Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Los reclamos sobre la posesión de la isla de Clipperton, el tema central de una obra de teatro

Francisco Morales V. / Agencia Reforma

Ciudad de México

De manera providencial, el gobernador Ramón Artaud volvió a tener “el sueño de la mantarraya”. No intuyó, enloquecido por el abandono de él y sus tropas en la isla de Clipperton, que aquél era un presagio de su muerte, en las fauces de animales marinos.
Como este pasaje, la historia entera de ese atolón coralino, de su gente, y de la trama política detrás de los reclamos de Francia y México por su posesión, impresionaron fuertemente al director escénico Alejandro Ainslie.
“Elegí un modelo de teatro político”, declara el autor de El sueño de la mantarraya, sobre la decisión de llevar a Clipperton al escenario. “No quería contar la historia de una manera progresiva en el tiempo, (…) sino que quería generar reflexión enredando los episodios”.
Siete actores y siete cubetas de arena remiten al espectador, a partir del 6 de agosto, en el teatro El Granero, a la isla del Pacífico mexicano. El capitán Arnaud, su familia y marinos, Porfirio Díaz, José Yves Limantour y otros personajes históricos vuelven como fantasmas.
La historia, que ahora decide contar a partir de escenas que se adelantan y retroceden en el cauce de los años, llegó a él partir de una conversación casual, en 2009, en el puerto de Acapulco.
Años después, su interés lo llevaría a solicitar el voluminoso expediente sobre la isla en el Archivo Histórico Diplomático y a consultarlo durante meses. También se acercó a todos los trabajos documentales y de ficción a su alcance.
“En el texto se siente la influencia clara de Miguel González Avelar (Clipperton, isla mexicana), Laura Restrepo (La isla de la pasión) y Ana García Bergua (Isla de bobos)”, juzga.
El sueño de la mantarraya es su primer trabajo como dramaturgo, tras décadas como director escénico.
Aunque el centro de la obra es la anécdota de la guarnición militar que fue dejada a su suerte en Clipperton, tras el estallido de la Revolución Mexicana, Ainslie se muestra más interesado por la intriga diplomática detrás de los reclamos de ambas naciones por el territorio.
“La obra busca generar conciencia sobre la historia de pérdida de territorios que ha tenido nuestro país, a partir de un arbitraje internacional que fue evidentemente fallido”, relata.
Se refiere a la intervención diplomática de Italia, acordada por el gobierno de Porfirio Díaz, probablemente para no enturbiar su relación con Francia, donde se exiliaría, para decidir a quién pertenecía la isla.
A decir de Ainslie, México tenía el respaldo de antiguos mapas y cartas náuticas para sustentar su posesión del territorio. Francia, apenas un documento que reclamaba la isla, realizado desde un barco que no se atrevió a encallar en Clipperton.

468 ad