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Aborda la obra teatral La muerte y la doncella las secuelas que deja haber vivido bajo una dictadura militar

Las heridas de una nación que intenta recuperarse tras los horrores de una dictadura militar, así como la imposibilidad de borrarlas, fueron temas que hicieron reflexionar al público que acudió la noche del sábado al Foro Shakespeare al estreno de la puesta en escena La muerte y la doncella.
En la historia escrita por el Ariel Dorfman, una mujer llamada Paulina (Arcelia Ramírez) asegura que un hombre que visita su casa (Arturo Ríos) es la persona que la torturó y abusó de ella durante la dictadura de su país.
A lo largo de la jornada, Paulina y su esposo Gerardo (Daniel Martínez) se enfrentarán no sólo a la culpabilidad o inocencia del hombre, sino a duros recuerdos sobre sus propios pasados.
Lorena Maza, directora de la obra, dijo tras la función que el espacio reducido del escenario del Foro Shakespeare es apropiado para evocar el elemento alegórico de la puesta en escena.
“Paulina vive prisionera todavía dentro de ese sótano; desde hace 15 años fue liberada, pero al no poder hablar, al no poder contar su historia, al no haber justicia, se quedó encerrada. Y esa es la claustrofobia que se siente a lo largo de las transiciones”, expresó Maza.
“También la idea de que hay un país metido dentro de una casa; es esa sensación de opresión que se siente todo el tiempo”. (Staff / Agencia Reforma / Ciudad de México).

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