjeros y a oligarcas nacionales.

La política internacional que tanto prestigio le dio a México en épocas pasadas la han convertido en una política de servidumbre ante el poderoso del norte.

Torpemente, Calderón recurrió a la guerra como primera instancia cuando debería ser la última. A los soldados y marinos los utilizan para la guerra de Calderón, cuando su función es proteger la soberanía nacional, no sólo esta guerra ha enlutado a miles y miles de familias mexicanas, sino que han manchado sus nombres, con esta guerra aumentaron los discursos del presidente, pero creció el silencio del pueblo.

El lenguaje de los partidos es de conveniencia, de agresión, de ojos cerrados y de engaños.

El PRI ha generado reproches y rechazo en lugar de lograr adeptos.

Priistas y panistas han pegado el grito en el cielo con el puro anuncio de López Obrador de rebajar los sueldos a la clase política enriquecida, de terminar con el incremento de los impuestos, con los privilegios fiscales y el costo del gobierno faraónico improductivo y corrupto que se mantiene a costillas del pueblo pobre. Los sueldos de los más encumbrados burócratas del gobierno son de los más altos del mundo, y ofende a los 70 millones de mexicanos pobres.

Los integrantes de la minoría rapaz, saqueadora, corrupta y atracadora del patrimonio de la nación, están muy alarmados, con miedo de que AMLO gane las elecciones, máxime cuando ha quedado al descubierto la cadena de fracasos de los gobernantes federales y locales a pesar de la alternancia, la guerra sucia y el bombardeo de las televisoras, los periódicos y las encuestas.

La patria no es propiedad de los políticos enriquecidos ni pertenece a los corruptos ni es botín de los delincuentes que le mienten al pueblo.

A AMLO lo pueden robar otra vez y hasta lo podrían asesinar, pero si vivo es vulnerable, muerto sería un símbolo invencible.

Los políticos corruptos y los partidos nos utilizan a los ciudadanos para legitimarse con nuestros votos, pero nos excluyen en la toma de decisiones.

Acabar con la reelección costó una guerra civil entre mexicanos, y ahora la quieren legalizar en lugar de establecer en la ley la revocación de mandato para los defraudadores del pueblo.

Desde el 11 de mayo de este año, una nueva fuerza social ha brotado y crecido en todo el mapa de la patria: Es la voz de los estudiantes. Es su creatividad, su inteligencia, su frescura, su iniciativa, su capacidad para hacer campañas, provocando acciones colectivas instantáneas. Hoy nos dan ejemplo de dignidad.

Los estudiantes se parecen a todo el mundo y nadie se parece a ellos.

Son como el rayo cuyo trueno se prolonga en el espacio y el tiempo. Aún no se apaga el trueno del 68 y ya lanzaron un nuevo estruendo, al grito de “Yosoy 132”.

Los estudiantes con ese grito nos están diciendo que están hasta el tope de mentiras, que han encendido la verdad; que si no los dejan soñar, no dejarán dormir a los políticos esquilmadores, que le han devuelto el poder al pueblo, que pelean su derecho a opinar y a participar en el México que ellos quieren reconstruir y al que pronto gobernarán. Que no quieren a Peña ni al PRI ni a sus imposiciones; ni corrupción ni  impunidad ni pobreza ni guerra. Los estudiantes con su voto –literalmente–, mañana pueden decidir la elección.

Si los muchachos se atreven y han desbaratado la jaula del miedo construida por Calderó por qué nosotros no.

Los políticos corruptos, los encuestadores de paga y Televisa han cometido el error de creer que los chavos son tontos, y ni los consultan ni los toman en serio, pero sí los ofenden llamándolos acarreados o manipulados.

El movimiento #Yosoy132 no es personal, es de todos, es de la juventud estudiantil, no es de nadie en particular, encarna el cambio que reclama todo México.

Vicente Guerrero nos enseñó que “La Patria es Primero”, por eso, por todo lo anterior y por otras cosas que se pueden agregar, invito a todos los guerrerenses y a todos los ciudadanos bien nacidos a que votemos por AMLO.

Si Andrés Manuel López Obrador no es presidente ahora con nuestro voto y el de los estudiantes, este país se irá al despeñadero y se atrasará no 6 años, sino más de medio siglo, poniendo en riesgo que se pueda reventar el mecate que ya está muy estirado.

Hoy por hoy, AMLO es la única oportunidad de componer a este país.

Defendamos a México con el voto de todos por Andrés Manuel López Obrador.

 

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