Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Desplazados de La Laguna refugiados en Ayutla no tienen qué comer ni medicinas

*Los niños se llenaron de granos y algunos adultos tienen problemas gastrointestinales porque beben agua de un arroyo, informan

Jacob Morales Antonio

Familias desplazadas por la violencia en La Laguna, sierra de Coyuca de Catalán, refugiados en Ayutla, pidieron medicamentos para curar la comezón y los granos de sus hijos que beben agua de un arroyo, y denunciaron que sobreviven sin dinero ni maíz, que fue afectado por la sequía.
La familia Díaz Pérez llegó en los primeros días de diciembre de 2012 procedente de Puerto de las Ollas, donde eran acosados por la delincuencia que los sacó de sus tierras de La Laguna, donde defendían los bosques de la tala clandestina.
El domingo las familias protestaron junto a las mujeres e hijos de los presos de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC) a las afuera de la cárcel de Ayutla. Ahí se encuentra preso Gildardo Díaz Pérez, uno de los suyos, acusado del homicidio de dos personas que pretendían asesinar a las familias el 22 de junio del 2013 cuando dormían bajo carpas improvisadas en La Palma II.
Ese día policías ciudadanos de la Unión de Pueblos y Organizaciones del Estado de Guerrero (UPOEG) defendieron a los desplazados, luego de que éstos descubrieron a los delincuentes y una tercera persona que participó en la emboscada fue detenida, pero después fue liberada por las autoridades.
Hay otras 26 órdenes de aprehensión contra los desplazados por ese asesinato, informó la hermana del preso, María, entrevistada el 26 de julio en una primera protesta afuera de la cárcel de Ayutla, donde su hermano está preso tras ser detenido por policías ministeriales.
El domingo la mamá de Gildardo, Catalina Pérez de unos 60 años denunció que viven a su suerte, tienen acceso a atención médica pero sin derecho a medicamentos, porque en los centros de salud no hay y las familias no pueden comprarlos en las farmacias porque son caros.
Entre sollozos, la mujer contó que sus nietos enfermaron, que les salieron granos que parecen los de una mazorca, no tienen agua potable y beben agua de una poza cerca de un arroyo, los han llevado al médico pero no hay medicamentos, “son caros y no tenemos dinero”.
Mencionó a diez niños enfermos, pero dijo que son más e incluso algunos adultos enferman de problemas gastrointestinales, debido a la ingesta de agua del arroyo.
“No tenemos qué comer. Sembramos maíz pero no llovió y se echó a perder. Nos quedamos sin dinero porque en los terrenos que sembramos los rentamos hasta en 2 mil pesos, otros no sembraron porque no alcanzó el dinero”, dijo Catalina.
Indicó que algunos de sus nietos apenas pueden abrir los ojos.
Las familias viven en nueve casas de cuatro por cuatro metros construidas de tabique y techo de láminas de asbesto.

Antecedentes de las familias

Las familias fueron desplazadas de sus tierras por delincuentes que les mataron a unos 30 integrantes entre 2005 y 2012, según datos del Colectivo Contra la Tortura y la Impunidad. La justicia para ellos no llega a cuatro años de abandonar sus tierras, por sus muertos no hay detenidos ni encarcelados.
El 21 de abril de 2011 las familias buscaron refugio en la comunidad de Puerto Las Ollas en Coyuca de Catalán, escaparon de las amenazas de muerte de los delincuentes pero el 15 de noviembre regresaron a sus tierras ante la falta de ayuda del gobierno.
El de julio de 2011 Joel Santana Villa, hijo de la líder de los desplazados Juventina, fue detenido por militares que lo acusaron de portar armas y droga. El joven fue ejecutado dentro del reclusorio de Iguala, la entonces Procuraduría General del Estado informó que obligaron al joven a beber pesticida.
El 28 de noviembre del 2012, Juventina y su hijo Reynaldo Santana de 17 años fueron asesinados cuando trataban de salir con otras 45 familias de La Laguna a Puerto las Ollas.
Entre noviembre y diciembre de 2012 luego de los asesinatos y ataques, las familias se desplazaron a las comunidades de Tepango, y La Unión, en Ayutla de los Libres, donde viven vigilados por dos o en ocasiones tres policías estatales, mencionó la mamá de Gildardo Díaz Pérez, Catalina Pérez.

468 ad