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Paz no renunció formalmente como embajador en la India por el 68; siguió cobrando su salario: Sheridan

*En el segundo volumen de ensayos que dedica al Nobel, Habitación con retratos, abre nuevas interrogantes

Silvia Isabel Gámez / Agencia Reforma

Ciudad de México

Octavio Paz se fabricó una historia, una biografía más o menos ideal, reconoce el investigador Guillermo Sheridan. “Todos tenemos baúles llenos de secretos, y su caso no es la excepción”.
En el segundo volumen de ensayos que dedica al Nobel, Habitación con retratos (Era/Conaculta), Sheridan corrige errores del primero, Poeta con paisaje (2004), y abre nuevos interrogantes. Escribe que la renuncia de Paz a la embajada de México en la India en 1968 fue en realidad una “puesta en disponibilidad” que le permitió seguir cobrando su salario y su pensión hasta 1971, y que la verdad tras su decisión de no titularse como abogado era, según su expediente, que sólo había aprobado 7 de 25 materias.
Se refiere también a la muerte del padre, Octavio Paz Solórzano, ocurrida el 10 de marzo de 1935, y no como afirmó el poeta, el 8 de marzo de 1936. En el caso del Nobel, el arquetipo del hijo cargando los huesos del padre se hizo realidad. El poeta reunió en un saco de yute los restos del abogado, atropellado en la estación ferroviaria de Los Reyes, para enterrarlo en el Panteón de Dolores.
“En 1935 empiezan sus amores con Elena Garro, se enamora radicalmente por primera vez, y en ese año conoce también la muerte radicalmente, no por primera vez porque ya había fallecido su abuelo Ireneo, pero sí de una manera brutal, muy mexicana”.
Una de las interrogantes que plantea es qué fue de la novela que, según escribió Paz a Pere Gimferrer en 1984, tenía guardada en un cajón. Otro es por qué la publicación de La región más transparente, de Carlos Fuentes, enfadó al poeta, al grado de, escribe al argentino José Bianco, sentirse defraudado.
“Las respuestas que estamos buscando pueden iluminar la forma en que una inteligencia poética enfrenta el mundo, se lo apropia, lo traduce en una nueva experiencia verbal”.
Sheridan publicará un tercer volumen dedicado a Paz en enero, Los idilios salvajes, con su experiencia del amor y su poesía erótica, y quizá haya un cuarto, adelanta, sobre poemas de madurez como Viento entero, Nocturno de San Ildefonso, Carta de creencia y Respuesta y reconciliación.
Escribir estos libros es como arrojar botellas al mar, dirigidas a otros náufragos interesados en la poesía, afirma el investigador de la UNAM radicado en Austin. “La crónica del naufragio de un poeta es relevante para quienes sobrevivimos, o nos ahogamos, porque garantiza que se puede naufragar con gracia, no por una cuestión de belleza o estilo. Gracia en el sentido de que los poetas nos ayudan a la revelación de nosotros mismos”.

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