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Carlos Toledo Manzur

Los retos de astudillo

A pesar de que el PRD presentó una impugnación con mucho sustento, con evidencias de que la campaña priista por la gubernatura del estado había rebasado con creces los topes legales de campaña, parece que nuestra imperfecta democracia electoral aún no está preparada para evitar que el poder del dinero y no la voluntad de la ciudadanía, sea el que decida quiénes serán nuestros gobernantes. Así, lo más probable es que las últimas instancias también desechen esa impugnación y termine de quedar libre el camino para el regreso del PRI al gobierno del estado.
Lo que no se puede negar es que la alternancia en el poder es una realidad, incluso en nuestro ajetreado estado. Después de 10 años de gobiernos encabezados por líderes apoyados por el PRD (lo que no es igual que gobiernos perredistas), el PRI regresa a Casa Guerrero y el gobierno que encabezará Héctor Astudillo tendrá que enfrentar retos muy complicados, ya que la situación política, económica y social de Guerrero es sumamente compleja y difícil. Habrá que ver si este gobierno es capaz de desarrollar las políticas y acciones que permitan tener resultados efectivos para resolver estos complejos problemas que la población sufre, o cuando menos para avanzar en su solución.
Algunos asuntos son torales. En primer lugar el asunto de la seguridad pública en la que la violencia desatada y la incapacidad institucional de enfrentarla fustiga cotidiana y fuertemente a la ciudadanía. ¿Cual será la estrategia de Astudillo para atender este grave problema? Lo ideal sería que pudiera definirse por un esquema de seguridad basado en la participación ciudadana de tal manera que se retomen las experiencias de las policías comunitarias y los grupos de autodefensa; lograr corregir las desviaciones, divisiones y problemas que estas experiencias han mostrado, para enfrentar los problemas de inseguridad desde una posición popular y ciudadana. Pero eso parece lejos de las visiones priistas.
Vinculado fuertemente con el problema de la inseguridad, está el de la impunidad y la corrupción. Aquí también parece poco probable que el nuevo gobierno logre desterrar estos terribles vicios, ya que muchos cuadros priistas están acostumbrados a ver el poder más que como una forma de servir a la ciudadanía, como un botín de donde enriquecerse. Después de diez años de estar ausentes del poder, seguro vendrán ansiosos de saquear los recursos públicos, tarea en la que son expertos.
El problema de la pobreza y la marginación es otro tema central. A pesar de las múltiples estrategias para su combate, la inmensa mayoría de la población guerrerense sigue padeciendo bajísimos niveles de bienestar. Los 10 años de los gobiernos de Zeferino y Aguirre, con algunas excepciones puntuales, no lograron impulsar políticas sociales globales que cambiaran consistentemente la triste realidad de la mayoría de la población. Esto fue debido a que en general no desarrollaron políticas verdaderamente izquierdistas. El problema de la pobreza y la marginación es de carácter estructural, y por ello requiere de que se apliquen políticas y medidas radicales para ser enfrentado con éxito. Lo que no parece probable que sea realizado por el nuevo gobierno priista.
Otro asunto que aunque es común considerarlo de poca importancia en realidad es uno de los retos fundamentales de la sociedad moderna, es el del medio ambiente. Especialmente en un estado como el nuestro que en medio de la pobreza social, cuenta con una extraordinaria riqueza natural: playas, agua, bosques, biodiversidad. Aquí las perspectivas del gobierno que está próximo a entrar no son tampoco muy halagüeñas debido a la alianza política del PRI con el Partido Verde, que por desgracia ha sido una organización que ha secuestrado la idea ambientalista para construir un feudo de intereses políticos particulares mezquinos y prácticas que hoy son claramente criticadas nacionalmente. Ojalá sus representantes en el estado pudieran ofrecer un mejor desempeño que enfrente los problemas ambientales de Guerrero, que también son varios y graves.
Estos y otros muchos constituyen serios problemas que enfrentará Astudillo al encabezar el gobierno que iniciará en octubre. Lo que sí sería de gran valor es que los ciudadanos fortaleciéramos nuestras formas de organización y estemos dispuestos a realizar de manera constante una dura pero constructiva crítica al desempeño del nuevo gobernante, quien debe asimilar la idea de que ganar las elecciones ya no será la firma de un cheque en blanco por lo que la población deberá estar vigilante y participativa en las políticas públicas que se desarrollen.

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