Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Carlos García Jiménez

BAJO EL ALA DEL SOMBRERO

* Agricultura ecológica, forma ética de cultivar el campo

El problema de la agricultura industrial es que no está orientada a la producción de comida, sino a la producción de dinero. Bill Mollison

El hambre y la pobreza que cada día se incrementa en el país –y con mayor énfasis en Guerrero, Oaxaca y Chiapas, entidades rurales e históricamente rezagadas– son focos rojos que señalan la inviabilidad del modelo de agricultura que desde mediados del siglo pasado tristemente se sigue impulsando como política de Estado.
En este nuevo milenio, cuando los efectos del cambio climático y la irracionalidad de los mercados están a la orden del día, se requiere de una nueva forma de producir en el campo. Una forma que bajo principios éticos no explote ni contamine los recursos naturales, reconozca la experiencia y los saberes campesinos, fomente la soberanía alimentaria, y permita que el campo vuelva a ser una oportunidad de vida para quienes ahí viven.
Pero la producción rural no es sólo asunto de los campesinos, es un tema que compete a la población en general ya que sin los alimentos ni las materias primas rurales no podrían sobrevivir. Pues como dice un mensaje que circula en redes sociales: “Por lo menos una vez en la vida vas a necesitar de un médico, un abogado, un arquitecto… pero todos los días, tres veces al día, vas a necesitar de un campesino”. Y es que en el campo, cuando se cultiva bajo principios éticos, no solamente se producen alimentos y materias primas, se produce también agua, oxígeno, regulación de la temperatura y biodiversidad.

Agricultura moderna, inviable

“El campo ya no da para vivir”, es la conclusión de muchos campesino que refleja la crisis rural y que se manifiesta de muchas maneras para asegurar la sobrevivencia: emigración a las ciudades u otras regiones del país, cultivo de enervantes, explotación irracional de los recursos naturales, transición hacia el monocultivo comercial, vivir precariamente esperando los tardíos y manipulados subsidios gubernamentales, o sumarse a las filas de la delincuencia.
La agricultura moderna o industrial luego de promover el monocultivo y aplicar de manera intensiva los “paquetes tecnológicos” (semillas híbridas, fertilizantes químicos, herbicidas y maquinaria pesada), deja tras de sí un campo infértil, compactado, plagas y enfermedades. En esos campos es imposible volver a producir como antes, y aun con el incremento de las dosis de esos insumos ya no es posible lograr la productividad deseada.
Este tipo de agricultura tuvo su mejor época hacia mediados del siglo pasado. Se importó a nuestro país desde Estados Unidos tras el fin de la segunda Guerra Mundial con el propósito de producir de manera intensiva los alimentos y materias primas que aquel país necesitaba. Entonces, bajo la modalidad de Revolución verde, se impulsó masivamente en el noroeste, norte y centro del país; con el paso de los años el gobierno federal extendió los llamados “paquetes tecnológicos” hacia las entidades del sur y sureste del país. Y actualmente en todo el país se siguen incluyendo sin ningún empacho en los programas públicos orientados a la producción rural.
Además de sus efectos destructivos y contaminantes del medio ambiente, la agricultura moderna es cada vez más cara y sus mercados inciertos. Es una agricultura que desplazó las formas de producción campesina que antes permitieron la autosuficiencia alimentaria, es una agricultura altamente dependiente de insumos importados que hoy por hoy solamente benefician a empresas trasnacionales y a grandes productores rurales. A los campesinos minifundistas y temporaleros –que en Guerrero constituyen el 70 por ciento de la población rural– solo ha traído hambre y pobreza.

La nueva agricultura

Considerando la inviabilidad de la agricultura moderna, en muchas partes del mundo, desde hace 40 años –y con más intensidad desde inicios del presente siglo– se han desarrollado alternativas productivas más amigables con el medio ambiente.
Agricultura ecológica, agricultura orgánica, agricultura sustentable, agricultura campesina, agricultura sostenible, agricultura familiar, agricultura natural, permacultura, son algunas denominaciones que se aplican para referirse a estas nuevas formas de producción rural cuyo denominador común es la práctica de producir en armonía con la naturaleza. Cada una de estas expresiones tiene su significación y justificación propia, pero para nuestros efectos usaremos el término agricultura ecológica o agroecología.
Según Jürgen Queitsch, un académico alemán que en su infancia vivió los estragos de la Segunda Guerra Mundial y fue impulsor de esta forma de producción en nuestro país, la agricultura ecológica “es una forma de producción que manifiesta en su esencia el desarrollo sustentable en el campo. Integra los procesos productivos en armonía con la naturaleza y con las respectivas formas de organización de la producción, de la comercialización y de la vida social. Y postula un entorno macropolítico y macroeconómico a su favor.”
Ordenamiento y planificación del uso de la parcela campesina, manejo sustentable de suelos y agua, uso de semillas nativas seleccionadas, fertilización orgánica, policultivos, rotación y asociación de cultivos, regulación manual de hierbas, control biológico de plagas y enfermedades, aprovechamiento de fenómenos cósmicos, reproducción de polinizadores, integración de la agricultura y la ganadería, son entre otras muchas, las prácticas y tecnologías que distinguen a la agricultura ecológica.
¿Cómo avanzar hacia esta nueva agricultura? Los campesinos expertos, señalan los siguientes pasos:
Primero. Eliminar o disminuir las prácticas productivas inadecuadas como los desmontes y quemas agrícolas, el monocultivo y el uso de agroquímicos. Si se persiste en el uso de éstos últimos, previamente se deben realizar estudios de suelos para determinar las dosis adecuadas y los productos menos tóxicos para la salud humana, la planta, los suelos y los mantos freáticos.
Segundo. Incorporar gradualmente las prácticas y tecnologías propias de la agricultura ecológica.
Tercero. Si durante tres años consecutivos se incorporan prácticas agroecológicas en la parcela, se producen volúmenes comercializables y se trabaja mancomunadamente con otros campesinos, es el momento para la certificación de la producción orgánica. Este mercado cada día crece en el mundo y paga un precio por encima del existente en el mercado convencional.
En Guerrero este camino ya lo empezaron a transitar grupos de productores de café, maíz, mezcal, jamaica, hortalizas, miel, entre otros.
Es hora de que tanto los funcionarios públicos que confluyen en el sector rural como los representantes de organizaciones sociales rurales, bajo principios éticos, revaloren e impulsen con acciones prácticas la nueva agricultura que ya se empieza a extender en los campos guerrenses.
A pleno sol: Para propiciar que los recursos públicos municipales sean transparentes, participativos, justos y oportunos, el Consejo Ciudadano para la Reactivación del Desarrollo Sustentable de la Costa Grande (Credescog) realiza este miércoles 29 de julio el Foro Regional Derecho a saber y contralorías ciudadanas.

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