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“Poco a poco”, se instala el turismo de verano en el puerto

Karla Galarce Sosa

Un día de playa frente a El Morro, permite observar a los vacacionistas, sentados en sillas o camastros, paseos aéreos en el tradicional parachute, un largo desfile de vendedores ambulantes sobre la franja de arena y el avance de las bananas remolcadas por lanchas de recreo.
El trajín de cada temporada vacacional es predecible para los viejos meseros que aguardan bajo la sombra de un almendro a los clientes. Van llegando a “cuenta gotas”, como ellos mismos comentan y ocupan poco a poco los toldos familiares o las sombrillas cerca del mar.
Al llegar a l playa por la plaza Israel, a un costado del hotel Crowne Plaza, los meseros ofrecen la carta de platillos, la lista de precios a los visitantes, o una sombra donde resguardarse del calor.
“No hay mucho turismo por aquí, pero enfrente del hotel sí”, señaló un mesero que llevaba una enorme charola con piñas coladas, platillos con mariscos y cervezas a una mesa de ese rumbo.
Metros delante del área que ocupan la federación de deportes Acuáticos Vanguardia, identificada por una bandera que ondea gracias a la brisa, se observa a un mayor número de familias, cuyos integrantes juegan con la arena, hacen castillos con ella o entierran a sus integrantes.
Durante la caminata por la playa, los paseantes también se encontraron con una versión acapulqueña de los salvavidas: hombre de mediana estatura, protuberancia abdominal y tez morena, casi negra. Utilizaba amplios lentes de sol que prácticamente cubrían la mitad de rostro, una gorra y una prenda manga larga color amarillo que ayudaba a destacar su voluptuosa figura.
Al paso, se observa también la diferencia entre el mobiliario de la Promotora y Administradora de Playas, los que ofrecen los particulares y el de las hospederías. La delimitación de la playa para los huéspedes de los hoteles y los visitantes, la establecen dos cuerdas de plástico que impiden el paso de los vendedores ambulantes al área concesionada del hotel que, a decir de las recepcionistas, registraron una alta ocupación este fin de semana, “como en casi todos los periodos vacacionales”, dijeron.
La tranquilidad de la franja de arena en ocasiones estuvo ambientada por la música disco que se escucha desde el área de alberca del hotel, y mientras hubo bañistas, deambularon entre el mobiliario para ofrecer sus productos, una gran cantidad de vendedores de ropa de playa, trajes de baño, lentes, revistas, personas que ofrecen servicios de snorkel en renta e inflables, artesanías, y hasta “el nombre de su amiga en un grano de arroz”.
En salida a la playa del hotel, había siete camas de masajistas, todas vacías y en espera de la clientela.
Mesas fuera de la concesión, eran atendidas por los meseros que ofrecían más bebidas a los vacacionistas. Apenas dos de cinco mesas estaban ocupadas. En contraste, los camastros dispuestos para los huéspedes del hotel Crowne Plaza y Playa Suites estaban ocupados todos.
Siguiendo su paso por la playa, un joven que ofrecía ambientación muy cerca de las olas, deambulaba con una bocina a sus espaldas, en la primera vuelta, hizo sonar la inconfundible melodía de la agrupación Los Ángeles Azules. En la segunda vuelta para ofrecer en renta el sonido, pues sólo llegaba frente al Morro, ofrecía reguetón.
A pesar de que la mañana se mantuvo nublada, con muy poco claros de sol intenso, después del mediodía los turistas comentaban al caminar descalzos sobre la franja de arena que el calor esta tal hasta quemarles los pies, por lo que el ardor les obligó a utilizar sandalias o correr con rapidez hacia las olas.
Dentro del área concesionada de la hospedería se observaron barras de aluminio y metales incrustadas en la arena. Uno de los cuatro vigilantes, comentó que se trataba de nidos de tortugas marinas que habían dejado los huevos en esa zona de la playa unos días antes.

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