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Pese al intenso calor y los asesinatos salen familias a divertirse a la playa El Morro

Karla Galarce Sosa

A pesar de las altas temperaturas y de los recientes asesinatos, una docena de familias acapulqueñas decidieron salir ayer y disfrutar del sol en la playa El Morro, en la zona Dorada, donde apenas una hilera de sombrillas se observó para los bañistas que comenzaron a llegar después de las 3 de la tarde.
“A diferencia de otros años en estos momentos hay poco turismo”, comentó Samuel Reséndiz, ayudante de cocina en la playa El Morro, donde escasas familias de turistas se alojaron bajo las sombrillas.
Comentó que el turismo que hay, proveniente de la ciudad de México, “está acostumbrado a comprar en el Oxxo y a utilizar las playas únicamente para aprovechar las aguas”.
“Las familias comen todo de igual manera pero no están gastando como antes”, se quejó la mesera del restaurante El Pueblito, donde el clima de más de 30 grados y la lejanía del oleaje se sentían pasadas las 4 de la tarde.
Una docena de personas parecían perdidas entre los vendedores ambulantes, quienes caminando largos tramos de playa sin poder vender nada decidían descansar en las sombrillas y toldos disponibles.
“No hay turistas”, señaló un vendedor de tatuajes de henna, y agregó que ellos esperaban reponer sus inversiones a mediados de la temporada vacacional.
Un vendedor de frituras, que dijo ser originario de San Cristobal de las Casas, “22 horas de distancia hasta Guerrero”, indicó que todos los destinos de playa desde Cancún, Vallarta, Oaxaca o el mismo Acapulco “son lo mismo”, pues sus ganancias son ínfimas y el esfuerzo es mayor en cuanto al pago de renta.
“Pago mil 500 pesos por mes, debo quedarme unos seis meses para que valga la pena el viaje hasta San Cristóbal”, comentó Antonio Chuc, cuyo atuendo se distinguía del resto de los vendedores de alimentos por ser el único con camisa de manga larga, pantalón de mezclilla y zapatos de vestir.
Añadió que no llegó solo a principios del verano, sino que lo acompañaron cinco de sus paisanos para trabajar durante “varios meses” en las playas de la entidad.
Una diversidad de escenas eran observadas por los bañistas a distancia, desde el paso de los solitarios veleros, cuyas velas se observaron en el horizonte.
Fueron diversas las melodías que se escuchaban entre los negocios que envolvieron una atmósfera de fiesta, de melancolía, o de nostalgia entre los bañistas que a veces, entonaban las canciones como It Must Have Been Love, en voz de Roxxete.
Mayeli, una joven universitaria proveniente de Morelos, era una de las escasas turistas que postradas en un camastro. Ella dirigía su mirada al horizonte, en la bocana, desde el sitio donde estuvo toda la tarde hasta el anochecer.

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