Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Eduardo Pérez Haro

Los pequeños productores, premisa del cambio estructural en el sector rural

Hemos señalado que hay una crisis económico-financiera mundial que surge de los países desarrollados y que alcanza a todos los países del mundo incluido México. Que el origen está en la superposición del capital financiero por encima del capital productivo y que la manera de superar la crisis es la de devolver a la producción su preeminencia regresando al capital financiero a su lugar, poniéndolo al servicio de la producción y el comercio. Una generación completa llevaron los países desarrollados en provocar esta distorsión y una generación completa llevan los países emergentes cimentando las bases de su crecimiento. Lo que pasa hoy entre los países desarrollados en crisis y los países emergentes en ascenso no es cosa simple ni es lo único que pasa. Hay países en los que no pasa nada más que el tiempo, aunque “el tiempo no pasa en balde”, diría la tía Carmela, “el tiempo no perdona”. México ha perdido mucho tiempo, porque ha dejado de hacer las cosas más importantes en la estructura económico productiva y en la superestructura socioinstitucional. Sus clases trabajadora, empresarial y política han sido presa de sus debilidades formativas y de sus acatamientos, siendo vulneradas por intereses particulares externos y los propios. Las reformas estructurales dejaron de ser una conveniencia ordinaria del Plan Nacional para convertirse en un imperativo frente a la crisis, que para nuestro país no sólo será la que deriva de la crisis financiera sino la que se revela como violencia y desarticulación social, sin olvidar los impactos negativos del cambio climático. Lo que quiero decir es que el problema ahora es más profundo y complejo que hace tres décadas y que ya no hay márgenes de tiempo: Hemos enunciado las reformas tecnoproductivas y socioinstitucionales que deben inscribirse en una estrategia de relevo generacional y el requerimiento político que condiciona su posibilidad, y nos hemos detenido en puntualizar la importancia de entender, en este contexto, la oportunidad del sector rural más allá de su demanda tradicional de justicia para destacar su posibilidad frente a los altos precios de los bienes y servicios derivados de la crisis urbana y la ampliación de la demanda de los que provienen del campo acicateada por el mercado bursátil. Digámoslo de esta manera: el campo mexicano tiene amplia extensión territorial y un gran litoral marítimo subutilizado. Una actividad agropecuaria polarizada entre pocos productores de alto rendimiento y prósperos, y muchos pequeños productores de bajo rendimiento y pobres. Los primeros pueden ser aún mejores pero ya no mucho, si quieren seguir ganando tendrán que migrar a otros eslabones de la cadena productiva o a otros sectores. Lo que han logrado es muy meritorio pero ni siquiera alcanza para satisfacer la demanda interna ni lo han hecho solos. Lo han logrado con gran parte de ayuda gubernamental y aun así, no están en condiciones de ir al mercado exterior a sacarle raja a la demanda internacional. Los pequeños productores de cualquiera de los subsectores agrícola, ganadero, forestal o pesquero, han sido reiteradamente desdeñados por improductivos y complicados porque son muchos y no fácilmente se ponen de acuerdo; ambas cosas son ciertas pero ambas cosas son corregibles cuando hay con qué. Son improductivos porque no tienen precisamente las cosas que corresponden a las reformas estructurales (infraestructura, tecnología, calificación de la mano de obra, organización de la producción, vinculación de mercados y financiamiento), y lo más importante, arreglo institucional, y por lo mismo son complicados. Nos guste o no, la posibilidad de superar el rezago nacional pasa, entre otras cosas, por disminuir los costos del sector rural para la economía urbana y en el mediano plazo convertir al sector en fuente de aportación, no sólo por ganas o razón de justicia social o de razón técnica y académica, sino por la oportunidad de rentabilidad tácita frente a altos precios del mercado, luego entonces aprovechar el campo es un asunto nacional y no sólo del sector, no es política social ni de combate a la pobreza per sé, es economía política y política económica para el desarrollo. La oportunidad nacional y del sector no está en el paradigma de los grandes productores, está en las áreas subutilizadas de las que son dueños y están pobladas por los pequeños productores y sus familias. La polarización de la estructura agraria y agrícola, de propiedad y de producción, no es ya sólo un asunto de justicia sino una deficiencia estructural que afecta a los pobres por supuesto, pero ahora ya afecta a todo el país, pues esa polaridad a México no le sirve para aprovechar las oportunidades del mercado en época de crisis y bloquea apalancar el desarrollo nacional y del sector rural mismo. Y claro a los que les ha ido bien con las políticas de ayuda de casi cien años no quieren comprar la idea porque sienten amenazados sus intereses. Pero esa postura no hace sino poner de manifiesto las deficiencias de formación de las que hablábamos arriba y que han hecho perder el tiempo, pues podrían ser parte de esquemas de asociación que darían nuevas áreas de oportunidad, pero nuestra burguesía agrícola y sus técnicos y burócratas aliados no lo ven, y su conservadurismo los hace militar en una idea tan cara e improductiva como la que acusan de los pequeños productores. De qué arreglo institucional hablamos, de qué infraestructura y tecnología, de qué mercados y financiamientos, de qué formas de asociación, de qué tiempo generacional, lo desglosaremos pero la pertinencia de abrir este ejercicio radica en que una sociedad de grandes y pequeños productores y de grandes y pequeños gobernantes se dispongan antes de que el mercado haga lo que estamos diciendo sin pedir permiso a nadie. Recuérdense que hemos citado que ya la tercera parte de la tierra en uso productivo se puso en movimiento, esto es, ya cambió de manos, y sus nuevos dueños no han pasado por la mesa de planeación ni mucho menos de concertación de acciones o intereses. [email protected]

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