Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Fernando Pineda Ochoa

Las elecciones del 2012

Empezamos a comentar sobre el proceso electoral de 2012, por un motivo que considero central: la desventaja mediática de las fuerzas progresistas respecto a sus contrincantes. Ese espacio del mundo ficticio (y paradójicamente real) que quienes controlan la mayoría de las esferas del poder (en un maridaje vergonzoso con los monopolios televisivos) han convertido en “hacedor de milagros”. La crisis permanente en la que vivimos los mexicanos ha permitido que los problemas a vencer sean variados y complejos. Señalaremos seis grandes líneas que es procedente resolver: –Desarrollo económico sustentable. –Seguridad (la estrategia que debe utilizarse para combatir al crimen organizado). –Generación de empleos. –Educación y cultura. –Procuración y administración de justicia. –Recuperación y construcción de instrumentos legales para la participación y fiscalización ciudadana. Por ello es perentorio que los simpatizantes (la gente de a pie) de la corriente histórica de las izquierdas divulguemos, con antelación, sus aspiraciones, las propuestas, demandas y resultados que requiere, desde su perspectiva, la situación nacional para que pronto, desde ahora, se convierta en un motor (conforme a las circunstancias individuales o colectivas) que vaya involucrando a los ciudadanos guerrerenses en la trascendencia de la disputa presidencial, de la designación del Congreso de la Unión y como es el caso en la entidad suriana, diputados locales y comunas municipales. Muchas de las propuestas alternativas serán las mismas y será recurrente, entonces, remitirse a la página de vida de los contendientes, para socializar su trayectoria personal y político-social. Uno. Luego de ganar la encuesta para designar al candidato a la Presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador acuerda con Marcelo Ebrard y los demás representantes de la izquierda (PRD, PT y Movimiento Ciudadano) salir unidos para enfrentar los comicios de 2012 y con esta fortaleza fue registrada ante el IFE la coalición de las izquierdas. En el mismo tenor el Movimiento Regeneración Nacional (Morena) que dirige el propio López obrador, firmó el Plan de Ayala para el siglo XXI, que avala una treintena de organizaciones cuyo objetivo es “buscar revertir la política anticampesina y de entrega de la soberanía alimenticia iniciada por los gobiernos del PRI y continuada por los gobiernos del PAN, de 2000 a la fecha”. Con anterioridad Andrés Manuel había dado a conocer a la opinión pública su propuesta titulada Proyecto de Nación con la finalidad de que sea discutida y enriquecerla. López Obrador, se presume, tiene el apoyo de las clases más desprotegidas y vulnerables del país, no podía ser de otra manera; pero también es indispensable ganarse, como sector, a los jóvenes, a las mujeres y a los indígenas; asimismo incorporar a los pensadores más lúcidos de México a la campaña del Movimiento Progresista es trascendental. No puede valorase una asociación, partido u organización como de izquierda, si no cuenta en sus filas con los intelectuales de mayor jerarquía. Pero no basta la membresía, porque el candidato y la dirigencia coaligada deben de incorporar a estos personajes en orientaciones claves que permitan potenciar la propuesta presidencial, la figura del abanderado de las izquierdas. Dos. ¿Qué podemos decir del PAN “si Dios así lo quiso”? Además el actual sexenio (lo correcto sería incluir, los dos sexenios panistas) por sí mismos son una muestra tangible de ineficacia. Los tres precandidatos del partido azul no son capaces de entusiasmar ni a su propia militancia. ¿Esperan un milagro? Tres. La presentación oficial de Enrique Peña Nieto como único precandidato del partido institucional muestra como a la vieja usanza, una rosca con un solo muñeco. El tricolor se dejó sentir: ahí estaban como paradigma del “nuevo” priismo el ex gobernador Arturo Montiel (enriquecido con el erario del Estado de México y “maestro” político de Peña Nieto); el recién destituido como dirigente nacional del PRI, Humberto Moreira (quien dejó una deuda multimillonaria cuando era gobernador de Coahuila y cuyo destino se desconoce); y la foto del candidato, de pie, con los brazos abiertos, extendidos, agradeciendo los aplausos y al fondo, más presente que nunca, la sombra vigilante, de Carlos Salinas de Gortari. Todo lo exhibido dice más que los pliegos de la propuesta que enarbola la coalición Compromiso con México titulada México la gran esperanza. Un Estado eficaz para una democracia de resultados. Podemos agregar como pegote dos verdaderas perlas criollas: el cintillo (publicado en El Sur, el lunes 28 de noviembre) de la diputada federal Claudia Ruiz Massieu que propaga “Más apoyo para la integración de los indígenas”. ¿Algún ciudadano (hombre o mujer) puede informarnos si la señorita legisladora ha participado en una sola reunión con los distintos representantes de las comunidades indias? ¿O ha recorrido los pueblos indígenas? ¿Y qué podemos decir de los consejos de Rubén Figueroa, al gobernador, para que se entienda en “lo obscurito” con Torreblanca? Que descaro. No cabe ninguna duda, ambos son dignos representantes de la “nueva generación” del PRI, que reclama para sí el futuro de México. Último. Son varias las tareas. Dejando de lado la imagen televisiva del aspirante priista ¿qué hay de fondo en la práctica política del mexiquense? ¿Cuáles son los verdaderos saldos de su gestión como gobernador de la entidad más rica del país? ¿A qué intereses sirve? También se requiere examinar el rol político-social en los dos últimos 12 años, como oposición, del Partido Revolucionario Institucional; asimismo, la alianza del priismo con el PVEM y con el Panal y no es ocioso exhibir los nexos, primordialmente económicos, con el panismo. Tenemos que investigar seriamente y poner al escrutinio de los ciudadanos, especialmente los ciudadanos que han perdido la confianza en los partidos, en los políticos y en las instancias gubernamentales, en general, las trayectorias de quienes aspiran a gobernar la República. [email protected]

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