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La matanza de normalistas, operación paramilitar hecha por razones de limpieza social: Sergio González Rodríguez

*Este fin de semana llega a las estanterías el nuevo libro del escritor y periodista cultural, Los 43 de Iguala

Francisco Morales V. / Agencia Reforma

Ciudad de México

Ese libro sobre la mesa fue escrito por Sergio González Rodríguez. Si la cubierta omitiera el nombre, su hechura sería suficiente para delatarlo: es absolutamente cerebral, pero fue escrito a partir de una indignación tan profunda que se decanta, irremediablemente, en una solidaridad de facto.
“Tenemos que ver a estos muchachos como lo que son: son parte de nosotros. No son unos chicos que están por allá lejos, en el estado de Guerrero, son parte de nosotros”, reclama. “Somos una sociedad que ha crecido a espaldas de sí misma”.
Al respecto, equipara: “compasión es comprensión”. ¿Qué pasó entonces, hace exactamente 11 meses, aquella noche en Iguala?
Para responderlo, González Rodríguez recorre, de nuevo, la ruta del horror. Como lo hiciera con los feminicidios de Ciudad Juárez (Huesos en el desierto, 2002), las decapitaciones contemporáneas (El hombre sin cabeza, 2009) y la geopolítica del narcotráfico (Campo de guerra, 2014), el autor busca respuestas.
Los 43 de Iguala, su libro más reciente, es una investigación periodística, un ensayo profuso de cifras y una crónica muy personal sobre la desaparición forzada de los estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa.
“Entre los pliegues de la normalidad se está dando la barbarie, ésa es mi tesis y trato de defenderla en mi libro”, declara y se yergue en la silla.
La matanza –“hay que llamar a las cosas por su nombre”, dice–, contrario a lo que dicta la versión oficial, tiene corresponsables. González Rodríguez señala al Estado mexicano, por omisión; a Estados Unidos, por sus intereses geopolíticos en Guerrero; y a los líderes de la Normal de Ayotzinapa por poner en riesgo mortal a los muchachos.
Sobre el procedimiento llevado a cabo por los perpetradores materiales del crimen, el periodista encuentra, paso a paso, lo que dicta la Guía de Procedimientos y Estándares Tácticos y Operativos del ejército estadunidense. Si bien no se sabe de nombres y rostros, las tácticas le parecen evidentes.
“Lo que sí queda claro, y lo pongo en mi libro, es que esa operación no la realizas con un puñado de narcotraficantes y delincuentes prácticamente analfabetas, es una operación paramilitar perfectamente maquinada y perfectamente hecha por razones de limpieza social”, expone, apasionado.
En la médula de su argumento está la historia de violencia en Guerrero por parte de la guerrilla y el crimen organizado, así como la penetración en el Estado de las agencias de inteligencia estadunidenses y el mercado de la droga que finalmente es para ese país.
Los 43 de Iguala, que Anagrama lleva a los anaqueles este fin de semana, porta un cintillo en su portada que lo define como una crónica. Entre el análisis y el ensayo, González Rodríguez cita a Tom Waits, a Robert Plant y a David Huerta para hacer patente lo que siente.
“Cuando yo hablo de la violencia contra los jóvenes, es un asunto que vengo atestiguando desde que yo era joven, y me parece pertinente ponerlo porque la sociedad no ha cambiado, no ha cambiado para mejorar”, rememora.
Al término del libro, antes de un anexo exhaustivo que refuta la llamada “verdad histórica” de la PGR sobre el caso, el autor dedica la investigación a sus sujetos de estudio: In memoriam de los 43, se lee, y luego se enlistan sus nombres como no ha dejado de hacerse desde hace casi un año.
“Tenemos que entender esto (la masacre) como algo que nos atañe en nuestra vida, en lo más profundo de nuestra vida, por eso creo yo que hay que tomarlo de un modo muy apasionado, pero a la vez muy intelectualmente claro, con equilibrio”, concluye. “Eso es lo que yo pienso”.
Durante toda la entrevista, Sergio González Rodríguez desmenuza sus argumentos con precisión y mesura. La pasión, sin embargo, nunca abandona su tono.

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