Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Julio Moguel

La victoria del “no” y las lecciones de Grecia

La plaza Symtagma de la Atenas milenaria mostró el viernes pasado el aliento multitudinario de lo que dos días después (el domingo 5 de julio) sería una sólida y unívoca decisión del pueblo griego en la lucha por la vida y la defensa de su soberanía. Un rotundo NO (más del 60 por ciento de los votos frente al 38.71 por ciento por el “Sí”), en el referéndum, acaba de rubricar lo que, pase lo que pase en adelante, será un hito histórico en la lucha planetaria contra el capitalismo buitre y moridor encabezado en aquellos y otros lares por la Troika (Fondo Monetario Internacional, Unión Europea, Banco Central Europeo). El resultado sobre “la sólida victoria –dice una nota de prensa– contrasta con los sondeos que auguraban un resultado cerrado”.
Lección número uno. A través de un procedimiento democrático sencillo se alcanzó en el país helénico lo que bajo otros medios no hubiera sido posible, a saber: poner un alto, así sea relativo y con no pocos asegunes, a las desmesuras de un capitalismo desbocado que, dicho en una sola línea, es cual más depredador y obsceno en sus pretensiones acumulativas y de expoliación frente a un mundo que enfrenta ya serios problemas de salud y dificultades enormes, de marca estructural, para asegurar hacia el futuro sus capacidades reproductivas.
Lección número dos. Se trata del “No” preciso y calculado para poner en jaque a la que hoy por hoy resulta ser la voz mandona del espacio económico y político europeo –y viéndolo desde otro ángulo, no sólo europeo–, fuerza que tiende hacia el nazismo como la cabra al monte y que, para no dar lugar a confusiones, asienta sus reales en tierras alemanas. Un débil Hollande –presidente de Francia– mueve sus hilos para tratar de amortiguar el golpe: quiere que la Troika defina términos y condiciones menos onerosos y humillantes para que Grecia cumpla sus compromisos financieros. Pero Ángela Merkel, la canciller de hierro de Alemania, tiene, además del cobro de las deudas, otros inconfesables objetivos: destruir la fuerza moral, social y política del nuevo gobierno helénico comandado por Syriza, pues éste representa, como lo muestra el referéndum mismo, un peligro mayor para la operación sistémica del capital financiero alemán-europeo y para los nuevos planes imperiales de la patria de Hitler.

Syriza y el “No” en el contexto

Dado que se trata de un fenómeno relativamente novedoso, ajeno en un cierto sentido a lo que comúnmente es posible revisar en el día a día de los medios mexicanos, conviene dar aquí algunos datos sobre el “fenómeno Syriza”.
Fue el pasado 25 de enero cuando Syriza (siglas que quieren decir Coalición de la Izquierda Radical) ganó las elecciones federales en la república de Grecia. Su triunfo electoral no se impuso frente a un enemigo débil: ganó con el 36.36 por ciento de los votos, de cara a un bloque coaligado formado por los tradicionales partidos Nueva Democracia (conservador) y el Movimiento Socialista Panhelénico (socialdemócrata). Pero este esquema de balances “interiores” resulta poco menos que engañoso, pues detrás de esta alianza partidaria se encontraba, y no precisamente agazapada, toda la fuerza de la Troika.
El 36.36% de los votos no alcanzó a Syriza para poder gobernar sin un esquema de alianzas (para integrar el cuerpo de gobierno), por lo que tuvo que buscar un punto de apoyo en Griegos Independientes (organismo que obtuvo el 4.7 por ciento de los sufragios). Tema que indicó con toda claridad la fortaleza emergente de la coalición de fuerzas comandada por Alexis Tsipras, pero que también definió algunos de sus puntos frágiles o débiles.

Del 36.36% a más del 60%

La lección número tres. La nota en este punto no es sólo obvia sino elocuente: un bloque de fuerzas que tiene sólo seis meses de haber conquistado el poder –por primera vez– con el 36.36% de los sufragios, ¡gana ahora un referéndum por el “No” frente al poderosísimo bloque de la Troika con más de 60% de las voluntades de Grecia!
El “No” adquiere entonces todo su significado: refrenda con creces el triunfo electoral de y desde la izquierda del pasado 25 de enero, colocando las piezas del tablero nacional y continental en el único espacio en el que es posible vencer –o tratar de vencer– al imperialismo germano.
¿Que el “No” ganado por el gobierno griego es en cualquier caso un salto al vacío? Tal es el contenido central de los mensajes que llegan desde las áreas de mando de la Troika. Pero no es esa la opinión de los que ganaron el “No” ni de los premios Nobel de Economía Paul Krugman y Joseph Stiglitz, quienes aseguran que la salida justa y necesaria de la crisis helénica se resumiría en la posibilidad de salir de la Unión Europea y de regresar al dracma.

El “No” universal de la protesta ¿Y México?

Ya los dirigentes de la española organización Podemos señalaron que el “No” griego marca una ruta clara al movimiento democrático europeo. Los links de la protesta se desprenden de las redes para volcarse en varias partes del mundo en movilizaciones callejeras (Nueva York, París, Londres, Alemania). Cierto: no es un asunto doméstico.
Pero, ¿qué voces partidarias y qué agrupamientos políticos en México se han sumado activamente al “No” de los helénicos?
Hay que volver a cargar todas las pilas y revisar agendas y programas. Con una única y simple convicción de tirios y troyanos: hay que renovarse, o morir.

Nuevos paradigmas de la izquierda

Nadie puede cantar victoria por el “No” ganado por los griegos. Menos aún por el hecho de que, aun con el “No” en el bolsillo, Syriza tiene frente a sí un camino lleno de baches, trampas, obstáculos.
Un terreno a ganar en y desde sus propias filas coaligadas tiene que ver con la formulación de nuevos paradigmas de lucha social y política “desde la izquierda”. Porque aún pudiera existir, bajo el manto protector de los esquemas de Syrisa, un cierto fundamentalismo radical que inclinara las cosas hacia el aislamiento y el autismo (¿no hemos visto el fenómeno en otras izquierdas emergentes? No es entonces tema menor en el debate).
Pero el movimiento vivo de transformaciones que viven las tierras europeas tienen ahora cuerda suficiente para que este específico debate adquiera sus mejores luces. No casualmente es hoy por hoy una discusión central en los espacios españoles. En la muy reciente reflexión de Pablo Iglesias (El País, 28 de junio), dirigente máximo de la organización Podemos (factor de fuerza que en las pasadas elecciones españolas logró golpear fuertemente al tradicional bipartidismo PP-PSOE), el tema de las líneas a seguir en un sentido progresivo y verdaderamente activo en cuanto a sus posibilidades de transformación política y social pasó por cuestionar, en la formulación del dirigente, la pertinencia o no “de seguir hablando de izquierdas y derechas”.
Más aún: en la versión del dirigente de Podemos, “la posibilidad de alterar el mapa político en España en una dirección transformadora […] nada tiene que ver con la izquierda. La izquierda sigue social y culturalmente arrinconada. La clave –sigue diciendo Pablo Iglesias– del momento excepcional que vivimos está en la politización de la frustración de expectativas de los sectores medios, ante su empobrecimiento progresivo.”
Fórmulas y términos de explicación del mencionado Iglesias que no dejan de ser un poco brumosos (esquemáticos y parciales, sin duda), pero que al menos tienen la posibilidad de poner en jaque los maximalismos y polaridades que, en el engañoso “todo por el todo” pregonado por la izquierda del pasado (llamémosla así; pronto adquirirá nombre y apellido), terminaron por vivir y hacer vivir a muy amplios continentes poblacionales las más grandes derrotas de la historia moderna. (Pablo Iglesias enumera en el texto mencionado algunas de esas históricas derrotas).
Pero hay otro punto en el mensaje de Iglesias que es aún más claro en el plano de la recomendada reconfiguración de paradigmas. Dice el dirigente de Podemos: “Los cambios políticos profundos (que implican siempre ganar el poder institucional) sólo son posibles en momentos excepcionales como el que atravesamos, pero requieren de estrategias precisas. Nosotros trazamos la nuestra […]. Respetamos la de otros compañeros pero no nos situaremos en terrenos que nos alejen de una mayoría popular que no es ‘de izquierdas’ […] pero que quieren el cambio”.
Estemos o no de acuerdo con Iglesias, vemos que sus preocupaciones, preguntas y propuestas se encuentran ubicadas en el espacio-tiempo en el que ahora se tejen y proyectan los cambios profundos del planeta.
Como en el caso de los magníficos griegos.

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