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México afronta dos retos fundamentales: seguridad y legalidad, dice historiadora

*Josefina Cuesta Bustillo, de la Universidad de Salamanca, España, abrió las actividades del Encuentro Iberoamericano de Licenciaturas en Historia y Cuerpos Académicos en Taxco

Claudio Viveros Hernández

Taxco

La historia, no es la historia del poder, es la historia de los pueblos, y la historia oral no es la historia de la gente corriente, es de los ciudadanos, afirmó aquí la investigadora e historiadora, Josefina Cuesta Bustillo, de la Universidad de Salamanca, España, quien abrió las actividades del Encuentro Iberoamericano de Licenciaturas en Historia y Cuerpos Académicos que se inaugurará hoy.
La investigadora impartió ayer el taller Memoria, historia y fuentes orales, con la asistencia de investigadores de universidades del país, entre ellas la Universidad Autónoma de Guerrero.
En entrevista, dio su opinión sobre el México actual, del que quisiera huir de la versión problematizada con que se les presenta en Europa, siempre desde la perspectiva de los problemas y la violencia, pero consideró que estando aquí “uno de los retos, el primero y fundamental, sería el de la libertad de expresión, para enfrentarse a sí mismo y hacia sus propios problemas, y luego el compromiso del Estado en afrontar los problemas que afectan a los ciudadanos en materia de seguridad y legalidad”.
Dijo que México tiene en este momento esos retos fundamentales, mientras que por otro lado aparece el México que le encanta ver, que es el de los pueblos, de su trabajo, los mercados.
Cuesta Bustillo destacó que dentro de los desafíos de la historia oral, que es la que nutre a los pueblos y se ha puesto de relieve en los congresos académicos, “los testigos, sobre todo en sociedades de muchos conflictos, pueden contribuir a revelar problemas que no se habían revelado o el poder no quiere que se revelen o no pueden contribuir a revelar, como ha sucedido por ejemplo en Argentina, y eso plantea de fondo el problema del descubrimiento de la verdad, lo que es un reto que tienen todas nuestras sociedades y hace que las cuestiones de la historiografía, con la historia de las fuentes orales sean cuestiones muy arriesgadas y muy arraigadas en los problemas de la sociedad”.
En este contexto explicó que el papel del historiador es el de un científico que analiza la sociedad de su tiempo y del pasado y junto a eso también puede servir a través de la lucidez de los análisis y de los problemas que plantea, como conciencia crítica de su propia sociedad para poner de relieve y contribuir a iluminar los problemas que acucian a su tiempo.
Con relación a los testimonios y oralidad que predominan en las distintas etapas de una sociedad y de la historia, indicó que éstas “representan una realidad que no se puede despreciar, que cada vez se valora más entre los historiadores que luchamos porque significan unas fuentes con las que conocemos mejor la realidad que no podemos encontrar en los documentos y por otro lado dan lugar a una historia inclusiva en la que pueden entrar en la historia todos los ciudadanos, tengan poder o no tengan poder, porque todo el mundo puede dejar su pequeño relato de vida aunque tenga o no tenga poder para escribir un libro o para hacer una ley, pero tiene la capacidad de narrar su propia historia, por lo que se tendría que luchar por una historia más democrática o más inclusiva”.
Así, la historia de una minoría podría quedar complementada con el resto de los ciudadanos.

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