Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Julio Moguel

De tragedias griegas, acá y allá

El golpe de Estado de Alexis Tsipras

Precisemos el subtítulo: Alexis Tsipras, primer ministro de Grecia, viene de dar un golpe de Estado dentro del Estado, al haber hecho caso omiso del No (Oxi, en griego) que el pasado 5 de julio estableció su pueblo mediante referéndum. En éste, recordemos, más del 61 por ciento de los griegos confrontó de manera tajante a sus desalmados acreedores agrupados en la Troika (Banco Central Europeo, Unión Europea, Fondo Monetario Internacional), abriendo con ello una vía clara y franca de resistencia frente al avance económico-financiero del (nuevo) imperialismo alemán (y sus aliados diversos). Diecisiete horas de negociaciones, en el último tramo de la historia, bastaron a Tsipras para firmar el ominoso acuerdo que finalmente le impusieron sus contrarios, deshaciendo con ello en un tris lo que a su pueblo y a sus enjundiosos aliados de Syriza (su coalición gobernante, de izquierda) les costó vida(s) y años.
Pero digo golpe de Estado dentro del Estado porque, para hacer valer su Sí contra el Oxi del mencionado referéndum, Tsipras tuvo que destituir a tres ministros y a tres viceministros que votaron en contra de su esquema, en un Parlamento dramáticamente disminuido y desgarrado que el miércoles pasado terminó por ajustarse a sus planes de capitulación frente a la Troika. Se agrega a ello el hecho, aritméticamente irrefutable, de que Tsipras perdió la mayoría en el bloque de Syriza, pues 109 de los 201 componentes de su Comité Central votaron en contra de la ominosa negociación impuesta por los poderosos acreedores.
Pareciera ser, como señalaron algunos analistas, que a Alexis Tsipras lo hicieron capitular “con una pistola puesta en su sien”. Mas yo creo que la imagen no corresponde al concepto. Habría que decir más bien que al primer ministro helénico le entregaron el arma para que él mismo jalara el gatillo (fórmula al parecer más eficaz para el suicidio que la representada por un brebaje de cicuta). Acaso en el más ortodoxo estilo nazi-alemán.

“Tsipras ha perdido, Alemania no ha ganado”

Una fórmula condensa con suficiente claridad para mi gusto el resultado de la señalada capitulación operada por el primer ministro helénico: “Tsipras ha perdido, Alemania no ha ganado”. Tal posicionamiento fue dado por el investigador Isidro López, de nacionalidad española, en un brillante artículo publicado el pasado viernes 17 de julio en Público.es. Veamos lo que dice: “Lo primero que se debe constatar es que el referéndum del día 5 abrió un terreno hasta ahora desconocido en el proceso de construcción de la Unión Europea. El poder financiero se ha hecho hegemónico en la Unión gracias a la alianza con los intereses políticos de Alemania. Pero esta hegemonía ha funcionado en la medida en que su carácter partidista y de clase era poco menos que invisible. Los dictados de la Unión Europea han sido tomados como resultado de la lógica neutral de la economías y no como la materialización de los intereses de las finanzas desplegados por el poder coordinador y decisional de Alemania.”
Dicho de otra forma: el resultado del conflicto de la Troika y aliados con el pueblo de Grecia –sellado por la capitulación de Tsipras– ha puesto en evidencia universal la naturaleza y los modus operandi del (nuevo) imperialismo germano y de sus imperialismos aliados, mostrando que la Unión Europea, otrora aclamada por cristianos y moros como fórmula de unidad y/o de unificación democrática y progresista, es hoy por hoy una entidad articulada y sometida a designios económicos y políticos a los que “les sobran las urnas” (esto último, en los términos de Rosa María Artal).
¿Podrá Alemania instaurar su nueva hegemonía bajo un esquema neonazi, capaz de enfrentar y anular todo proceso democrático “interior” –como el de Grecia– para que los controles de mando de todo el continente europeo se desplacen tout court a las áreas funcionales y asépticas del (nuevo) capital financiero?
El planteamiento correcto, a mi entender, viene de nueva cuenta de la pluma de Isidro López: “De alguna forma, por debajo de sus brutales imposiciones, Alemania ha mordido el anzuelo que le tiraba el referéndum griego y ha puesto fin a cualquier posibilidad de hegemonía europea basada en el consenso. Si durante décadas el poder alemán sobre el continente ha funcionado en tanto resultaba poco visible, ese modelo de ejercicio del poder murió en la madrugada del domingo al lunes. Alemania ha destrozado a Tsipras, pero para hacerlo se ha quedado con la fuerza económica bruta como único recurso para controlar una Eurozona que únicamente se mantiene unida por el temor al disciplinamiento económico por parte del poder alemán.”
La pluma del ex ministro de Finanzas de Grecia, Yanis Varoufakis, alcanza también a dar luces importantes sobre el significado negro del acuerdo, al señalar que éste era simple y llanamente un “nuevo juego de prolongar y fingir [al llevar] la servidumbre de [la] deuda ad infinitum” (La Jornada, 19 de julio).
Tispras tendrá entonces que convocar pronto a nuevas elecciones, o establecer un nuevo esquema de poder sostenido ahora desde fuera por sus nuevos aliados de la Troika.
Al tiempo.

La tragedia griega…mexicana

Nos referimos por supuesto a la supuesta fuga de Joaquín El Chapo Guzmán. Esa es otra tragedia griega, en México y a la mexicana. La historia toda resulta ser completamente increíble. (Lo dicen las amas de casa, los taxistas, los vendedores de chicles, los académicos o los artistas). Sabemos ahora que el capo de tuti capi vivía en la cárcel como en su casa. Que tuvo alrededor de 500 visitas durante el tiempo que permaneció en el penal. Que usaba su estrecha y desmerecida celda sólo para dormir (quizás también sólo de vez en cuando). Y un sinfín de etcéteras y etcéteras.
¿Cómo maicear a tantos y sin problemas? ¿Cómo hacer un túnel de kilómetro y medio sin que nada ni nadie registrara los ruidos? ¿Cómo y dónde esconder tanta tierra excavada? ¿Cómo…, cómo…, cómo…? Quizás el túnel ya estaba allí y el capo lo usaba para salir de paseo (o para organizar “su fuga”). Quizás su propia estancia en prisión era una simple –y convenida– farsa. Quizás por ello corrieron a Carmen Aristegui.
¿Por ello corrieron a Carmen Aristegui? ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Digámoslo de una manera sencilla, simple: ella era la única periodista de este país con las capacidades y con las centralidades suficientes para seguir y difundir las pistas de montajes tales como los que ahora suman los acontecimientos de Iguala (los “43”, de Ayotzinapa) y la fuga del Chapo. Con un formato de investigación y de aproximación al asunto a investigar que permitía que cualquiera, con ella, siguiera y descubriera las pistas. Todo, con una buena dosis de mayéutica y de sentido común. Pero, a falta de Aristegui, sigamos las pistas por nuestros propios medios.
La sombra de la fuga se extiende para hacer más acentuados los perfiles visibles del desmoronamiento de Peña. Recordemos algunos síntomas de dicho desmoronamiento.
Un “analista” como el señor Vicente Fox no garantiza ningún margen de credibilidad en lo que hace o dice. Pero siendo quien es y siendo como es, cabe suponer que sus palabras significan. Recordemos entonces su diagnóstico sobre “la circunstancia Peña Nieto” a principios de este 2015, cuando señaló que el Presidente se encontraba “en jaque” y en riesgo de recibir “el mate” (La Jornada, 21 de febrero).
Unas semanas después, en abril, la consultora KPMG realizó una encuesta en la que se mostraba la pérdida de confianza que la iniciativa privada tenía sobre el desempeño económico del régimen peñanietista (La Jornada, 18 de abril): al principio de la administración gubernamental (2013) Peña Nieto contaba con el 43 por ciento de adhesiones en el medio, pero en 2015 ya sólo había una opinión del 11% favorable a su investidura, con el extra de que sólo el 1% de los encuestados dijeron que la actuación gubernamental era “excelente” (frente al 12 por ciento de 2013).
Otros datos emergen para constatar lo que, pareciendo tan obvio, puede ser incluso señalado con estridencias por periodistas-velero como el señor José Cárdenas, quien, frente a la fuga del Chapo, no tupo empacho alguno en despotricar contra quien ocupa ahora la silla presidencial. Las rebeldías de algunos, como la de Cárdenas en su programa televisivo, también sirven para seguir las pistas, pues, como en el caso de Fox, sin duda son sintomáticas y significan.

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