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Jorge G. Castañeda

De Bosques de Santa Fe a San Diego: el túnel del Chapo y de Elba

En estos días, se supone, el juez encargado del caso deberá decidir si le otorga a Elba Esther Gordillo el arresto domiciliario al que tiene derecho al cumplir 70 años. La ex lideresa del SNTE también buscaba volver a su casa por razones de salud; ante la imposibilidad de que los peritos acudieran a las audiencias, su abogado desistió de esa gestión y concentró los esfuerzos en el tema de la edad.
Lo único cierto que ha dicho la PGR en este asunto es que es una decisión discrecional del juez. Todo el mundo tiene derecho a pedir la detención domiciliaria por motivos de edad pero los jueces no están obligados a otorgarla, sobre todo si hay, o bien un riesgo de fuga, o peligro para la sociedad. La PGR ha invocado una de las dos: el riesgo de fuga, diciendo, uno, que se puede fugar y dos, que vive en Estados Unidos y por tanto donde quedaría arrestada domiciliariamente sería en ese país, supongo que en San Diego.
Uno puede preguntarse cómo llegó el gobierno del presidente Peña Nieto a una situación tan aberrante de mantener a Elba Esther en prisión –aunque sea un hospital– con semejantes argumentos absurdos. En el país del Chapo invocar el peligro de la fuga de Elba Esther de su casa es ridículo, a menos de que ella convenciera al Chapo que cavara un túnel desde Bosques de Santa Fe hasta Coronado en San Diego, ese sí un túnel a la altura del talento del Chapo. Pero que la Procuraduría invoque el peligro de fuga es realmente el burro hablando de orejas. La otra razón a saber, que vive en EU, es aún más idiota. Es cierto que la última noche que pasó en libertad Elba Esther estuvo en su casa de Coronado; pero no ha tenido nunca la residencia permanente y, en todo caso, de ser residente no podría acusársele tan fácilmente de evasión fiscal en México. Sería el gobierno del vecino del norte el que la perseguiría por dicha evasión ya que su domicilio fiscal según EU estaría en EU.
El problema en realidad es muy sencillo. El gobierno no ha podido montar su caso: han transcurrido dos años y medio sin que pueda llegar a una sentencia ni por lavado de dinero y asociación delictuosa, ni por evasión fiscal. Pero por otro lado parece muy cuesta arriba pensar que después de la fuga –esa sí– del Chapo, pueda el gobierno liberar a su otra presa preciosa: la ex líder del SNTE. No hay buenas salidas de este atolladero para el gobierno porque no hubo una buena entrada: la decisión política de descabezar al SNTE por razones políticas. Lo que empieza mal va a acabar mal. Vuelvo a la tesis aquí expuesta hace unas semanas: hay por lo menos una presa política y dos desterrados políticos en México hoy: Elba Esther Gordillo, Marcelo Ebrard y Gastón Azcárraga.

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