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Propone el nuevo obispo de Chilpancingo “una cruzada por la concordia y la reconciliación”

*Ser “artífices de la paz”, pide Salvador Rangel Mendoza al gobierno, fuerzas armadas, partidos y víctimas de la violencia. La pobreza, la desigualdad, la crisis de legalidad y moralidad contribuyen “a esta situación poco agradable en Guerrero”, dice. Condena los “intereses oscuros e ideologías radicalistas” a las que les convienen los conflictos y riñas, la inseguridad y el miedo

Carlos Navarrete Romero

Chilpancingo

Monseñor Salvador Rangel Mendoza asumió ayer el cargo de obispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa e hizo un llamado a la iglesia, a los tres niveles de gobierno, a las fuerzas armadas,  a partidos políticos, a jóvenes y a las víctimas de la violencia, a ser “artífices de la paz” para construir “una cruzada por la concordia y la reconciliación”.
Reconoció también el problema de inseguridad que priva en el estado, y aseguró que Guerrero actualmente es el rostro del país, por lo que a nivel nacional e internacional es observado por los problemas a los que se enfrenta.
“El evangelio de Jesús nos invita a sembrar la paz, la concordia, la equidad, la justicia, el respeto mutuo y la tolerancia, actualmente Guerrero es la cara de México, la ventana a donde dirigen sus miradas muchas personas, incluso a nivel internacional, el mundo nos observa por si caemos o nos levantamos”, dijo.
Ayer por la mañana Rangel Mendoza tomó posesión como nuevo obispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa en sustitución de Alejo Zavala Castro, quien estuvo al frente de la iglesia católica en la región Centro por 24 años, y que por razones de salud renunció al cargo.
El acto, que se celebró en la Catedral de la Asunción de María, fue encabezado por el arzobispo de Acapulco, Carlos Gárfias Merlos, y, según un comunicado de la Conferencia del Episcopado Mexicano, asistieron el arzobispo de Morelia, Alberto Suárez Inda, el representante del Nuncio Apostólico, Dagoberto Campos, así como seminaristas, religiosas y feligreses.
También asistió el gobernador electo Héctor Astudillo Flores; el diputado local electo Víctor Manuel Martínez Toledo; el diputado federal Jorge Salgado Parra; el alcalde de Chilpancingo, Mario Moreno Arcos, y el alcalde electo Marco Antonio Leyva Mena.
A las 10 de la mañana, en un templete que se instaló afuera de la catedral, frente al acceso principal, fue presentado a la ciudadanía Salvador Rangel como el nuevo obispo de la diócesis Chilpancingo-Chilapa.
Posteriormente, poco antes de las 10:30, ingresaron al recinto y comenzó la ceremonia religiosa para que se diera la toma de posesión canónica.
Ahí se informó que la diócesis está integrada por dos zonas pastorales, en las que hay cuatro decanatos en cada una; hay 76 parroquias, 13 cuasi parroquias, cinco centros de atención pastoral, y cuentan con una población estimada de un millón 250 mil habitantes.
Se indicó también que las parroquias que conforman la diócesis están ubicadas en 29 municipios, hay 170 religiosas, 66 seminaristas y 131 sacerdotes diocesanos.
Luego de proporcionar esa información,  Rangel Mendoza recibió el anillo del pescador, regalo que le fue otorgado por quienes forman parte de la diócesis, y después hizo la profesión de fe y el juramento de fidelidad a la “santa sede”.
“Me mantendré siempre vigilante para que no se introduzcan malos usos, especialmente en la predicación de la palabra y en la celebración de los sacramentos, con diligencia pondré cuidado en la buena administración de los bienes temporales de la iglesia, de manera especial en aquellos destinados al culto divino y a los que son para la honesta sustentación del clero”, manifestó durante el juramento de fidelidad.
En su discurso el nuevo obispo llamó a todos los sectores de la sociedad a trabajar juntos para restablecer la paz en el estado, porque sería “un error” no hacer nada para solucionar los problemas de la entidad.
“Convoco a todos, sacerdotes, a las religiosas, a todos los cristianos, a los gobernantes en sus tres niveles, a los educadores, a las fuerzas armadas y de seguridad, a los padres de familia, a los partidos políticos, a los jóvenes, a las víctimas de la violencia, a los comunicadores, a todo hombre de buena voluntad a que nos unamos a esta cruzada de paz, de concordia y de reconciliación”, dijo.
Llamó a los guerrerenses a no tener miedo a quienes tienen “intereses oscuros” y que nada hacen por abonar a la reconstrucción del estado, y por el contrario, optan por la confrontación entre los diferentes sectores.
“De seguro existen otros intereses que no desean nuestro progreso, que no quieren la paz, habrá otros intereses oscuros e ideologías radicalistas que les conviene que los guerrerenses estemos en conflictos y riñas y que en el estado continúe la inseguridad, la extorsión, el miedo, que se oculte la verdad, pero Jesús nos habla al corazón de todos y de cada uno de nosotros, no se angustien, no tengan miedo”, expresó.
Rangel Mendoza hizo mención del problema grave de violencia que priva en el estado, sin embargo no hizo señalamientos en contra de nadie.
“Sabemos que en Guerrero es notorio el dolor y sufrimiento de personas que son víctimas de la violencia y la inseguridad, sin duda es una realidad compleja, la violencia ha encontrado terreno fértil en nuestra sociedad  y en nuestro estado”, dijo.
Aseguró que la falta de oportunidades, la pobreza, la desigualdad, la inequidad, la falta de una educación de calidad, la crisis de legalidad, la crisis de moralidad, la debilidad del tejido social, y la corrupción han abonado “a esta situación poco agradable en Guerrero”.
Después de la ceremonia en la catedral, según fotografías difundidas en la página de la Conferencia del Episcopado Mexicano, el nuevo obispo se trasladó a la plaza de toros Belisario Arteaga, donde celebró su primera misa, acompañado de familiares, feligreses y miembros de la diócesis.

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