Periódico con noticias de Acapulco y Guerrero

Eduardo Pérez Haro

Se complican los tiempos por venir

*Para Rosalío Mascorro Palomera.

Las dificultades económicas del mundo pueden definirse por una etapa de atonía en la dinámica de crecimiento que frena las expectativas de una vida mejor para los amplios sectores de ingresos medios, y posterga las posibilidades de los segmentos de menores ingresos, dicho sea para los países tradicionalmente desarrollados (EU, UE y Japón). Para los países emergentes, prefigurados en los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), una situación semejante, sólo que éstos caracterizados por una condición diferente en su estructura social y productiva pues se han terciarizado (economía de servicios) sin aún consolidar una sólida base de industrialización y, por supuesto, con una amplia base social de poblaciones de bajos ingresos o en pobreza.
Sin embargo, ese no es en definitiva el único escenario que se puede advertir para los tiempos venideros, pues no está descartado que la atonía del crecimiento pueda precipitar una dificultad financiera en donde la deuda de los países, de las empresas y de las personas no encuentre una base firme para salirle al paso a sus compromisos de pago como consecuencia del mismo debilitamiento de sus ingresos y la devaluación de sus activos disponibles cuando los hay, amén de la devaluación del dinero, y con base en ello desencadenar una crisis de mayores proporciones.
No es un pesimismo infundado. La economía japonesa lleva más de dos décadas de recesión, crisis, estancamiento, recesión y no halla cómo salir; la de Estados Unidos balbucea en su reiterado y costoso intento por superar la crisis “que le estalló en las manos” en el 2007-2008; y la Unión Europea peor que eso, pues se asoma y recae de la recesión y en sus mejores puntales (Alemania, Inglatera, Francia…) apenas se repone de los recientes años aciagos sin nada firme hacia delante.
Una combinación de quiebres financieros en las principales economías del planeta, trasciende y ahora sacude al mundo entero. Específicamente a partir de la referida crisis de 2007-2008 que fue provocada por la proliferación de los créditos hipotecarios de alto riesgo (conocidos como los “créditos subprime”) y su transferencia a mercados derivados, con la que se abarataron las casas y se encarecieron los préstamos al grado que se hicieron impagables (aun vendiendo las “propiedades”), y así, terminaron por colapsar el sistema financiero. Desde entonces afectaron la dinámica mundial (no se olvide en México la caída de -6.9 del PIB en 2009, aunque al pasar del tiempo el INEGI lo fue moviendo hasta dejarlo en -6.0%) que ahora hace estragos.
En los años que van del estallamiento de esa crisis hasta el 2013 las dificultades no escalaron a una recesión sistémica global debido en mucho a la dinámica de la economía oriental (China, India, Rusia y los tigres asiáticos) que en contraste con la atonía de las economías urbanas de los países desarrollados elevaron su demanda de materias primas y alimentos, y jalaron la dinámica de la economía mundial con especial acento en aquellos países que se colocaron en la posibilidad de asistir esas necesidades y en donde, destacadamente, aparecieron algunos países de Sudamérica, África y países como Turquía que se inscribe en el continente europeo. Empero, ello no pudo alargarse y llevarse hasta una recuperación general o reordenamiento de una nueva y dinámica fase de desarrollo general de la economía internacional.
Lejos de ello, la debilidad relativa (industrialización no consolidada) de los países emergentes, terminó por agobiarse hasta engendrar desequilibrios y fenómenos que ahora afloran y se revierten sobre el mundo y los propios Estados Unidos, de tal forma que la crisis del 2007-2008 no termina de sucederse en sus mayores alcances sino al contrario se reaviva y, repito, no está descartado que podría llegar a la condición de una crisis (del sistema financiero y de la economía mundial) de mayores dimensiones y de condiciones más severas.
El reciente episodio de la crisis de la deuda en Grecia que está siendo obligada al pago sin contemplaciones de ninguna índole, a la privatización de las empresas del Estado y a la austeridad gubernamental en grados extremos, incluso al alineamiento del gobierno y sus representantes, Siryza y Alex Tsipras, marca la contundente indisposición del sistema financiero a negociar y con ello se coloca una advertencia a todo el mundo que está endeudado. Y este es todo el mundo, pues, literalmente, todos deben, unos más y otros menos pero todos deben y mucho, y sus plazos de pagos están en el orden de los 50 años. Y ¿a quién le deben? Pues a la banca por decirlo sencillamente, a quién más, la deuda pública es deuda con la banca privada y es deuda de todos porque se paga con impuestos que recogen los gobiernos. ¿Con qué se paga? Pues con dinero-impuestos que se obtienen por el trabajo realizado o con dinero que se recibirá por el trabajo que habrá de realizarse durante los próximos 50 años. Y con la misma lógica se pagan las deudas de las empresas y las deudas personales, o ¿acaso hay otra manera?
La economía China que recientemente ha devaluado su moneda, el yuan, en poco más de 6 puntos porcentuales, algo así como la mitad o la quinta parte de lo que se ha devaluado el peso mexicano según se hagan las cuentas (pero como quiera que sea el peso de 13/dólar ha pasado a 17/dólar en muy corto tiempo), ha desencadenado una reacción de miedo y contracción del flujo de ahorro e inversión de todo el mundo, que se refleja en la pérdida de las principales bolsas de valores del mundo y en la fuga y protección de capitales, en la revaloración del dólar o la devaluación de las monedas nacionales o incluso en la devaluación del dólar por paradójico que parezca.
China ha devaluado como consecuencia de una tendencia de disminución de su crecimiento que en los últimos años pasó del 13% a la mitad y que tiene su principal causa en la crisis de 2007-2008 cuyo epicentro se localizó en Estados Unidos y su consecuente contagio al resto de los países, pues es de entenderse que al colapsarse la principal economía del mundo globalizado ello no podía quedar en un problema doméstico, y dentro de ese proceso de repercusiones, la economía China no pudo mantener su ritmo de desarrollo pues en gran medida dependía de sus exportaciones a los países desarrollados, especialmente a Estados Unidos
Si después de la crisis norteamericana (occidente) 2007-2008, ya no se cuenta con el contrapeso de la demanda China (oriente), que en su momento evitó una escalada de mayores consecuencias, y tampoco se cuenta con el crecimiento económico otrora conocido de los países desarrollados, queda claro que se debilitan los motores fundamentales de la economía mundial.
No obstante, las deudas ahí están y crecen como se puede ejemplificar con el caso de Grecia que casi debe el equivalente al 200% de su PIB pero que a pesar de que en corto tiempo se concrete el tercer rescate financiero, en el 2018 se eliminará el “casi” para quedar de manera franca en una deuda equivalente al 200% de su PIB y todo indica que no le queda de otra que no sea pagar sea quien sea el gobierno, pues las elecciones que vendrán dentro de cosa de un mes, elegirán a un gobierno que todo apunta a que repetirá Siryza en una nueva política de alianzas donde la izquierda de esta coalición quedará afuera. Sí, usted amable lector, entiende bien, la cuadriga, ex troika, coalición ad hoc de la burocracia financiera por nadie elegida, le ganó por paliza al referéndum democrático del pueblo griego, y queda claro que ahora Grecia tendrá que pagar y no sólo eso sino que la cuadriga financiera logró cambiar el sentido del gobierno originalmente elegido pero que desde su base ciudadana tuvo la osadía de protestar por las condiciones de austeridad para su rescate.
Nos queda claro que Grecia se las verá en chino para poder superar su circunstancia y que le esperan tiempos difíciles, y los chinos ¿cómo se las verán? Pues no será sencillo, no están en las condiciones de Grecia, son ni más ni menos, la segunda, y prácticamente, la primera economía del mundo (por sus dimensiones aunque no por sus capacidades tecnoproductivas) pero ellos no tienen margen, y también se las verán en chino. La lección es que en la interdependencia de la economía mercantil capitalista de condición globalizada, cuando les va mal a los chicos en deuda con los grandes les va mal a todos y cuando les va mal a los grandes les va más mal a todos.
Si la crisis de Estados Unidos le pegó a China, ¿usted qué cree que le pase a Estados Unidos con las dificultades de la economía China? Efectivamente, le pegará a Estados Unidos y asimismo al mundo entero, incluido el efecto de la consecuente disminución de la demanda de hidrocarburos y por ende la mayor oferta (amén de la sobreoferta saudí-árabe y el agregado iraní), y, por tanto, ahí estará un rato la disminución de los precios y paradójicamente, sus consecuentes impactos negativos.
La demanda del mundo se contrae y no parece desde dónde se reestablezca pues antes de la reciente devaluación de China, los datos del segundo trimestre del año en curso muestran que la industria norteamericana está muy por debajo de sus previsiones, y su crecimiento del empleo se está dando pero bajo una condición precarizada, con lo cual puede comprenderse que para la superpotencia, la demanda externa e interna no alcanzan la condición suficiente para animar su crecimiento económico y convertirle en salvadora del mundo como muchos lo imaginan, particularmente las autoridades del gobierno de México, que lejos de reconocerse dentro de un contexto que se está complicando y actuar en consecuencia, se encubren diciendo que “todo está bien”, que incluso “la devaluación tiene sus ventajas” y que “debemos estar tranquilos pues a otros países les va peor”. Contenidos y expresiones de un discurso oficial nada serio, muy por debajo de las circunstancias, grotesco por demás, inaceptable y ofensivo para cualquier mexicano.

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