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La misma noche del 7 de junio se desvaneció la acusación contra los ocho detenidos en Tlapa

La noche del 7 de junio se desvaneció la acusación a los ocho detenidos; lo urgente era regresarlos a Tlapa

*En Acapulco se enteraron de que los colonos tenían retenidos a 30 policías federales para intercambiarlos y en la carretera en Chilapa supieron que federales y militares habían irrumpido en la iglesia y habían matado a Antonio Vivar. Pararon en Chilpancingo porque el gobernador quería tomarles fotos. Después de su liberación, tienen miedo de ser nuevamente arrestados porque no les dieron algún documento que diga que son inocentes, y policías los han buscado

Carmen González Benicio y Antonia Ramírez

Tlapa

(Tercera parte y última)

Cuando los ocho detenidos en Tlapa el día de las elecciones fueron trasladados del cuartel militar al aeropuerto de Acapulco en helicóptero, tenían claro que los querían acusar de fabricar bombas molotov para boicotear las votaciones, pero poco después se dieron cuenta de que ese propósito estaba rebasado por las nuevas tensiones, y ya en la noche, lo que importaba era su regreso a la ciudad de La Montaña para intercambiarlos por 30 policías federales que los colonos habían retenido.
A los maestros Juan Sánchez Gaspar, Pablo Abad Díaz, Raúl Sierra de Jesús, Francisco Ortega Vicente, Ángel Basurto Ortega, las jóvenes Agustina Luna Martínez y Herlinda Iturbide Pinzón y wl adolescente Julián Ayerdi Chavelas, ya no los llevaron a la agencia del Ministerio Público federal en Acapulco, detenidos. Ya ni estaban detenidos ni acusados de nada. Lo urgente era regresarlos a Tlapa. Los bajaron del helicópero y los pasaron a camionetas puestas por el gobierno del estado, que los llevó primero a Chilpancingo, porque el gobernador, Rogelio Ortega Martínez, quería tomerse una fotografía con ellos, y después a Tlapa.
En Acapulco se enteraron de la movilización popular en Tlapa para exigir su liberación, de las tensiones porque los colonos tenían retenidos en la iglesia de la colonia Tepeyac a 30 policías federales, y cuando iban por Chiapa, en la carretera, ya de camino para hacer el intercambio, supieron que efectivos federales y militares habían entrado a la iglesia a rescatar a los policías retenidos, que habían matado a un miembro del movimiento –Antonio Vivar Díaz– y que había persecución de maestros y colonos en la ciudad.
Como a las 7:30 llegaron a Chilpancingo, los federales los llevaron directamente al Palacio de Gobierno con el gobernador, Rogelio Ortega Martínez, ahí recordaron que se comunicó con el director del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, Abel Barrera Hernández, para ponerse de acuerdo dónde los entregarían en Tlapa y que se pudiera distender la situación por la retención de los policías federales que hicieron vecinos, familiares y profesores que pedían la liberación de los ocho detenidos.
De manera general recordaron que el gobernador les dijo que había problemas en Tlapa y que era urgente que llegaran y Juan Sánchez le dijo que si era urgente por qué no nos trasladaban en helicóptero como se los habían llevado y Ortega respondió que tenían prohibido volar de noche y que por ese motivo no podía hacerlo.
El profesor Francisco Ortega  dijo que el gobernador estaba preparado con carros blindados para trasladarlos, “ahí nos tomaron fotografías con el gobernador donde él decía que intervino para que nos regresen con nuestra gente, decía que estaba muy tensa la cosa y que nos tenían que trasladar a Tlapa, hubo mucha gente que nos tomó fotografías y de ahí ya nos subieron”.
El profesor Juan Sánchez recordó que el gobernador les dijo: “cómo están amigos, a ustedes los necesitan en Tlapa, nos tomamos unas fotos, antes de que se vayan y vean que están bien, se van a Tlapa allá los necesitan”, sin decirles por qué fueron detenidos y llevados a Acapulco y luego a Chilpancingo.
Pablo Abad recordó que el gobernador les dijo lo que acontecía en Tlapa que estaba difícil y que hablaran con la gente para que no pasara otra cosa. “Al gobernador le urgía entregarnos y si nos hubieran regresado en helicóptero a lo mejor se evita la muerte del compañero”, dijo, en referencia a Antonio Vivar Díaz, del Movimiento Popular Guerrerense (MPG), asesinado por policías federales y militares que entraron a la iglesia a rescatar a otros 30 federales que los colonos retuvieron para intercambiarlos por los ocho detenidos.
Mencionó que fue el profesor Juan Sánchez quien más se comunicó con sus familiares porque les dieron la oportunidad de hablar por teléfono y ahí les dijeron que la situación estaba tensa.
Juan Sánchez recordó que habló con su hijo, y le informó: “vamos a llegar en cuatro horas  ve que se atienda la liberación de los policías para evitar más tensión y dijo que iban a ver porque la gente estaba muy enojada y los quería tener primero en libertad para liberar a los policías”.
Agregó que salieron como a las 8:50 de Chilpancingo y al llegar a Chilapa llamó  nuevamente a su hijo: “vean las cosas y me dijo, jefe ya estamos todos en la casa de mis tíos, encerrados, no podemos salir, la policía entró, hubo golpes y balazos y parece que cayó uno”, recordó.
Ahí el adolescente, Julián Ayerdi Chavelas, llamó a su mamá: “mami te aviso que voy a llegar noche y cuando llegue te explico”, y les dijo que estaba bien, contó después el profesor Juan Sánchez.

Los entregan en Tlapa

Los entrevistados fueron acompañados desde Chilpancingo por el subsecretario de Movimientos Sociales del gobierno del estado y dos personas más. Dijeron que llegaron al seminario Tonantzin, en la comunidad de Tlaquilzinapa, como a la una de la mañana y fueron recibidos por un religioso en el seminario que estaba repleto de policías federales.
Tardaron como una hora en la camioneta en lo que se comunicaban y luego entraron al seminario donde estuvieron otro rato esperando al delegado regional de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos, Celso Vázquez, el presidente municipal, Isaías Rojas, regidores del Ayuntamiento, el director de Tlachinollan y el fiscal de la agencia del Ministerio Público y dijeron que no podían entrar a la ciudad porque las cosas estaban muy tensas, sin darles detalles, mencionó el profesor Francisco Ortega Vicente.
Acordaron ir a la Agencia del Ministerio Público, en la colonia Caltitlán, para levantar un acta de acuerdos de que fueron entregados a sus familiares porque no había ninguna acusación o demanda y no les encontraron nada, fue un acta que decía que los entregaban con su familia y que no había nada que los inculpara, coincidieron todos.
Eran ya entre las  5:00 y 5:30 de  la mañana cuando salieron del lugar.

Tenemos miedo, no somos responsables, se defienden

Pablo Abad responsabilizó a los gobiernos municipal, estatal y federal de lo que les pase a su persona y familia porque dos semanas después del 7 de junio fueron a su casa cuatro personas en una camioneta blanca, dos de ellas se bajaron y preguntaron por él y su esposa respondió que no estaba, pero se quedó con la idea de que son agentes ministeriales.
El profesor Raúl Sierra mencionó que tiene temor “le he dicho a mi esposa qué vamos hacer, pues estas personas no se tocan el corazón, así como mataron a este muchacho, qué podemos esperar, no sé si sólo vamos a denunciar a la prensa o qué y a quién vamos a responsabilizar de lo que nos pueda pasar”.
Mencionó que como le quitaron su teléfono celular y no se lo han devuelto ha observado actividad en su correo y en su whatsapp y tiene temor de que le inventen cosas y lo detengan nuevamente, porque se quedaron con su credencial del INE, que tiene su dirección.
“Sí, tengo miedo”, remarcó a la pregunta de si tenía temor de ser detenido nuevamente de forma arbitraria al no haber orden de aprehensión ni flagrancia como manejaron las autoridades estatales.
Juan Sánchez dijo que no sólo él sino su familia temen por su integridad física y tienen miedo de los policías sean federales, estatales y de los militares. “Mis hijos salen a la escuela con miedo, mi hija de secundaria me dijo, papi mejor ya no voy que tal salen los policías y nos llevan, nos detienen”.
Mencionó que aunque le dice que eso no se repetirá, no les puede quitar el temor “le digo que nosotros no hicimos nada, no debemos nada, que fue una confusión que me llevaran”.
Recordó que si los federales le dijeron que alguien brincó de las instalaciones de la CETEG a su casa fue una mentira o se fue a otro lado y no entró a su casa donde sólo estaba su familia, aunque piensa que por la movilización de los profesores “tal vez querían un pretexto”.

Los detuvieron en flagrancia, haciendo bombas molotov, declaró Rogelio Ortega

El 12 de junio, en entrevista en el programa radiofónico Atando Cabos de la periodista Denise Maerker, el gobernador dijo que policías federales detuvieron “en flagrancia” a seis maestros y dos vecinas, que fue lo que detonó la movilización de los colonos de El Tepeyac, que retuvieron a 30 agentes y los llevaron a la iglesia como garantía de la libertad de los ocho detenidos.
La periodista le preguntó al gobernador de la negociación y éste contestó que “desde el inicio las cosas iban marchando bien en el proceso electoral en Tlapa, hacia las 3 de la tarde incendiaron una camioneta y fue ahí cuando se fue incrementando el clima de tensión”, dijo. Ortega Martínez narró a la conductora su versión de los hechos ocurridos en Tlapa el domingo y recordó que fueron detenidos y trasladadas ocho personas por la Policía Federal a la ciudad de México, debido a que fabricaban bombas molotov.
El profesor Francisco Ortega dijo que tiene miedo de que lo vuelvan a detener  “ya volví a trabajar y me dicen que los policías federales y los militares recorren las calles en busca de maestros y no nos dieron una garantía de que no debemos nada, en la forma que nos llevaron y como nos entregaron, no hubo un documento que dijera estás liberado, no estás ligado a ningún delito”.
El temor del profesor aumenta porque “tomaron mis datos, saben dónde encontrarme” y por eso piensa que en cualquier momento lo volverán a detener “qué me queda sólo soy un trabajador, como verán vengo llegando de mi trabajo”, lo dijo mientras abría las puertas de su casa donde  había libros, documentos y una computadora.
Durante la plática Pablo Abad comentó que lo narrado fueron los hechos reales “nos agarraron sin estar haciendo algo, jamás fue como dice el gobernador haciendo bombas molotov o en flagrancia, pues me agarraron en la carretera”, y que al platicar con los demás supo que al adolescente Julián, a las dos señoritas Herlinda y Agustina, y a dos profesores los agarraron cerca de la Coordinadora y al profesor Juan lo sacaron de su casa. “Eso no es flagrancia y nos detuvieron de forma arbitraria porque no presentaron ninguna orden”, dijo.
Contó que su carro fue abandonado por los policías federales en la talachería, donde lo detuvieron, porque el día 8 de junio pasó por el lugar y lo vio y no se acercó por temor y creyó que estaban a cargo los militares quienes le llamarían para entregárselo, pero no lo hicieron, ahí se habían quedado documentos importantes en una mochila, estaba la chequera de los recursos de la Normal Regional, de la que es subdirector.
El día 9 de junio un vecino le dijo que alrededor de su carro estaban los tránsitos  que se iban a llevar el vehículo porque estorbaba la entrada del portón y que ellos ya habían preguntado a los federales si tenían alguna información y les contestaron que ahí lo habían dejado y no sabían nada; entonces su vecino movió el carro y luego fueron por él.

Estrategia para responsabilizar al movimiento

En la entrevista Pablo Abad atribuyó su detención a que en meses anteriores lo identificaron como activista y porque el día 6 de junio se manifestó con delegados y comisarios contra la represión a los profesores el 5 de junio. Ese día, maestros de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG) realizaban una marcha en Tlapa para manifestarse contra el desalojo del Palacio Municipal que realizaron integrantes de un grupo de chouqe la noche del lunes 1 de junio, cuando fueron reprimidos y golpeados por policías y el grupo de choque.
Habló de que el Estado tenía una estrategia de cacería para desactivar las protestas en el proceso electoral y hacer culpable al movimiento y sólo buscaron un pretexto, para eso intentaron responsabilizarlos de la quema de la camioneta en el puente del río Jale, el 7 de junio, ocurrida como a la una de la tarde aproximadamente porque “en el Batallón nos culparon de quemar una camioneta y que más pensábamos hacer”, recordó.
Manifestó que el movimiento contra el boicot electoral que planteaba el Movimiento Popular Guerrerense (MPG), en apoyo a los padres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, “estaba desactivado y eso había iniciado con el desalojo del Ayuntamiento por el grupo de choque y por la agresión el 5 de junio a Juan Tenorio  y a Leogín Sánchez, ellos ya habían manifestado que sólo harían volanteo informativo para apelar a la conciencia de la gente, aunado a que otros estábamos en la lógica electoral”, para remarcar que fue el coordinador de estructura electoral de la candidata del PRD en este municipio.
Por eso consideró que la estrategia del Estado fue también para desactivar la estructura del PRD en el municipio porque sabían que si algún perredista estaba en problemas los demás buscarían la manera de ayudar y eso fue lo que ocurrió, “dejaron de pensar en la jornada electoral, en cuidar las casillas y creo que ahí aprovecharon para meter el triunfo del PRI, con Javier Morales Prieto”.
Además de que generaron un ambiente de confrontación para que la gente que pensaba  votar por una opción diferente al PRI no lo hiciera y mejor se sumaran en la defensa de las personas detenidas y esas últimas tres horas de la jornada electoral fueron aprovechadas por los priistas.
“Por eso nos querían construir pruebas del delito y nos decían a cada rato que las cosas eran nuestras, que dijéramos que con eso nos agarraron y que nosotros éramos responsables de la quema de una camioneta”, aunque un policía federal que lo llevaba agarrando del hombro le dijo que los iban a liberar, que no se preocupara.
En el caso del profesor Juan Sánchez es papá de profesor golpeado el 5 de junio por el grupo de choque y la Policía Estatal, Leogín Sánchez, quien se recupera de sus lesiones.
Los profesores reiteraron por separado que sólo algunos se conocían de vista, que son de pueblos indígenas distintos y a tres de ellos, el adolescente y las dos mujeres no las conocían, pero después de lo que vivieron no se olvidan de sus nombres ni sus caras.

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