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Disfrutan acapulqueños lo que queda de las vacaciones en la playa Papagayo

Karla Galarce Sosa

Escasos vacacionistas disfrutaron los últimos días del período de asueto de verano en una de las playas más populares del puerto: Papagayo.
Ayer se observó que gran parte de los bañistas eran acapulqueños, que se distinguen de entre los turistas por el color de piel, porque no pagan por las sombrillas o el mobiliario y porque sólo se quedan un par de horas para disfrutan de la playa; la mayoría llevan sus chalecos salvavidas, tortas y botellas de agua.
Luego de cuatro semanas de intensa actividad en esa franja, los miembros de la familia Carreón Olvera decidieron divertirse con las olas. Dejaron su casa en la colonia Postal, abordaron un camión de la ruta Maxitúnel, atravesaron el parque Papagayo y llegaron a la playa.
“Queremos aprovechar que los niños todavía no entran a la escuela y venimos porque ya hay poca gente en la playa, porque luego cobran más caro todo”, comentó el señora Edith Carreón, quien dirigía un grupo de seis niños y dos adolescentes.
Eran en total 10 personas, pues a la excursión se sumaron la señora Margarita Pineda y sus dos hijos, vecinos de la señora Carreón.
Contrario a la actividad que los bañistas protagonizaron durante las semanas que antecedieron a la que culmina, el paso de los vendedores ambulantes aún no cesa: frutas, cocteles de mariscos, artículos de playa, salvavidas y el servicio de paseos en lancha ofrecen entre los bañistas, además de vendedores de tamales, hamacas, bolilleros y los que ofrecían donas, máscaras, collares, pulseras y adornos para el cabello.
La reducción en la cantidad de turistas se vio reflejada también en un menor número de vehículos estacionados en la Costera, pues en el tramo que comprende el parque papagayo había espacios disponibles y los “viene-viene” descansaban.
Los Carreón Olvera y los Pineda comentaron que después de dos horas en la playa volverían a sus hogares; aunque antes pasarían a las albercas del parque Papagayo.
Durante un recorrido por la reserva, no se observó una incesante actividad en las fuentes danzarinas pues, según los trabajadores, están descompuestas.
Sin embargo hubo una intensa actividad de turistas, quienes caminaban entre los pasillos del parque. La mayoría tomaban helados o refrescos, descansaban en la bancas bajo las sombra de los árboles, u observaban los patos o iguanas que circundaban las zonas con más vegetación.
En el área de chapoteadero, lo mismo que en la playa, hubo pocos bañistas. Apenas cuatro familias ocupaban mesas y sillas cerca de las albercas.
“Ya hay poca gente. La semana pasada había más”, expresó una vendedora de chamoyadas, quien despachaba paletas y helados a una pequeña niña que no rebasaba los 10 años de edad.
La vendedora, quien omitió su nombre, agregó que la temporada, más allá de la llegada de turistas, fue buena porque los acapulqueños no los han abandonado. “Nosotros tenemos ventas porque la gente de aquí mismo viene a divertirse”, expuso.
El ambiente al mediodía dentro del parque era de calma. No se escuchaba música por ningún lado y para esa hora no había corredores.

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