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Carlos Pérez Aguirre

Los retos del próximo gobierno

Una vez concluido el proceso electoral, independientemente de los fraudes, las múltiples irregularidades y los pactos que algunos o muchos de los candidatos ganadores hayan  tejido con grupos criminales, el inadecuado y manipulado  sistema electoral nos impone hoy nuevas autoridades que habrán de tomar posesión en diversos momentos –diputados primero, presidentes municipales y su comunas después, para finalmente instalarse  el gobierno estatal.
Las impugnaciones, por legítimas que hayan sido y con los sustentos presentados, seguramente se desecharán con argumentos poco convincentes; por el momento no existe de otra, esa es la tónica ya sabida. Pero estas nuevas autoridades tendrán que enfrentar una compleja y diversa problemática, aunque sabemos que a la gran mayoría de los que llegaran poco o nada les interesa gobernar en beneficio de los ciudadanos, pues están convencidos de que las despensas y las dádivas repartidas durante la campaña electoral son más que suficiente como esfuerzo realizado, y ahora sólo les interesará procurarse con los mejores negocios para sus respectivos grupos familiares y séquitos. Si alguien duda de lo dicho, sólo tendrá que darse una vuelta por sus respectivas localidades y observar su entorno, realizando cuestionamientos simples: ¿Ha mejorado la calidad de los servicios, caminos, carreteras, calles, alumbrado, agua, drenaje? ¿Se ha incrementado la actividad económica y la generación de empleos en la localidad? ¿Ha disminuido la delincuencia, y los jóvenes y los niños se divierten, estudian y deambulan con tranquilidad en las calles?
Creo que en la mayoría de las comunidades los saldos serán negativos, por lo menos en la capital, Chilpancingo, y en varias ciudades, el deterioro es evidente. Luego entonces, los retos de los nuevos gobiernos municipales y estatal son muchos, pero se resumirían en: 1. Terminar con la delincuencia criminal –objetivo poco posible si existe colusión o compromiso con los grupos. 2. Mejorar la economía regional e incrementar el nivel de empleo. 3. Mejorar e incrementar los servicios públicos, y 4. Combatir la corrupción –objetivo prácticamente imposible, porque varios de ellos y sus principales colaboradores, nacieron con ella.
Los guerrerenses hemos transitado durante nuestra historia postrevolucionaria con muchos gobiernos estatales que no han concluido sus periodos sexenales por diversas causas, una de ellas, que ha sido recurrente, es la revuelta social contra pequeños tiranos que se alejan de la función de gobernar para el ciudadano.
Hoy, la población está más organizada, informada y sensible, por ello los nuevos equipos de gobierno deben trabajar para mejorar la entidad, evitar el nepotismo y la corrupción; de no ser así, se generará nueva inestabilidad que buscará nuevos gobiernos que funcionen.
La historia de Guerrero ha dado lecciones que se deben aprender, el nuevo gobierno estatal llega con una legitimidad cuestionada seriamente en dos flancos, uno es la percepción ciudadana de que nacieron de un proceso sumamente viciado, y otro el señalamiento directo de su presunta vinculación a campaña con grupos delincuenciales (según lo ha declarado su principal adversaria, Beatriz Mujica).
Lo que se observa es su cercanía con grupos desprestigiados del priismo, como Manuel Añorve, Jorge Salgado, etcétera. Los mensajes, a unos meses de que integren sus equipos de trabajo y su gobierno, son realmente desalentadores. Recordemos como antecedente ilustrativo, el nombramiento de una secretaria de la escuela que maneja su familia, nada menos que,  como diputada federal, algunos han nombrado a su caballo, cualquier comparación es mera coincidencia, pero mal comienzo.

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