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Humberto Musacchio

El INE opera con dos varas de medir

El Partido del Trabajo demanda que se respete su registro, mismo que pretende quitarle el Instituto Nacional Electoral. PRI, PAN y PRD, en su afán de restringir las opciones de la ciudadanía, elevaron a tres por ciento (antes era dos por ciento) el mínimo de votación para que un partido pueda continuar en la competencia por el voto.
Con base en esa norma ciertamente injusta, en tanto que limita los derechos del elector, se quiere dejar sin registro al PT, arguyendo que sólo recibió 2.99173 por ciento de la votación total, 996 mil 464 sufragios, por lo cual le faltarían 3 mil 300 votos, menos de una centésima para obtener el ansiado tres por ciento. Alguien dirá que dura es la ley, pero es la ley. Sí, pero…
Por razones que no se han explicado a la ciudadanía, el domingo de la elección el INE llevaba dos contabilidades, las que en el curso del conteo presentaron grandes diferencias, al extremo de que en las primeras horas del lunes 8, uno de esos recuentos, el que supuestamente informaba al público, sumaba ya más de cien por ciento de los votos, mientras el otro, el paralelo que sólo era para consumo interno, arrojaba otros números.
Cuando se hizo evidente la colosal diferencia que arrojaban ambos sistemas, el Consejo General del INE optó por suspender el conteo para emparejar los números de afuera con los de adentro. Después de media hora, o más, quienes seguían el curso de la elección desde afuera del INE pudieron entrar nuevamente al sistema, pero los supuestos resultados ofrecían grandes diferencias con los que ya se tenían.
Fue así como, después de la caída del sistema, el PT apareció con 37 mil votos menos, pues inicialmente tenía un millón 33 mil 501 y después del ajuste de sistemas ya sólo le adjudicaban 996 mil 464 votos, 37 mil 37 menos, los que el PT reclama porque de una mínima parte de esos votos depende que conserve su registro.
Lo más grave del asunto es que el INE no ha podido aclarar debidamente qué pasó esa noche con los sistemas de conteo. No ha dicho por qué se llevaban dos recuentos –¿uno confiable y otro no?– y su “explicación” de que se equivocaron los empleados que alimentan el sistema es más sospechosa que verosímil.
El Instituto debe responder a satisfacción de los ciudadanos por qué se pudo incurrir en un error tan grosero –si es que se trató de un mero error– y por qué los empleados que participaron del recuento pudieron equivocarse. Se dice que vaciaron dos veces las mismas “sábanas” (las hojas con los resultados distritales), pero se supone que habían sido adiestrados precisamente para que eso no ocurriera.
El INE tiene 18 mil empleados en nómina y ahora dispuso de varios miles más, contratados para esta elección. Se da el lujo de poseer dos sistemas de conteo paralelos, que no son precisamente baratos, e incurre en una falta inadmisible hasta para el más mediano aprendiz de contabilidad. Y nadie sabe quiénes son los responsables del desaguisado, no se informó si fueron sancionados, se ignora si falló alguna de las empresas que elaboraron los programas y de ser así qué sanción se le aplicó. En fin, todo es misterio en torno a un asunto de interés público.
Y mientras el INE se muestra rigurosísimo con un partido identificado como de izquierda, dejó hacer al PVEM cuanta tropelía se le ocurrió a sus gerentes: regalos, gasto desmedido, compra de votos, propaganda el día mismo de los comicios, casillas zapato y otros abusos sin cuento que merecieron multas que para la pandilla verde eran de risa, probablemente porque se pagarían de una fuente prohibida.
Por sus reiterados abusos y con pleno apoyo en la ley, el partido del pajarraco debió ser privado del registro y sus dirigentes llevados a tribunales para responder por sus delitos. Pero para evitarlo están los consejeros del INE afines o impuestos por el PRI y el gobierno, sus paleros y los indecisos que nunca faltan. Igualmente, para efectuar los procesos alquímicos, están los funcionarios del INE impuestos por esos mismos consejeros y las empresas contratadas por los citados funcionarios.
Cancelar el registro al PT por errores del propio INE, que han puesto en duda la veracidad de los resultados, mientras se respeta al cártel pevemista que una y otra vez ha dado motivos para ir a la cárcel, no sólo es injusto, sino suicida para quienes pretenden favorecer al PRI y a sus aliados. El asunto apesta.

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