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A un mes de la desaparición de los cuatro médicos y profesionistas, sus familias piden que los sigan buscando

Jacob Morales Antonio

Ayer se cumplió un mes de la desaparición de los cuatro trabajadores de la Secretaría de Salud, en la comunidad de Xolapa, en la zona rural de Acapulco, los familiares de tres profesionistas exigieron que la búsqueda continué porque saben que están vivos.
El papá del médico Marvin Hernández, la esposa de Raymundo Tepeque Cuevas y el papá de José Osvaldo Ortega Saucedo, coincidieron en que los cuatro cuerpos encontrados el 23 de junio, en la comunidad de Santa Bárbara en la sierra de Chilpancingo no son de ellos y que las investigaciones deben de seguir. Los cuatro viajaban el viernes 19 de junio en un carro Seat Ibiza color gris, 2014 de Chilpancingo a Acapulco.
Durante esta semana aun sin saber el día exacto la Procuraduría General de la República (PGR) les dará a los familiares los resultados de los análisis que aplicó a los cuerpos, pues los familiares desconfían de los resultados de la Fiscalía General del Estado.
Marvin Hernández, de 30 años, se graduó como médico cirujano en la escuela de medicina de la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG), es el mayor de sus tres hermanos. Trabaja en el hospital comunitario de Petlatlán.
Su papá, Rigoberto, rememoró que antes de ser asignado a la Costa Grande su hijo trabajó en hospitales comunitarios de la Secretaría de Salud, en Tixtla, Ayutla y Tecpan de Galeana. “El siempre decía que la inyección era lo más rápido para curar las enfermedades aunque doliera”.
Sus vecinos y la gente que lo conocía iba a su casa a consultas, cuando llegaba a Acapulco los sábados y domingos. Sus amigos y su padre lo esperan en casa.
Marvin es amigo de Tepeque Cuevas, se conocieron en la escuela de medicina de la UAG. Iban en diferentes grupos y años, dijo su esposa Guadalupe Reséndiz. En casa el papá de 36 años dejó dos hijos, que el 6 de julio lo esperaban para festejarle su cumpleaños.
Vivía en Tecpan de Galeana pero trabaja en el centro de salud de Petatlán. Tenía cuatro años de laborando en la dependencia, en 2005 realizó su internado en la Secretaría. Su esposa lo recuerda como una persona detallista, y pendiente de sus hijos, a quienes los sábados y domingo llevaba al cine.
Osvaldo Ortega, no llegó a trabajar al banco Banorte, dice su papá José Enrique Ortega. El joven tiene 32 años y desde hace siete años vivía en la capital, Chilpancingo, en donde estudió pero su padre no ha podido corroborar los estudios de su hijo, porque días antes de su desaparición le dijo que le daría una sorpresa. Se ha informado que el joven es licenciado en administración de empresas.
Es el mayor, tiene otros dos hermanos. El día de su desaparición regresaba de Chilpancingo luego de ir por una carta de antecedentes no penales. Su padre recuerda que su hijo “me quería dar una sorpresa, que quería estar con nosotros”.
El cuarto desaparecido, Julio César Mejía Salgado, es licenciado en Turismo, trabaja en el área de laboratorio de la Secretaría de Salud, pero estaba comisionado en el área de adquisiciones de la dependencia.

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