Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Tomás Tenorio Galindo

OTRO PAÍS

*Peña Nieto, contra López Obrador

En su encuentro con los priistas el sábado pasado, el presidente Enrique Peña Nieto abrió fuego contra el populismo y la demagogia, pero no en referencia a los populistas y demagogos más nocivos y destructivos que registra la historia nacional, como Luis Echeverría, José López Portillo o Carlos Salinas de Gortari, entre otros antecesores suyos.
También describió al populismo como una política irresponsable causante de pobreza y destructora de las instituciones, pero no en referencia a las cifras que dos días antes había dado a conocer el Coneval, según las cuales la pobreza se incrementó en el país en los tres primeros años del gobierno de Peña Nieto, ni a la corrupción que carcome en la actualidad la estructura gubernamental.
Y por añadidura, descalificó al populismo cuando la economía y el peso van en picada y grandes casos de corrupción lo tienen a él y a su gobierno contra la pared, todo lo cual lo desautorizaría para lanzar admoniciones contra sus adversarios políticos.
Pero desde luego, el objetivo de Peña Nieto no era hacer alarde de congruencia ni someter a un análisis los resultados de su gestión, sino reciclar el ya viejo y cómodo discurso del neoliberalismo para desacreditar desde el poder las alternativas políticas de izquierda que se le han negado a la sociedad mexicana.
“Hoy, la sombra del populismo y la demagogia amenaza a las sociedades democráticas del mundo”, dijo Peña Nieto en la sede nacional del PRI, a donde acudió a encabezar el acto llamado Unidad para continuar la transformación de México. “En varias naciones están surgiendo opciones políticas que en su ambición de poder prometen soluciones mágicas, que en realidad terminan por empobrecer a las familias y restringir las libertades ciudadanas”. Pero, advirtió, “las decisiones populistas, demagógicas e irresponsables destruyen en sólo unos días lo que llevó décadas de esfuerzo institucional construir. México tiene que estar consciente de estos riesgos”.
¿De qué y de quién habla Peña Nieto, si de acuerdo con cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), durante los tres primeros años de su gobierno la población pobre del país aumentó en dos millones de personas y pasó de 53.3 millones (45.5 por ciento) a 55.3 millones (46.2 por ciento)?
¿De qué y de quién habla el presidente si su gobierno encabeza una campaña feroz contra la libertad de expresión, por la cual fue cesada la periodista más crítica y de mayor rating en la radio nacional, y el gobierno sostiene una vergonzosa alianza con las televisoras para controlar la información que recibe la sociedad?
El PRI, dijo también Peña Nieto, debe ser la opción de los que quieren construir un mejor país, y desarrollar acciones concretas a favor de la transparencia, la rendición de cuentas y el combate a la corrupción, pues “las autoridades emanadas del PRI deben ser ejemplo de una nueva mística de integridad en el servicio público. Demostremos que la política sigue siendo la única forma de lograr acuerdos, pero, sobre todo, sigamos respaldando a nuestras instituciones”.
¿Dónde está esa “mística de integridad en el servicio público” en la investigación federal del ataque y desaparición de los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa o de la matanza de Tlatlaya a manos de efectivos del Ejército? ¿Dónde está la transparencia y el combate a la corrupción en el caso de la Casa Blanca cuya propiedad irregular fue formalmente adjudicada a su esposa pero que la percepción popular sabe que es de él? ¿Dónde quedó la integridad y la solidez de las instituciones en el caso de la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán?
En suma, ¿qué floreciente democracia y qué instituciones virginales y vigorosas son amenazadas por el hipotético y malévolo “populismo” que se cierne sobre México, si la democracia y la vida institucional del país han sido ya ultrajadas por su gobierno?
Gritar “¡al ladrón, al ladrón!” no diluye ni tapa las verdaderas intenciones de Peña Nieto ante la cercanía de la elección presidencial de 2018, pues con su discurso en el PRI dictó los lineamientos para maquillar la incompetencia y en algunos casos el fracaso de su gobierno. Con toda claridad, el objetivo de Peña Nieto fue atacar al único político de izquierda que representa hoy una amenaza para el statu quo y para la permanencia del PRI en la Presidencia: Andrés Manuel López Obrador, calificado en el 2006 por el PAN como “un peligro para México” y ahora como el mayor representante del “populismo”.
López Obrador no es el “populista” radical y violento que pretende la propaganda desplegada por el PAN y el PRI contra él desde el 2004. Durante su gobierno en la ciudad de México intensificó y amplió con una gran sensibilidad social los programas desplegados originalmente por Cuauhtémoc Cárdenas, lo que le atrajo el apoyo popular que aún conserva en la capital ahora con Morena. Esos programas de inspiración izquierdista fueron luego copiados y aplicados por los gobiernos del PAN y del PRI. Ha sido perseguido incansablemente sin que se le haya podido acusar de algún acto de corrupción, lo que sumado a su estilo modesto de vida provoca la irritación de la clase política tradicional para la cual la opulencia, el derroche y la corrupción son pan de todos los días y parte de su identidad.
Pero en el contexto del fracaso al que se dirige aceleradamente el gobierno de Peña Nieto, que se agregará al desperdicio que supuso el paso del PAN por el poder, la figura de López Obrador y su partido crecieron en las elecciones del 7 de junio hasta erigirse una vez más en una opción atractiva para las elecciones presidenciales del 2018. De ahí que Peña Nieto haya dado el banderazo de arranque de la enésima campaña de descrédito contra el tabasqueño.
Fue tan evidente que el discurso de Peña Nieto era contra López Obrador, que el mismo sábado éste le contestó afirmando que “Peña es totalmente demagógico”, pues “nunca dijo, por ejemplo, en la campaña, que iba a aumentar los impuestos o que iba a privatizar el petróleo (…) Ha sido populista y demagogo y corrupto”. Empezó nuevamente la lucha por el poder, que por lo visto no va a ser limpia ni tersa.
[email protected]

468 ad