Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

La añoranza de no poder volver al pueblo, así es la vida de un guerrerense en Chicago

Margarito Rodríguez, de 48 años, es un suriano que dejó todo para vivir en la Ciudad de los Vientos, igual que los aproximadamente 300 mil guerrerenses que habitan en esta área metropolitana

 

Guillermo Cassani Calva

Chicago, Illinois

Chicago es la tercera ciudad más poblada de Estados Unidos y con el mayor número de rascacielos del país. Bañada por el lago Michigan, se le conoce como la Ciudad de los Vientos, porque aquí soplan con tanta fuerza en invierno que se registra una sensación térmica de hasta 20 grados bajo cero. Fue el paraíso de Al Capone y el lugar en el que el presidente Barak Obama inició su carrera política y conoció a su esposa.
El Sur platicó con un guerrerense que ha sabido triunfar a su manera, en una ciudad capaz de hipnotizar con sus encantos, cuna del blues eléctrico.
Margarito Rodríguez Hernández, de 48 años, es un suriano que dejó todo para venirse a vivir a Chicago, porque igual que los aproximadamente 300 mil guerrerenses que habitan en el área metropolitana, que comprende Chicago, el sur de Wisconsin y el norte de Indiana, quería un futuro mejor para él y para su familia.
Es la mañana del miércoles 8 de julio, por las calles de Chicago se vive un día típico de verano. El clima era bueno para pasear relajadamente, admirando parques y edificios, también para visitar el domicilio número 4758 al Oeste de la Avenida Fullerton, lugar acordado para la entrevista.
A las 16 horas con 20 minutos, Margarito recién cerró su restaurant La Guerrerense, ubicado en el barrio mexicano, a unos pasos de la Oficina de Representación de la Secretaría de los Migrantes y Asuntos Internacionales de Guerrero en Chicago, lugar que guarda el toque y sabor del estado, pero en donde también se pueden pedir platillos de cualquier parte de México.
–¿A qué te dedicas, Margarito?
–Nos dedicamos al negocio de la comida. Tenemos un pequeño restaurante en donde trabajo con mi familia, ese es nuestro modo de vida. Venimos a tratar de hacer algo que no pudimos hacer en nuestro estado. Ahí está caminando el restaurante y gracias a La Guerrerense, la gente ha venido degustando la comida típica de Guerrero.
–¿Se vive bien como restaurantero?
–¡Ah! Trabajamos mucho para poder tener algo para nuestra familia. Toda mi familia trabaja, es duro y se vive más o menos bien.
–Tu establecimiento se llama La Guerrerense, comida mexicana.
–Así es, es para que llame un poco la atención, aunque tengo que decir que no sólo hay comida guerrerense, también hay de otros estados. Les gustan sabores como de los tamales nejos, que son típicos en Guerrero, y mucha gente aquí se identifica con ellos, que son tamales envueltos en hojas de la milpa y se comen con mole verde o con mole rojo… Es muy difícil que alguien aquí en Chicago los encuentre o que los haga, y la gente añora siempre las costumbres de su pueblo. Nosotros tratamos de hacer la comida más casera, no la alta cocina, aquí estamos para complacerlos.
–¿Cómo se vive en Chicago?
–Nosotros no encontramos oportunidades en nuestro estado, venimos acá para mejorar nuestra vida, la de nuestras familias e hijos. La verdad nos ha ido bien en lo particular. No podemos decir otra cosa. Aquí nos ha ido bien aunque allá (en Guerrero) nuestras familias aún viven en los pueblos, en una situación precaria. Pero… por eso tenemos que venir con más ganas de trabajar, para ayudar a nuestra gente, a quienes aún no hemos olvidado. Estamos apoyándola con el Programa 3×1, y hemos hecho muchas cosas en nuestra comunidad. Aquí hemos encontrado las oportunidades que allá no tuvimos.
–Platícanos del Programa 3×1.
–Bueno, primero nuestros lugares de origen son comunidades muy pequeñas, pues por lo regular somos de pueblos con pocas oportunidades, que contrastan con lo que se da en las ciudades, donde tienes otro tipo de vida. Es por ello que nosotros aportamos dinero para cubrir las necesidades básicas, como el alumbrado, pavimentación de calles, escuelas, entre otros. Hoy los tres órdenes de gobierno dan un peso por cada peso que ponemos nosotros los migrantes, así la obra se hace menos pesada.
–¿Cómo se ponen de acuerdo para decidir a quién apoyar?
–Formamos comités, aquí cada comunidad tiene un comité de oriundos del pueblo y con ese sentimiento, que traemos de nuestras comunidades y de nuestro México que no olvidamos, nos juntamos para hacer eventos, o si la gente quiere apoyar con su propio dinero, apoya para recaudar el monto de la parte que nos corresponde a los migrantes y así poder ayudar a nuestras comunidades.
De hecho, nosotros en el pueblo metimos el agua potable, se hicieron unas canchas deportivas, un parque recreativo para los niños y muchas obras más, como una clínica que también se hizo, y de esa forma nos sale del corazón ayudar a nuestras comunidades.
–¿Qué opinas de que hace un año en Guerrero se lanzó la iniciativa para crear la figura de diputado migrante?
–Nosotros aportamos a nuestras comunidades, a la gente. Creo que nos merecemos una representación. Necesitamos el voto y tener decisión.
–¿Cuál es tu sentir de la inseguridad que se vive en Guerrero?
–Llegan muchas noticias de las extorsiones que hay a los negocios. No sé si a pequeños negocios, pero a negocios grandes sí. Lo hemos escuchado mucho, la verdad. Nosotros como migrantes siempre añoramos regresar algún día a nuestro estado. Venir a hacer algo acá para poner en nuestro estado un negocio, pero la verdad si es un poquito triste que no lo vamos a poder hacer, porque la inseguridad no es algo que ayude para poder poner ese negocio que nosotros anhelamos. De hecho, a mí me gustaría regresar a mi pueblo y abrir una oportunidad de empleo para la gente que está allá, como nosotros lo hicimos. Quieras o no, es algo que te queda como sentimiento, pero no se puede por la inseguridad que hay y no se puede.
–¿Extrañas México?
–Mucho, mucho. En mi caso ya tengo muchos años aquí, pero aún añoro regresar. Soy de un pueblo que se llama Icatepec, municipio de Taxco de Alarcón, que está en medio de Iguala y Taxco. Y es un pueblecito muy pequeño, que siempre añoramos.
–¿Qué dices cuando está la temporada de frío?
–Aquí, cuando es la temporada de frío allá está caliente, entonces para nosotros es algo triste que no podamos regresar a nuestro Guerrero a la temperatura cálida.
–Tu restaurante se ubica en el barrio mexicano, a unos pasos de la Oficina de Representación de la Secretaría de los Migrantes de Guerrero en Chicago, ¿Qué piensas de que exista una oficina como esa?
–Es muy bueno para los guerrerenses que haya una representación del estado. Hay mucha gente que desafortunadamente no puede hacer los trámites, no puede viajar a México por la situación migratoria, entonces es bueno que haya esa representación y creo que beneficia mucho a nuestra gente.
–Cuándo regresas a México ¿te sale tu orgullo de ser mexicano o te comportas igual que en Estados Unidos?
–No, sé que venimos a un país con leyes muy diferentes, pero me gusta oir a mi pueblo.
Para Margarito una jornada de trabajo ha terminado por hoy, pero volverá a volcar toda su energía vital en La Guerrerense al otro día, cuando en el barrio mexicano de Chicago inicie un día más, como escenario de la vida de miles de mexicanos y especialmente guerrerenses.

Guerrero en Estados Unidos

La migración desde Guerrero a Estados Unidos no es tan antigua como la de Michoacán, Zacatecas y Jalisco, que data de comienzos del siglo XX, hace más de 100 años. La salida gradual, pero sostenida, de migrantes guerrerenses al exterior comenzó a partir de la década de 1970, hace 40 años.
Si bien hubo un flujo de migrantes guerrerenses en el contexto del Programa Bracero, que permitía el flujo regulado de trabajadores temporales a Estados Unidos, entre 1942 y 1966, es a partir de la década de los años de 1970 cuando inicia el éxodo masivo. Los primeros migrantes en llegar lo hicieron a Illinois, California y Texas, mientras que a partir del año 2000 los “nuevos migrantes” se ubicaron en los estados de Georgia, Carolina del Sur, Carolina del Norte y la ciudad de Nueva York, en virtud de una mayor disponibilidad de mercados laborales en esas regiones.
De acuerdo con una estimación de la Secretaría de los Migrantes y Asuntos Internacionales, la población de origen guerrerense en Estados Unidos asciende a 800 mil personas, de las cuales una tercera parte nacieron en Guerrero y el resto son hijos de padre o madre guerrerenses, es decir, son guerrerenses de segunda o tercera generación, hijos de migrantes.

¿En dónde viven los guerrerenses en Estados Unidos?

Debido a los lazos afectivos y comunitarios que los unen, los migrantes guerrerenses en Estados Unidos se encuentran distribuidos según su región de origen. Así, podemos encontrar que radican en Chicago los originarios de municipios de la zona Norte, especialmente Taxco, Teloloapan, Iguala y Cocula. En Texas y el Sur de California viven migrantes originarios de la Tierra Caliente. En Nueva York y Nueva Jersey, los originarios de la región de La Montaña. En Georgia los nativos de San Marcos y en el sur de California los naturales de Acapulco y Costa Chica.
De acuerdo con el número de matrículas consulares expedidas en los Estados Unidos, los consulados con mayor registro de guerrerenses en 2013 fueron Chicago, Santa Ana y Los Ángeles, California, seguidos por Atlanta, Houston y Raleigh, en Carolina del Norte.
El gobierno del estado cuenta con oficinas en la ciudad de Chicago y Santa Ana, California.

Organizaciones de guerrerenses en Estados Unidos

Aunque desde 1989 se realizaron las primeros intentos de agrupar a los guerrerenses en el exterior, estos fueron incipientes y no fue sino hasta 1996 cuando se formalizó la creación de la primera organización en Chicago, con una amplia membresía: la Federación de Guerrerenses Radicados en Chicago, que dirige Rubén Salgado, originario de Buenavista de Cuéllar. Después y luego de una escisión con esa agrupación, en 2003 se crean los Clubes Unidos Guerrerenses del Medio Oeste, organización que encabeza Erasmo Salgado, oriundo de Santa Teresa, en el municipio de Iguala.
En California, la primera organización de migrantes guerrerenses data de 2009 y se denomina Federación de Clubes Guerrerenses en California, que preside Ublester Ramos Martínez.
Luego, en 2010 se crea la Federación de Clubes Unidos de Guerrero en California Darío Santos, que es una escisión de la primera y que encabezó Daniel Reynoso. Más recientemente se han creado en California otras dos asociaciones denominadas Federación de Clubes Independientes de Guerrero en California, que preside Gaudencio Vélez, y la Federación de Clubes Unidos por Guerrero en California, que dirige Román Sánchez.

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