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Dedica la cantautora oaxaqueña Geo Meneses una canción a Ayotzinapa en su nuevo disco

Érika P. Bucio / Agencia Reforma

Ciudad de México

Geo Meneses, la cantante oaxaqueña, ya tenía terminado Rojo corazón, su nuevo disco, cuando ocurrió Ayotzinapa. Sintió el dolor de esas madres. Una herida profunda, dice, a la que decidió ponerle voz: Canción de cuna oscura.
“Yo imagino ese dolor como un dolor en los huesos”, dice la oaxaqueña, quien presentará el disco el 16 de agosto en el Teatro de la Ciudad. “El arte es un refugio y la música la mejor compañera en tiempos de desesperanza”.
Un álbum que encierra su historia personal y, por tanto, le resulta entrañable. Fue al cancionero popular para elegir las piezas. Como Rogaciano, el huapanguero, grabada durante los últimos días de su padre y ella, en el estudio, sólo pensaba en su adiós. O Guanábana, un son jarocho con caña dulce y caña brava que coincidió con el nacimiento de su hijo. Y la Canción de cuna oscura.
“No podía imaginar seguir viviendo después del dolor de que te arrebaten a un hijo. Llamé a mi amiga, la compositora venezolana Neiffe Peña. Tenía que exorcizarlo cantando. Es una ofrenda amorosa a las madres de los estudiantes y que el corazón del mundo las abraza”, responde.
O El pastor, que la devuelve a su niñez, cuando iba de la mano de su madre, maestra que doblaba turno, a recoger un cheque que no siempre llegaba y tener que regresar a casa con las manos vacías. Madre e hija dejaron Oaxaca cuando el matrimonio se rompió. A Oaxaca, que tanto extrañaba, iba en las vacaciones escolares.
“(Por Oaxaca) Tengo la sangre de barro negro y sueños de alebrije”, dice.
Descubrió el don de su voz a los 13 años. Si entró al Conservatorio Nacional fue porque desde niña ambicionaba ser directora de orquesta y, para eso, tenía que aprender piano. Pasaba por los salones y a través de los ventanales escuchaba las clases de canto. Hasta que un día vio un cartel para un concurso de canto. Y se anotó. En su casa se asombraron: “¿Tú, tan tímida?”.
“Llegó el día del concurso, empecé a cantar y se hizo el silencio absoluto. Sentí que me elevaba. Era viento fresco tocando mi piel. Era como volar. Al grado de irme, se me olvidó la canción”.
Ya no hubo marcha atrás. Los aprietos económicos en casa seguían. Geo decidió que no podía dejar la carga en su madre, así que a los 15 años, tuvo su primer trabajo, cantando, en el centro. Su maestra de canto decidió que no perdería su tiempo enseñándole. Pero la joven se aferró.
Sus primeros cuatro discos fueron un homenaje secreto a los compositores nacidos en su tierra, como Tata Nacho, Álvaro Carrillo y Jesús Rasgado. Lleva 10 hasta ahora.
“Lo que me gusta es respetar la esencia de la canción mexicana”.

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