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Tomás Tenorio Galindo

OTRO PAÍS

*El PRI se renueva… con Beltrones

Es muy posible que Enrique Peña Nieto haya decidido modificar sus planes originales de colocar en la presidencia nacional del PRI al jefe de la Oficina de la Presidencia, Aurelio Nuño Mayer, a raíz de la publicación de la encuesta del diario Reforma en la que Andrés Manuel López Obrador aparece con el 42 por ciento de la intención del voto para la elección presidencial de 2018, muy por encima de cualquier otro aspirante de cualquier partido (los siguientes son la panista Margarita Zavala con 28 y el perredista sin credencial Miguel Ángel Mancera con 25 por ciento).
Esa encuesta se publicó el domingo pasado, después de que durante las semanas previas el nombre de Nuño Mayer fue insistentemente mencionado en columnas políticas como el proyecto de Peña Nieto para el PRI, junto a Manlio Fabio Beltrones, el gobernador de Chihuahua, César Duarte, y el secretario de Agricultura, Enrique Martínez Martínez.
El mismo presidente confirmó esa versión con su discurso en un encuentro con priístas el 25 de julio, en el que habló de la renovación del PRI para estar a la altura de la nueva realidad. Significativamente, el acto realizado en la sede nacional del PRI se llamó “Unidad para la Transformación”. Ahí, y además de lanzarse contra el “populismo” en obvio ataque a López Obrador, Peña Nieto dijo que “es momento de que el PRI actualice su organización y estructura para reflejar las nuevas condiciones y dinámicas del país. Es momento de que el PRI regrese a las universidades, que despierte nuevamente el entusiasmo de la juventud… de que nuestro partido sea el espacio de participación para los jóvenes talentosos, comprometidos con su país”.
Esa parte del discurso de Peña Nieto pareció a los expertos descifradores del pensamiento presidencial un retrato hablado de Aurelio Nuño, lo que también suscitó una oleada de cuestionamientos por la falta de militancia priista del funcionario, a quien se le atribuye, o él se ha creado esa fama, una eficacia extrema y pundonor institucional al lado de su jefe.
Pero entre el 25 de julio y este miércoles 5 de agosto algo cambió en Los Pinos, pues finalmente antier el nombre de Nuño desapareció del radar priísta y Manlio Fabio Beltrones surgió como el candidato de unidad para encabezar al PRI.
Lo único nuevo en el contexto político del país, nuevo y con capacidad para ajustar la decisión de Peña Nieto, es el resultado de la encuesta del diario Reforma, la primera que se hace pública sobre la elección presidencial del 2018. De no haberse interpuesto esa encuesta, es probable que el candidato de unidad para dirigir al PRI fuera Aurelio Nuño, a quien de la nada le habrían nacido una carrera priísta y méritos suficientes para asumir el cargo.
Es imposible que el presidente Peña Nieto desconociera la popularidad y la fuerza que posee López Obrador tres años antes del 2018, pues dispone de sus propias encuestas y otras herramientas para seguir los pasos del líder de Morena, pero el hecho de que la fuerza del principal líder de la oposición de izquierda sea documentada públicamente y de una manera independiente altera sin duda las coordenadas y las condiciones de la disputa por el poder.
En esas nuevas condiciones, Nuño Mayer, sin experiencia política real, habría despertado en el priismo dudas, intranquilidad e inconformidad adicionales a las que de por sí provocaba. Mientras que Beltrones representa la sabiduría priísta acumulada y brinda la sensación de que él sí sabe cómo se deben hacer las cosas, sobre todo cuando las perspectivas son adversas al partido oficial.
Y con miras al 2018, las cosas son adversas para el PRI, aun cuando ganó con contundencia los comicios del 7 de junio. Al contrario de lo que sucede con López Obrador, la popularidad de Peña Nieto se encuentra en su peor momento. De acuerdo con la medición más reciente del mismo diario Reforma, la aprobación ciudadana de Peña Nieto cayó en el último cuatrimestre de 39 a 34 por ciento, su peor nivel desde diciembe de 2012, y la desaprobación aumentó de 57 a 64 por ciento. Además, el 74 por ciento de la población califica “mal” la forma en que el gobierno federal combate la inseguridad pública y el narcotráfico, y 79 por ciento la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán. (Reforma, 31 de julio de 2015).
Esas estadísicas desfavorables al gobierno de Peña Nieto son consecuencia de la violencia, a pesar de que las autoridades afirman de tanto en tanto que se reduce, los secuestros y junto a ello la zozobra entre la ciudadanía. También son consecuencia de los malos resultados de las reformas estructurales y la anemia de la que no puede salir la economía.
En la encuesta de Reforma, después de López Obrador, Margarita Zavala y Mancera, siguen en orden descendente el independiente Jaime Rodríguez El Bronco con 19 por ciento de la intención del voto si las elecciones presidenciales fueran hoy; el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, con 18; el gobernador del estado de México, Eruviel Avila, con 13; el secretario de Hacienda, Luis Videgaray, con 12; el panista Gustavo Madero con 11; el propio Beltrones con 10; el panista y gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, con 10, y el gobernador de Chiapas, el priísta-pevemista Manuel Velasco Coello, con 8.
Falta mucho para el 2018, pero es indudable que la ventaja que tiene López Obrador ha acelerado el proceso sucesorio y que este factor ha hecho que el PRI y Peña Nieto sientan prisa. Por eso el discurso del presidente contra el “populismo” y el cambio en sus decisiones. De esa manera, la tarea de Beltrones será contener a López Obrador y llevar al candidato presidencial priísta a la victoria.
Es cierto que Manlio Fabio Beltrones era la mejor carta que tenía el PRI para tratar de retener la Presidencia, pero al mismo tiempo es un político a quien difícilmente le acomodan las palabras de Peña Neto sobre renovación y juventud. Al optar por ese perfil de viejo priísta, el priísmo y Peña Nieto mostraron las ataduras que tienen con el antiguo régimen, y la imposibilidad estructural y perpetua que el PRI tiene para encabezar un cambio en el país, pues ni siquiera es capaz de cambiarse a sí mismo.
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