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Señala activista que la falta de atención a enfermos con VIH es una forma de violencia

“En una ocasión una doctora se retiró de mí, porque tenía sida”, relata Isidro Ortiz Bernal, que desde que fue diagnosticado realiza trabajo de concientización para evitar que otros padezcan esta enfermedad

Lourdes Chávez

Chilpancingo

Durante la conmemoración del Día Mundial de la Lucha contra el Sida, Isidro Ortiz Bernal, un personaje de la ciudad que dedica su vida a promover la sexualidad de forma responsable entre jóvenes y adolescentes, denunció que existe otro tipo de violencia cruel en los sistemas de salud en Guerrero, que nadie toma en cuenta. Entrevistado en el zócalo de Chilpancingo, su lugar habitual, dijo que por un lado “los medios dan cuenta de la violencia cruel que está matando a nuestros hijos”, y por otro, el gobierno con los servicios que no nos da, ejerce violencia para matarnos, no nos dan trabajo y no nos dan salud. En 1996, Chilo –como mejor se le conoce–, recibió el diagnóstico de una infección con el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH); desde entonces y a sus 71 años de edad, comparte con todo aquel que desee escucharlo, su experiencia de vida y su trabajo para evitar que los jóvenes padezcan esta enfermedad. Informó que se afilió al Seguro Popular, “para ver qué onda”, pero no recibió un mejoral, y la clínica del seguro social, de donde es derechohabiente, tiene muchas deficiencias y han tenido malas experiencias. “En una ocasión una doctora se retiró de mí, porque tenía sida”, uno o dos años después le hicieron cirugía en la ciudad de México, y los médicos le preguntaron por qué no acudió antes a urgencias en Chilpancingo, “les dije que sí fui pero la doctora se negó a atenderme”. En diciembre del año pasado tuvo otra crisis, “fui a la clínica, me atendieron dos médicos viejos y succionaron el líquido acumulado en mi hígado que había dejado de funcionar”. A los tres días, más enfermo, fue a un hospital del Seguro Social en la ciudad de México, donde los doctores se molestaron por aquel procedimiento y dijeron “qué increíble que haya gente tan tonta en el Seguro Social, cómo te hicieron esto”, porque debió recibir medicamento para que su cuerpo expulsara los líquidos por sus propios medios. Consideró que a pesar de la aceptación entre comillas del sida, a los enfermos con VIH se les deja en último lugar, “es una represión, es algo que nos devasta y nos fastidia, es cruel”. Sobre los retrovirales, medicamento para prevenir el desarrollo del VIH, dijo que a los enfermos dan dosis para uno o dos meses, y después ya no hay, y si un mes se deja de tomarlos, el virus se acostumbra al medicamento, y cuando se vuelve a tomar el organismo ya no lo reconoce, ya no hace efecto. Durante dos días y como arte de las actividades del Día Mundial de la Lucha contra el Sida, Chilo distribuyó en el Zócalo de Chilpancingo 15 mil condones del sector Salud. Consideró que su distribución entre los adolescentes no se debe limitar a uno o dos condones, como se acostumbra entre las organizaciones promotoras de educación sexual y en el sector salud, porque “ellos son inquietos y son sociales”, dijo. Recordó que cuando le detectaron el VIH, fue muy cruel, muy doloroso y conflictivo, “me despreciaron algunos y dije, nadie tienen que vivir lo que yo he vivido, me di a la tarea de dar pláticas sobre educación sexual, sobre sida y repartir condones”. Chilo dijo que celebra el día internacional del sida, los 365 días del año “porque vivo con él, estoy peleando contra él y además he aprendido a respetarlo y a quererlo, porque esa enfermedad me ha hecho ser diferente. Antes era yo muy indolente, muy desmadre, muy puto, es la palabra, y todo eso cambió radicalmente”. Considero que sus pláticas con los adolescentes son efectivas porque “soy muy grosero, le llamo al pan, pan y al vino, vino, y todos entienden mi trama”. Comentó que en Tlapa, los maestros se quedaron sorprendidos, y una profesora le dijo, “en mi vida había visto que los chamacos le dieron un beso a alguien y además sidoso, ¿cómo es posible?, les robaste el corazón”.

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