Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

José Gómez Sandoval

POZOLE VERDE

* Libros y música de Guerrero

Wences Román y el amor

El amor como potenciación a la humanización del ser en relación con el otro colectivo, libro de América Wences Román, editado por la Universidad Autónoma de Guerrero, será presentado el miércoles próximo a las 10 de la mañana en el Instituto de Investigación Científica de la UAG, ubicado en Procopio García Luna 11, en el barrio de San Antonio de Chilpancingo.
La maestra Wences es autora de otro libro que, aunque no ha sido publicado, ya tuve la suerte de leer. Se llama Diario de una estudiante / En el círculo del buen sentido, y es también el diario de una hija de familia, el de una activista político-social, el de una integrante activa de las Comunidades Eclesiales de Base, pero, sobre todo, es el diario de una maestra.
En este libro inédito los temas se entrelazan en un recuento histórico y personal que Wences Román fecha entre 2008 y 2010 pero que incluye décadas de la vida particular de la autora, de la historia académica y política de la UAG y del propio estado de Guerrero. La obra ofrece un panorama de época que abarca la ciudad de Chilpancingo, personajes del mundo artístico y social del estado, particularidades del sistema educativo, problemas económicos de una familia de clase media ilustrada, inquietudes de estudiantes organizados y los asuntos políticos del momento.
Hay que agregar la parte académica –donde la autora cuenta anécdotas, opina sobre temas sociales y filosóficos, critica situaciones, hechos y teorías–, la relación de paisajes, modos, mitos y costumbres regionales y citadinas, y un rastreo de comunión universal –con raíces cristianas, pero en asimilación de una vida y una formación filosófica personales– que le da sentido al texto.
Ignoro por qué la UAG no ha publicado este libro, que sin duda alguna agradecería la comunidad universitaria y los lectores guerrerenses. Además, por los temas que desarrolla y por el aire estilístico y vital de su escritura, El diario de una estudiante guarda estrecha relación con El amor como potenciación a la humanización…, que aparentemente fue escrito en segundo lugar.
Para la maestra Wences Román el amor es “esa fuerza que potencia internamente a los seres humanos para la realización externa en todos los ámbitos de la vida”, y en la indagación de los pasos históricos y culturales de este sentimiento unificador recurre a filósofos griegos y árabes tanto como a pensadores contemporáneos, a autores de literatura sagrada (La Biblia, San Agustín), mítica (La Ilíada, Dante) y aun profana (El Libro del Buen Amor, Petrarca), así como a películas, para cercar uno de los temas que, con el origen, la muerte y el devenir, han interesado en forma especial, “a través de la historia y como una constante”, al género humano.
La autora establece que “el amor es el intermediario entre lo mortal y lo inmortal del alma, entre lo material y lo divino”, pero, antes que mantener su tesis al nivel de la abstracción filosófica, nos propone escenarios económicos, políticos y sociales actuales, incluyendo datos y ejemplos de su vida profesional y aun de su intimidad religiosa y amatoria.
En México no abundan los pensadores que liguen los Grandes Temas de la Humanidad con la sociedad donde viven y piensan y menos con su vida personal. Esta obra me gusta porque, tratándose de una tesis académica, se atreve a airear sus propias experiencias de vida, con lo cual redondea la autenticidad de su profusa indagación amorosa.
No habrá quien, después de leer el libro de América, no se ponga a revisar su relación con la naturaleza, con los que convive diariamente y con los vecinos de al lado.

La Revolución en la Costa Chica

Cuenta la profesora Magdalena Vázquez de Huicochea que un día le preguntó a su papá, don Isaías Vázquez Añorve:
–Si peleaste con las armas en la mano en las filas revolucionarias, y hasta recibiste balazos arriesgando tu vida, ¿por qué no cobras una pensión mensual, como los otros (revolucionarios)?
Agrega que, enojado, don Isaías le contestó:
–…Nosotros nos sumamos a las filas revolucionarias para defender la causa del pueblo, secundando a Madero, a Carranza, no peleamos para después cobrar. Lo hicimos por ideales, para que todos tuvieran derecho a la educación, para que se acabaran favoritismos e injusticias”…
Recuerdo que en la versión original (que conocí), don Isaías agregó que “muchos de los que cobran son unos cínicos, sin escrúpulos, porque si por algo peleamos fue para que se acabaran las prebendas, las canonjías y los compadrazgos. Pero más descarados son los que no pelearon y cobran. Nuestro pleito fue por la comida, la educación, la democracia…”
La maestra Magdalena cuenta que su papá terminó de escribir su libro, titulado La Revolución Mexicana en la Costa Chica, en 1948, y que en él relata el inicio del movimiento armado que inició Francisco I. Madero y sus repercusiones en la Costa Chica de Guerrero y parte de Oaxaca, entre ellas la toma de Ometepec por tropas maderistas, “la defensa de esa plaza ante el ataque de otras fuerzas revolucionarias y grupos de facinerosos, el apoyo del pueblo ometepequense al bando constitucionalista y, finalmente, la heroica defensa del orden legal ante el banal y cobarde levantamiento armado en contra del jefe militar de la plaza de Ometepec, Isidoro C. Mora”, ocurrido en septiembre de 1915.
En efecto, en su libro don Isaías Vázquez Añorve pormenoriza los avatares del movimiento revolucionario en el sur, desde su etapa inicial hasta 1915, con la sencillez y espontaneidad de un correligionario maderista y luego carrancista que ha madurado sus recuerdos y con la seguridad narrativa de quien está contando cosas que vivió.
El rescate del texto original se debe a su hija Magdalena y, como ella, esperamos que su publicación sirva para comprender mejor nuestra historia regional y nos impulse a reconocer “a los valientes que emprendieron la lucha armada en diversas regiones de Guerrero, buscando la libertad y la justicia”.

Más altamiranistas que… Altamirano

En un puesto de periódicos encuentro Ignacio Manuel Altamirano visto por altamiranistas. Libro gordo (590 páginas), con muchísimos artículos sobre Altamirano, escritos por numerosos autores. Uno creía que la única altamiranista era Nicole Girón, quizá Carlos González Peña, Concepción Jiménez Alarcón, Herminio Chávez Guerrero y Jesús Sotelo Inclán, pero resulta que no, que al menos hay 25 altamiranistas acuciosamente atentos a la obra de don Ignacio Manuel, aunque varios de ellos sobresalgan más por el tumulto de sus datos personales que por las novedades que aportan y el mal resumen que hacen de otras obras dedicadas a Altamirano.
Como quiera, el libro está buenísimo. Se habla de todos los Altamiranos posibles, lo que ya es mucho decir porque el tixtleco abarcó casi todo lo que un ciudadano interesado por el devenir de la patria podía abarcar en su tiempo: la política, la milicia, la educación, el periodismo, la promotoría cultural, la literatura, la cultura popular…
De hecho, todos los altamiranistas firmantes son conocidos, unos más que otros. Están Enrique González Martínez, Carlos González Peña, Nicole Girón, Jesús Sotelo Inclán, y, por los guerrerenses, Herminio Chávez Guerrero, Alejandro Martínez Carbajal, Alejandra Cárdenas, Victoria Enríquez, Ricardo Infante, Conchita Jiménez, Carlos Román Celis, Jaime Salazar Adame, Jorge Vargas Moctezuma y muchos más.
No importa que no acabe de gustarme el título, IMA visto por altamiranistas, que remite a los cervantistas (o estudiosos de la obra de Cervantes de Saavedra) y que inclina la balanza de la atención hacia los autores de los artículos, como si éstos fueran tan importantes como el personaje de que se ocupan. El libro es profuso, reúne puntos de vista diversos y varios modos de expresión (hay un gigantesco poema conformado por 47 sonetos), basta hojearlo para sentir que estamos a punto de saber más de la vida y la obra de Altamirano, para recomendar su lectura. Sobre todo ahora que el Instituto Guerrerense de la Cultura echó al olvido al tixtleco que llegó a ser llamado Maestro de Maestros y Constructor de la Cultura Nacional.
De por sí en eso de los festejos a don Ignacio Manuel le ha ido mal. Nació el 13 de noviembre, pero el alcalde de Tixtla o quién sabe quién y por qué decidió que la Semana Altamiranista se trasladara al 13 de diciembre. El año pasado, la Semana no se realizó, por temor a que se convirtiera en mitin de los estudiantes de Ayotzinapa (que exigían aclarar el reciente asesinato de dos de sus compañeros). Se dijo que se realizaría en febrero, en ocasión del aniversario luctuoso de don Ignacio Manuel. Llegó el 13 de febrero (“El 13 nací, el 13 me casé, y un 13 habré de morir”), y nada. En Tixtla ya le llaman la Semana Saltamiranista.
Altamirano visto por altamiranistas fue coordinado por Ignacio Mena Duque y editado por su hijo Tonatiuh Mena Jiménez. Sorprende que teniendo tan buenos proveedores –el gobierno del estado, el SNTE y la UAG–, semejante librote venga sólo pegado y las hojas que el lector va pasando se desprendan del libro como si estuviera corriendo el viento.

Homenaje a don Lalo Gallardo

En nuestras manos –y luego en nuestro aparato de sonido– cayó un disco compacto titulado Sones, Chilenas y Corridos, Homenaje a don Eulalio Gallardo, editado por el Instituto Guerrerense de la Cultura en 2009, bajo el sello obligado del Conaculta y con el espíritu arrejuntador de la Unidad Regional Guerrero de Culturas Populares.
Don Eulalio Gallardo Carmona –quien murió hace alrededor de un año– era descendiente “de una familia que por tradición ha promovido y difundido la música de la Costa Chica”. Música popular, que nos habla del campo, del carácter de los hombres y la atractiva belleza de las mujeres, de manera digamos íntima, pero salerosa, entre sones, chilenas y corridos, con los instrumentos netos –esta vez sin arpa– de los propio Gallardo, Los Cimarrones de San Nicolás Tolentino y Los Fandangueros de Tixtla.
La compaginación del disco es afortunada, los grupos reunidos en este merecido homenaje a don Eulalio nos dan una idea de las regiones donde las tradiciones –la música y el baile, entre ellas– perduran y luchan por perdurar, en convivencia con el hiphop y demás ondas urbanas y postmodernas.
Una buena presentación de Santano González Villalobos nos da razón de ritmos e instrumentos –aunque no de temas– y nos hace cercano al músico homenajeado. “Como a don Lalo Gallardo –escribe, en el folletín que acompaña el disco–, aún tenemos muchos creadores y promotores de gran trayectoria dentro de los diversos campos de la cultura popular que ojalá en los siguientes años se puedan homenajear a modo de reconocerles su trabajo y trayectoria, el cual pocas veces lo hace la misma sociedad y las instituciones gubernamentales.” Don Lalo todavía estuvo presente en el homenaje que recibió, en el que además de Los Cimarrones y Los Fandangueros participaron Silvestre Tiburcio Noyola, Ildefonso Rendón Mayo y Félix Petatán.

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