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Carlos Toledo Manzur

El PRD: tiempos de cambios

Después del pasado proceso electoral, en el que el PRD tuvo varios descalabros entre los que destacan el notorio retroceso en el DF ante el avance de Morena y la derrota de Guerrero, actualmente se están llevando a cabo diversos procesos en los que se está manifestando la gran necesidad que tiene este partido de realizar cambios fundamentales, si quiere aspirar a mantenerse como la principal fuerza de izquierda y ser una alternativa real en el futuro inmediato. Así, el fin de semana pasado, en la sesión del Consejo Nacional del PRD, su presidente Carlos Navarrete puso a disposición de ese organismo su renuncia, lo cual abrió un proceso en torno a la designación de su relevo, lo que debe implicar también una fuerte discusión acerca de los cambios que ese partido debe realizar.
En efecto, hay importantes temas en los que es necesario que esta institución reflexione aprovechando esta coyuntura, como el de la democracia interna y el funcionamiento de las corrientes, el rescate de sus principios ideológicos, su papel como real oposición ante el actual gobierno, que incluye una discusión de asuntos como la evaluación de su participación en el famoso Pacto por México, su capacidad de generar planteamientos verdaderamente alternativos de gobierno y políticas públicas que se demuestren en los espacios de poder que ha conquistado, como las gubernaturas y las presidencias municipales, su vínculo con la población y su trabajo de base, ya que muchas veces sólo se acerca verdaderamente a la ciudadanía en tiempos electorales y se ha olvidado de la necesidad de construir y fortalecer el poder popular. Ojalá que estos y otros temas puedan ser discutidos con la mayor profundidad y que la resultante de esta discusión sea la aplicación de los cambios que son necesarios para modernizar y actualizar a ese partido y ponerlo a la altura de los retos que vienen en los próximos años.
No deja de resultar interesante que dentro de los líderes que se mencionan como posibles sucesores de Navarrete se encuentren dos guerrerenses: Beatriz Mojica y Armando Ríos Piter. Dada la importancia del perredismo guerrerense, sería muy loable que alguno de ellos ocupara la presidencia de ese partido ya que eso sería un reconocimiento del peso político y numérico que representa Guerrero dentro del PRD nacional.
Aprovechando esta coyuntura nacional, el PRD aquí en el estado también debería desarrollar un proceso de discusión y autocrítica que le permita hacer una evaluación de la pasada jornada electoral, identificar sus puntos débiles y prepararse para llevar a cabo un verdadera oposición que sea crítica y propositiva al gobierno estatal que está pronto a instalarse, de cara a la necesidad de estrechar sus lazos con la ciudadanía y lograr recuperar el terreno político en la elección del 2018. A pesar de no haber logrado la gubernatura, el PRD sigue siendo un partido fuerte en Guerrero, pero es necesario hacer los cambios pertinentes para reagruparse, fortalecerse y prepararse para las tareas políticas que se avecinan. Lo triste es que en vez de esta discusión, lo que se ventila públicamente en los últimos días son los dimes y diretes entre el presidente del Comité Ejecutivo Estatal Celestino Cesáreo y el líder de la dividida corriente Grupo Guerrero David Jiménez Rumbo, quienes se inculpan uno al otro de diversos actos negativos; es claro que este tipo de disputas muestran más bien la crisis del modelo de corrientes y de dirección de este partido en Guerrero.
En el marco de estos procesos de reflexión para el cambio del principal partido de izquierda, lo que sí ha resultado una extraordinaria noticia es la carta que le envió el gobernador electo de Michoacán, Silvano Aureoles, a López Obrador, en la que lo invita a que Morena se integre al próximo gobierno del estado proponiendo a distinguidos ciudadanos con el perfil idóneo, para que se incorporen al gobierno de coalición que se pretende establecer en esa entidad. Esta invitación puede jugar un fundamental papel para el acercamiento entre el PRD y Morena, que permita aspirar a la formación de un gran frente de izquierda para la elección presidencial del 2018, o por lo menos abre una ventanita de posibilidades que contenga la grave tendencia de la izquierda a la dispersión y a la división.
En fin, es claro que corren vientos de cambio dentro de los ámbitos del PRD; ojalá que se conviertan en un verdadero vendaval transformador que ponga al día a ese partido, evite la tendencia negativa que actualmente tiene y lo enfile a ser la alternativa que este país necesita.

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