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El Altiplano es inviolable; la de El Chapo fue una “fuga institucional”, afirma Gonzalo

*Es imposible perder de vista a un prisionero y construir un túnel sin el conocimiento de las autoridades del penal, porque hay una malla bajo el piso, además del concreto y sensores de movimiento, relata el promotor de la CRAC en Tixtla, quien estuvo preso un año en ese lugar

Lourdes Chávez

Chilpancingo

La de Joaquín El Chapo Guzmán Loera, fue una “fuga institucional” y es evidencia de la relación del crimen organizado y el Estado, consideró el promotor de la Policía Comunitaria de Tixtla, Gonzalo Molina González, quien el mes pasado estaba preso en el penal de máxima seguridad del Altiplano, en el Estado de México, del cual escapó el narcotraficante.
Calificó la prisión como una “fortaleza inviolable”, particularmente en el área de “tratos especiales” donde están confinados los capos de la droga, y la única explicación de la huida del jefedel cártel de Sinaloa es la “complicidad” con el gobierno federal, aseguró.
El luchador social estuvo en esa prisión del 1 de junio de 2014 al 6 de junio pasado, cuando fue trasladado primero al penal de Acapulco y luego al de Chilpan-cingo, donde sigue recluido.
Ayer aprovechó el interés por conocer su experiencia en la cárcel de máxima seguridad del Altiplano para advertir al gobernador Rogelio Ortega Martínez que no va poder servir a dos amos, “con alguno va a quedar mal”, pero si de verdad es un hombre de izquierda tendría que exigir con firmeza al fiscal Miguel Ángel Godínez Muñoz que respete la Ley 701, para que se desista de los delitos contra los policías comunitarios en prisión, por desvanecimiento de pruebas.
Desde su desvencijada celda dijo que no hay comparación con la prisión federal del Altiplano, una construcción prácticamente nueva de altas paredes blancas y largos pasillos cerrados, “pero es peor en Oaxaca”, insistió mientras mencionaba los dos centros de máxima seguridad en los que estuvo recluido un año y siete meses.
En el Altiplano, “para todo lo desnudaban a uno, para ir a los juzgados, también a las visitas… a todos. Se siente uno muy presionado que te desvistan, te vuelves a cambiar y esperar a que se desocupe el oficial si se entretiene en algo, y así”.
Detalló que en las celdas hay cámaras de vigilancia y en la noche los custodios hacen recorridos cada hora, mientras las luces están encendidas. Cuando pierden de vista a los prisioneros en la pantallas de vigilancia enseguida los van a buscar. Les prohíben hablar entre las celdas y los castigan si infringen la orden, los dejan sin salir del dormitorio hasta 50 días.
Afirmó que es imposible perder de vista a un prisionero y construir un túnel sin el conocimiento de las autoridades del penal, porque hay una malla bajo el piso, además del concreto, y sensores de movimiento.
Hay cámaras en las celdas, los pasillos, los cuartos de visitas, y el custodio siempre está a un lado, incluso en el baño hay videovigilancia. El único sitio donde tenían cierta intimidad era en las regaderas, pero aún así, los custodios pueden ver sus cabezas en el sistema de seguridad.
Para ir a los juzgados, dijo, tenía que cruzar diez puertas, desde la de la celda hasta la del tribunal, donde podía entregar y pedir información de su caso. Para ir al comedor cruzaba tres puertas y no había necesidad de quitarse la ropa, porque está dentro del módulo de celdas.
Después de las valoraciones de criminología de los sicólogos en prisión, indicó que lo asignaron al módulo 7, donde presuntamente había personas de “carácter fuerte, los que no se dejaban de nada”, aunque esa información es extraoficial, los sicólogos nunca decían nada, pese a las preguntas que hizo.
Después de seis meses lo enviaron al módulo 4. Del 1 al 4 se consideraban los módulos más tranquilos, pero “es imposible que se mantenga un módulo tranquilo, estando encerrado, la neurosis se va a agudizar, y ¿cómo sacas esa energía?, a través de pleitos. Corres riesgos aunque te portes bien, porque estás encerrado y no hay en qué canalizar esa energía, vienen ratos de desesperación, de angustia cuando (los presos) conocían sus sentencias, son golpes emocionales. Los veía caer y otra vez levantarse y seguir”.
En Oaxaca como en el Estado de México, tenía derecho a salir una hora al patio cada día, en Oaxaca el patio era un espacio de 8 por 8 metros, y arriba un pedazo de cielo. Si tenía suerte y recibía el horario de mediodía también tendría el calor del sol. En cambio en el Altiplano hay una cancha de basquetbol en cada módulo de celdas.
En los dos penales está prohibido hablar con los internos de otras celdas, y en Oaxaca también era muy estricto y agresivo, pues tampoco le permitían tomar de la mano a su esposa en el horario de visita, cada vez que lo hacía le decían que colocara las manos sobre sus propias piernas.
“¿Cuál readaptación?” cuestionó al sistema de reinserción social que restringe en todo lo posible el contacto humano.
En la prisión de Chilpacingo todavía no es asignado a la población general, está en un dormitorio independiente y puede pasar todo el día en el patio, las visitas son más flexibles y sus manos, que estaban sensibles sin el calor del sol, están recobrando la firmeza que perdieron en los penales de máxima seguridad.

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