Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Tomás Tenorio Galindo

OTRO PAÍS

*La marca de Peña Nieto: retrocesos, grandes retrocesos

El neoporfirismo restaurado en el que desembocó la transición democrática del país con el regreso del PRI al poder ha producido este año muestras fehacientes de la firme vocación autoritaria y represiva que lo mueve, sustenta, inspira e inunda.
Entre otros hechos y en uno de sus extremos, ese papel regresivo quedó acreditado en la campaña emprendida por Enrique Peña Nieto contra la periodista Carmen Aristegui, cuyo despido en marzo pasado de la empresa MVS Radio obedeció –casi sin embozo, apenas disimuladamente– a instrucciones impartidas desde la Presidencia de la República en venganza por el reportaje sobre la Casa Blanca que la familia Peña-Rivera adquirió en condiciones impregnadas de corrupción en Lomas de Chapultepec.
En el otro extremo, ha estado presente en el tratamiento que el gobierno federal ha dado al ataque y la desaparición de estudiantes normalistas de Ayotzinapa, cuyo eje es la imposición de una “verdad histórica” fabricada para contrarrestar las protestas de los padres y dar carpetazo a la investigación, o en la contumacia con la que son encarcelados y mantenidos en prisión líderes sociales como Nestora Salgado.
Ese espíritu regresivo se manifiesta también en el ámbito electoral. Un ejemplo soberbio del autoritarismo instalado en el gobierno es el uso político del poder para los fines del poder, reproducido con todas las agravantes en la resolución emitida antier por el Instituto Nacional Electoral, en la cual el organismo se negó a cancelar el registro al Partido Verde Ecologista de México por las graves y abundantes violaciones a la ley que a plena luz del día cometió ese partido en el reciente proceso electoral.
No es menos indignante en este caso el papel asumido por el Estado, pues la solicitud de cancelación del registro del PVEM tenía el respaldo de 160 mil firmas registradas por el portal Change.org, iniciativa ciudadana que no le importó a siete de los once consejeros electorales que votaron por mantener el registro de ese partido aliado del PRI.
Encabezó a esos siete consejeros electorales el presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello, quien argumentó que “no pretendo menospreciar la gravedad de las conductas cometidas por el Partido Verde y su actitud desafiante a la autoridad y a las reglas del juego democrático, pero ni en lo individual, ni en conjunto, me parece que los ilícitos en que incurrió hayan puesto en riesgo la supervivencia de nuestra democracia”. Para Córdova, la supresión del registro, “por su naturaleza radical”, es un recurso del que “se debe echar mano de manera comedida, cuando sea absolutamente inevitable” y no puede ni debe “abaratarse”.
Como se recordará, los delitos electorales cometidos por el PVEM, y por los cuales fue multado por el INE una y otra vez hasta alcanzar la friolera de 597.5 millones de pesos, consisten en la emisión de spots de falsos informes legislativos, la proyección en cines de los mensajes llamados “cineminutos” pese a la prohibición expresa de la autoridades electorales, la distribución de kits escolares, la entrega de lentes y boletos de cine, el reparto de despensas y papel para envolver tortillas, el reparto de vales de medicina y los conocidos mensajes vía Twitter contratados por ese partido el mismo día de las elecciones para llamar votar a su favor. Fueron prácticas puestas en marcha deliberada y sucesivamente por el PVEM, y pese a las multas que el INE le fue aplicando hasta llegar a 26, en un desafío abierto y arrogante a la ley y a la autoridad electoral.
Pese a que el presidente del INE reconoció que esa serie de delitos constituyeron “violaciones graves a la ley para obtener una posición de ventaja respecto de sus competidores de cara a las elecciones del 7 de junio pasado”, no le pareció motivo suficiente para cancelar su registro, lo cual es ni más ni menos que un certificado de impunidad para que ese partido haga lo mismo en la siguiente elección. Y para coronar la burla, el INE le hizo al PVEM una rebaja de 33 millones de pesos en las multas impuestas.
El PVEM pudo violar reiteradamente las reglas del juego electoral y al final obtener la complacencia del INE, porque es un partido vinculado al PRI y al gobierno. Es ahí donde aparece la impunidad con la que opera el régimen priísta para conseguir su preservación. Y habrá más de esa receta del pasado, pues ya anunció el candidato a dirigir el PRI, Manlio Fabio Beltrones, que terminó la doctrina de la “sana distancia” aplicada por el ex presidente Ernesto Zedillo, la que, según Beltrones, originó su derrota en las elecciones presidenciales del año 2000. Es decir, el gobierno y el partido oficial se preparan para permanecer en el poder mediante el uso del poder, lo que supone la ruptura del precepto democrático de una contienda electoral libre y la pretensión de regresar a las elecciones falsas como aquellas en las que el PRI solía ganar todas de todas y con el cien por ciento de los votos.
De manera consistente con todo lo anterior, en un discurso pronunciado durante la entrega de los premios nacionales de la juventud, el presidente Peña Nieto dijo el miércoles lo siguiente después de que uno de los jóvenes premiados le regaló una Biblia: “Me entregó una Biblia y me dijo ‘después de leerla entendí muy bien por qué no importan las críticas, sino realmente el afán que uno debe de tener por servir y seguir sirviendo en todo momento’. Me dijo: no haga caso de las críticas, lea lo que le estoy entregando y encontrará una razón para siempre servir”.
Detrás de esa anécdota se localiza una vez más la repulsión de Peña Nieto hacia la libertad de expresión y su intolerancia a la crítica, una señal distintiva de los gobernantes autoritarios. No es solamente que la crítica pública quede ahí rebajada a chisme de lavadero (“no haga caso”), es en el fondo un ataque contra el ejercicio de una libertad fundamental en las democracias, la libertad de pensamiento, la de criticar al poder y a los gobernantes. No mitiga el impacto de esa exaltación de la ignorancia, al estilo de Vicente Fox, el hecho de que líneas adelante Peña Nieto haya celebrado la actitud retadora, rebelde, desafiante y contestataria de los jóvenes, y expresado que es la que permite las transformaciones de la sociedad. Es la marca de la casa priísta: el regreso al pasado autoritario.
[email protected]

468 ad