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Abandona Aguirre el Paseo del Pendón luego de recorrer apenas tres cuadras

“No había condiciones para que siguiera”, dijo un agente de su seguridad. Malinforman al gobernador que estudiantes de Ayotzinapa lo increparían y se meterían al desfile

Rosendo Betancourt Radilla

Chilpancingo

Sin que se diera una explicación oficial, el gobernador Ángel Aguirre Rivero abandonó apresurado el Paseo del Pendón que encabezaba cuando éste sólo había recorrido tres cuadras, aunque el hecho ocurrió ante la vista de tres camiones de la Normal Rural de Ayotzinapa estacionados en la Alameda Grnados Maldonado en la ruta del recorrido. Agentes de Seguridad Pública del estado y municipal dijeron que el gobernador se retiró porque “no había condiciones para que siguiera”. La descubierta con el gobernador, su esposa Laure del Rocío Herrera, los alcaldes de Chilpancingo, Héctor Astudillo, y Acapulco, Manuel Añorve, y el secretario de Gobierno Humberto Salgado Gómez caminaba por la calle 5 de Mayo, cuando al llegar a la esquina con Belisario Domínguez, miembos del equipo de seguridad de Aguirre le informaron que en la alameda Granados Maldonados se encontraba un grupo de normalistas que lo increparían y se meterían al desfile. Casi de inmediato Aguire y su esposa se retiraron del desfile que marca el inicio de las fiestas decembrinas en la capital y se retiraron en una camioneta. Luego se supo que los estudiantes se dirigían a dos estaciones de radio en las cuales ocuparon las respectivas cabinas para emitir sus mensajes. “Nosotros no eníamos planeado protestar en el Paseo del Pendón, esto es una tradición de la gente de Chilpancingo que nosotros respetamos”, dijo uno de los normalistas. Luego, ya en el desfile, participó el Club de Danza de la normal de Ayotzinapa con la Danza de la Pluma. Antes de los bailadores iban cuatro padres de familia sosteniendo una manta que decía ¡¡¡No más impunidad en el estado y el país!!! A su paso predominaba el silencio, aunque se escucharon esporádicos gritos de apoyo –“Vamos adelante ayotzis”, se escuchó en la acera del hotel Regina de la calle 5 de Mayo y Corregidora– o de repudio. Uno de éstos últimos se escuchó de una señora que lanzó un “Aguirre, duro contra los ayotzinapos”, antes de que el gobernador desistiera de continuar el recorrido. Esto ocurrió alrededor de las 12 del día, cuando un miembro de la escolta del gobernador comentó: “Esto ya valió madre, allá abajo están los ayotzinapos”. Y con este prejuicio disfrazado de información influyeron en el gobernador que de inmediato se retiró del desfile y no completó el baño de pueblo que pretendía. El carnaval que se realizó con miles de asistentes, continuó sin el gobernador y con miles de jóvenes y adultos, cientos de litros de mezcal y cerveza, pocas danzas y mucha propaganda política, principalmente de los priístas Luis León Aponte y Jorge Salgado Parra. También se supo de un hombre que resultó con quemaduras de segundo grado cuando lo impactó un cohete. Se llama Víctor Orbe y tiene 38 años, el impacto fue en la pantorrilla derecha y de inmediato se le trasladó desde el barrio de San Mateo, donde se encontraba, a la clínica del ISSSTE. Así, desde el sábado la capital del estado se convirtió en una ciudad cosmopolita que albergó a personas de toda la entidad y varias partes del país. Ese día por la tarde, en un recorrido por seis de los hoteles más importantes de la capital, se pudo constatar un lleno total. Llegaron de Chichihualco, Mochitlán, Chilapa, Cuajinicuilapa, Tecpan, Atoyac, Iguala, Altamirano, Distrito Federal, Pachuca, Puebla y California, Estados Unidos, al menos, y se divirtieron “como enanos”, “hasta el full”, según sus propias palabras. Algunos incluso tuvieron que empeñar o vender alhajas, relojes y hasta los zapatos para regresar a su lugar de origen, porque perdieron el dinero o porque se lo gastaron en la compra de cerveza que en algunos establecimientos llegó a venderse hasta en 120 pesos el paquete de seis latas. Gobernante pop star Al comenzar la marcha, a las 11:20 de la mañana, el anfitrión Héctor Astudillo fue flanqueado por sus correligionarios el alcalde de Acapulco, Manuel Añorve, y por los diputados locales que ansiosos buscan suceder al primero, Jorge Salgado Parra y Marco Antonio Leyva Mena, y por el gobernador. Pero la fiesta no comenzó con el paseo, cuando los políticos empezaron su marcha, pues los asistentes, turistas y locales, tenían rato con música y una impresionante ingesta de alcohol que a esa hora ya mostraba sus efectos. La gente que zigzagueaba era el común denominador. En cuanto llegó Aguirre Rivero, la gente se soltó en porras, esquivó al extenso personal de seguridad y abrazó al gobernante. Incluso lo jalaban de un lado a otro para poder besarlo y abrazarlo. Era todo un pop star guerrerense. Pero el gusto fue para muy pocos fanáticos, media hora después Aguirre puso pies en polvorosa, tomado de la mano de su esposa Laura del Rocío Herrera. Detrás de ellos, en la calle Belisario Arteaga justo a un lado del centro de Telmex, se escuchaban los gritos, casi de terror, de su secretario general de Gobierno, Humberto Salgado Gómez: “¡Déjenme pasar, déjenme pasar!”, exigía a la gente que le cerraba el paso porque su jefe ya casi abordaba la camioneta en la que se irían del lugar. Mientras, unos 20 jóvenes repartían propaganda de Luis León Aponte llamando a apoyarlo “en la precandidatura”, otros 50 echaban porras y repartían sombreros con el nombre de Jorge Salgado Parra. También había porras para Marco Antonio Leyva, que simulando el característico grito de los movimientos sociales “alerta, alerta que camina, la lucha guerrillera…” cambiaban la última estrofa para elogiar al político. Degusta un rico mezcal Pero en general, la marcha fue de la gente, de los jóvenes. Los contingentes que hicieron que el paseo durara más de cinco horas fueron de chavos de los diferentes barrios de la capital. Todos llenos de energía, desbordaban alegría, se besaban, corrían, posaban para las fotos. Y bebían alcohol a caudales. Las calles con la gente desbordada en ellas, despedían un fortísimo olor a maguey. Un visitante del Distrito Federal pidió probar aquella bebida que despedía tan exquisito olor y un acomedido le dio de probar. El joven de unos 30 años pidió más y luego otro más. Después, sacó todo el mezcal que ingirió por el mismo lugar que entró y se justificó, “no estoy borracho, es que esto sabe rico, pero es puro fuego”. “No te preocupes, es que eres chilango, luego te vas a acostumbrar”, le decía un hombre local. Luego de dos horas de danza, de ingesta de mezcal y de exposición al sol dentro de sus pesadas vestimentas, los tlacololeros mostraron ser personas comunes. Unos jadeaban, todos sudaban, uno se quitó la máscara y agachó la cabeza buscando una bocanada de aire. Pero la mayoría se mantenía en el papel, chicote al aire brincaban mientras resonaba de entre sus máscaras un fuerte grito gutural imitando al de una perra o al del tigre. También se abalanzaban sobre niños, hombres y mujeres para hacerlos correr. Un Chilpancingueño recomendó a sus invitados “no corras porque más te corretea”. Contra Ayotzinapa En la casa de la familia Tejeda Vargas, familiares del presidente del patronato de la feria Jesús Tejeda, una niña de unos 6 años de edad cargaba una pancarta que decía: “Cierren Ayotzinapa, ya estamos hartos”, y en la casa de los mismos mantas con leyendas similares. También un joven bromeó para apresurar a sus compañeros: “Corran que ya vienen los ayotzinapos”, como se les dice de manera despectiva a los estudiantes de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos. Incluso, hubo momentos en que la caravana se detenía porque quienes iban a la cabeza lo hacían para esperar a más gente o porque algún caballo se detenía a bailar más tiempo al ritmo de los aplausos de los espectadores. Pero la gente decía, “es que están bloqueando los ayotzinapos”. Algunos preguntaban ¿por qué el gobernador no viene? Y alguien les contestaba “es que los ayotzinapos”. Todo malestar era encaminado a culpar a los estudiantes campesinos que el lunes 12 de diciembre perdieron a dos compañeros Gabriel Echeverría de Jesús y Alexis, por balazos de fuerzas policiacas, mientras protestaban en la Autopista del Sol para exigir mejores condiciones educativas. La fiesta continuaba a las afueras de las instalaciones de la Feria de Navidad y Año Nuevo, miles de personas se arremolinaban para ver el Porrazo del Tigre, pelea estilo greco-romana en donde representantes de los barrios de Chilpancingo buscan someter a su contrincante. Y ganó alguien que, decían los perdedores, era un luchador profesional, lo que está prohibido por el reglamento que exige que sólo pelee gente común y corriente de los barrios. Es como si las danzas las escenificaran coreógrafos y bailarines profesionales y no los vecinos, como ha sido la tradición desde hace 186 años que se cumplieron ayer.

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