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Llena de vendedores y con pocos turistas estuvo ayer la playa Papagayo

Karla Galarce Sosa

Pocos visitantes se observaron ayer por la mañana en la playa Papagayo, que es vigilada por agentes de la Gendarmería y que recorrieron un pequeño tramo de la ventana ecológica para brindar seguridad a los turistas.
Las escalinatas que conducen a la playa Papagayo sirven de mirador y exhibidor de mercancía, guardarropa a los bañistas y como punto de reunión de las familias.
La explanada aparenta una menor dimensión de la que tiene en realidad, pues fueron instalados los módulos de atención médica y el de seguridad de la Policía Federal.
A diferencia de otros años, la cantidad de basura que dejan los trasnochados que concluyen en ese tramo la parranda fue menor, y se observó ayer por la mañana una la playa limpia pero llena de vendedores y escasos visitantes, quienes apenas pasadas las 10 de la mañana comenzaban a cruzar la Costera y a llegar al franja de arena.
Se observó que policías federales de vez en cuando ayudaban a los visitantes y turistas cruzaran la Costera y se dirigieran a la playa o para cruzar el parque Papagayo.
Entre el menú que ofrecen los vendedores, comentó el turista de la ciudad de México, Sergio Pacheco, “hay comida muy variada, es muy buena la atención de la gente, sobre todo de la gente que ofrecen cocteles porque preparan todo tipo de platillos”.
El visitante mencionó que “también los chicos que están dedicados a distintas actividades”, en alusión a los animadores que ofrecían productos como cremas y bloqueadores en la playa, con una pequeña bocina portátil consigo, siempre luciendo bronceados en sus cuerpos.
Prestadores de servicios de playa comentaron que los agentes de la Gendarmería realizan rondines en la franja de arena, luego del asesinato de un hombre hace unos días.
La familia Manrique se preparó para ir a la playa, conocida por lo apacible de su oleaje y de arena suave, pero esta vez “para ver el amanecer”.
La familia caminó más de 200 metros para llegar, pues se hospedan en un condominio en la calle Monte Blanco, muy cerca de la avenida Cuauhtémoc. Ellos vieron desde la Costera las labores de limpieza de una brigada de barrido manual y cómo se iban estacionando vehículos o camiones en la zona donde, pasadas las 11 de la mañana, no cabía un solo vehículo frente al Asta Bandera en ambos sentidos de la vialidad.
Una vez dentro de la playa y ya con el sol en frente, tuvieron que decidir en qué lugar quedarse.
Los turistas comentaron que eligieron los toldos más nuevos y pagaron 100 pesos para ocuparlo durante todo el día.
Posteriormente los meseros les mostraban las cartas y aseguraban tener los mejores platillos, pero decidieron consumir lo elaborado por una modesta cocinera que había instalado a unos 100 metros del Asta Bandera su pequeño puesto, aunque mucho más barato que en los restaurantes aledaños.
Los costos de alimentos en los restaurantes vecinos van de 90, 100 y 150 pesos, y consiste en pescadillas, camarones, ostiones, almejas y ostiones cocinados fundamentalmente al mojo de ajo o a la diabla, fritos o en su concha, según sea el caso de la especie a consumir.
Dijeron que eligieron la playa Papagayo porque está muy cerca de las plazas comerciales, hay restaurantes, bares y vida nocturna en general.

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