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Carlos Pérez Aguirre

Chilpancingo, la peor ciudad del país para vivir

 

El gobernador electo debe estar preocupado porque en días recientes se dio a conocer en los medios de comunicación un estudio realizado por una entidad privada de nombre Gabinete de Comunicación Estratégica (GCE), la cual analiza diversas variables y factores, mediante encuestas, estudios de opinión y observación directa, sobre la calidad de vida, gobernabilidad, esparcimiento, cultura, desarrollo humano, etc. que ofrecen a sus habitantes las diversas ciudades en nuestro país.
Lo que de ese estudio se desprende y nos interesa, es que reseña algo que los habitantes de Chilpancingo ya sabían desde hace varios años respecto de los indicadores de calidad de vida y características en que se brindan los servicios públicos en Chilpancingo, y que según se señala, son los peores de todo México.
Ese documento mediante sus técnicas de medición no hace otra cosa que denunciar la falta de atención que han tenido las autoridades municipales –entre ellas el gobernador electo Héctor Astudillo, quien fue dos veces, su presidente municipal– en diversos aspectos, lo que ha llevado a los habitantes de la capital del estado a sufrir de un enorme abatimiento de su nivel de vida, muy por debajo de la media nacional, pues se encuentra en el último lugar del país.
Salta a la vista y es preocupante porque el señor Héctor Astudillo será el próximo gobernante estatal y si a la capital por acción u omisión contribuyó en sumirla en la actual crisis, ineficiencia, carencia de servicios e inseguridad tan evidente, esta misma posibilidad puede darse en todo el estado de por sí marginado, el cual ya acusa indicadores estratégicos que se encuentra en el penúltimo lugar.
De aplicar Astudillo las mismas estrategias y acciones desarrolladas en Chilpancingo, la perspectiva es totalmente desalentadora. Habrá que recordar que hace no más de tres décadas, mediante las obras de remodelación y acciones realizadas al mejoramiento urbano integral de esa capital, Chilpancingo fue considerado una ciudad con un nivel de vida sumamente aceptable, pero hoy los flujos migratorios el incremento poblacional, pero sobre todos la corrupción y la ineficiencia de las administraciones municipales –que por cierto todas han respondido a una solo formación partidista, el PRI– tiene sumida en un auténtico caos a la capital guerrerense.
La delincuencia es un flagelo que cada día es más agresivo y evidente, –y es el principal problema que aqueja a los chilpancingueños y a los guerrerenses. Varias voces han denunciado posible colusión con autoridades, incluyendo las electas. Mucho tendrán que hacer entonces y rápido éstas al asumir sus funciones, no solo para restablecer su exigua credibilidad, lo tendrán que hacer para evitar que la población los rebase y llegado el caso los sustituya.
También urgente será, el mejoramiento de los servicios, sobre todo el suministro de agua, restablecer la vialidad y terminar con el caos vial, mejorar la movilidad a través del mejoramiento de calles y avenidas. Nadie se explica cómo una ciudad tan pequeña y con tantos recursos, ha sido tan mal administrada. La corrupción y la ineficiencia de los funcionarios es la causa, pero al parecer esto no cambiará.
Pero los ciudadanos lo tendremos que hacer, no es posible que la capital del estado sea la peor ciudad del país para vivir, ya no lo permitamos.

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