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La comida de los ambulantes de la playa Papagayo, la mejor, dice familia de Cuernavaca

En el último día de las vacaciones, la familia Gallegos Ortiz, procedente de Cuernavaca, disfrutó de la gastronomía costeña que se ofrece en las playas de Acapulco, en especial en la playa Papagayo.
La familia, de seis integrantes, concluyó que después de “analizar” los cuatro días que estuvieron en el puerto y visitar playas como Caleta, Tamarindos, Condesa y Papagayo, la que mostraba mayor surtido en comida era la última.
El señor Armando Ortiz Hernández, abuelo de la familia y según sus nietos “el Aquaman”, era el que mejor conocía de la comida, aunque ése vendiera en platos de unicel aderezados con brisa marina y arena.
“Cómo te iba a decir desde que llegaste, preguntaste y que me interrumpieran. Los mejores platillos se conocen con los ambulantes”, dijo Don Armando a este reportero, en referencia a la comida que ofrecen estos vendedores.
Mientras sostenía un plato de Vuelve a la Vida con una mano y con la otra una galleta salada, el señor de más de 60 años indicó que a diferencia de su familia, él sí se aventuraba a comer lo que venden en la calle. En su mesa había platos de quesadillas con abundante col rallada, plátanos fritos, ceviche y tamales además de bolsas con frituras empaquetadas.
Don Armando acordó con su esposa e hija que después de tres días de ir a restaurantes, pidió “permiso” de comer lo que ofrecieran las mujeres y hombres que en charolas o cubetas recorren todo el día las playas.
Para él y su familia lo que se vendía en Papagayo era lo que les parecía “más higiénico y rico”, aunque su esposa, que se había mantenido callada y visiblemente enojada, atajó: “es la misma comida que venden aquí que en Caleta o Condesa, es la misma muchacha que ayer (sábado) y antier (viernes) vendía el coctel que te estás comiendo, se hacen tontos ustedes”.
Minutos después llegó el yerno de don Armando sujetando una bolsa del supermercado en la que traía un cartón de cervezas, acompañado de su hija de 8 años quien llevaba un elote untado de mayonesa, queso “y chile del que no pica”.
Los Gallegos Ortiz, que contaban a este reportero cómo habían disfrutado de las playas de Acapulco, al ver a Don Armando enseñar a nadar a sus nietos o cómo su hija le hicieron las trenzitas en Caleta y se las tuvieron que quitar la misma noche porque no aguantaba “el estirón” en su cabello.
La familia aseguró que temían venir a este destino turístico porque estaban conscientes de que podrían encontrarse bloqueos en las carreteras pero al final se “arriesgaron”.
Contaron que habían ido a playa Papagayo como último punto por la cercanía de su hotel y la comida que quería el abuelo, y que sus maletas estaban listas para salir de Acapulco “por muy tarde” a las 5.
Al igual que la mayoría de los vacacionistas, ayer fue el último que pudieron disfrutar de Acapulco y su comida callejero, “si nos enfermamos se verá en el camino”, bromeó Don Armando. (Abel Salgado).

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