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Se usó la alfabetización para justificar el ejercicio del dinero, señala el profesor Humberto Santos de la UPN

*Los programas fueron entregados a políticos y algunos activistas, sin un proyecto educativo apropiado, más preocupados en meter a sus familiares a la nómina, explica

Lourdes Chávez

Chilpancingo

Las campañas de alfabetización en Guerrero, el segundo estado con más analfabetos del país, han sido lideradas por políticos y algunos activistas, sin un proyecto educativo apropiado, sólo para justificar el ejercicio del dinero, denunció el profesor de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN), Humberto Santos Bautista.
Consultado a propósito del Día Internacional de la Alfabetización, que se conmemora hoy, indicó que esa es la razón de los fracasos en las inversiones millonarias, anunciadas con bomba y platino para salir de este rezago.
Como ejemplo, esta el programa Guerreros por la alfabetización, un eje fundamental del gobierno de Ángel Aguirre Rivero, quien dijo que tendría una inversión inicial de 200 millones de pesos, que fracasó en 2012 y se extendió hasta 2013.
El proyecto estratégico, reducido en 2012 a uno de los tantos apoyos administrados por Guerrero Cumple, para niños, madres solteras y campesinos de la entidad, que terminó también como su gobierno, tras los crímenes del 26 de septiembre de 2014, en Iguala.
El académico aclaró que la estrategia de Aguirre Rivero fue una continuación de la que usó el ex gobernador René Juárez Cisneros, cuando implementó la Cruzada Estatal de Alfabetización, que sigue operando de manera paralela al Instituto Estatal para la Educación de Jóvenes y Adultos de Guerrero (IEEJAG).
El gobernador sustituto, Rogelio Ortega Martínez, también se sumó a las acciones para abatir el analfabetismo, y el pasado 14 de agosto participó en la firma de un convenio de colaboración entre IEEJAG y la Comisión Nacional de Desarrollo para los Pueblos Indígenas (Cdi).
Como establece la tesis de Santos Bautista, el actual director del IEEJAG, José Villanueva Manzanares, sin mérito académico, llegó a cubrir este puesto administrativo después de ser el secretario particular del ex gobernador Aguirre Rivero.
De los resultados en alfabetización, sólo hay registros aislados de comunidades o municipios en boletines de prensa, pero no hay datos puntuales y sistemáticos de los avances.
Santos Bautista aclaró que las cifras de alfabetizados se ocultan, porque son una simulación.
Aseguró que en 2012, a causa del programa Guerrero por la alfabetización, se reportaron comunidades enteras alfabetizadas en municipios de Cochoapa y Metlatonoc, pero cuando se pidieron los nombres “para justificar el raquítico pago por persona alfabetizada, no hubo información precisa porque no había alfabetizados”.
Por la recurrencia de estos casos, acabó la primera gestión de los cetegistas, Sergio Tavira y Félix Moreno, al frente de este proyecto, acompañados de un proceso de auditoría, del que tampoco se publicaron los resultados.
En marzo de 2013, se informó que tenían un proceso por la comprobación de 31 millones de pesos.
Santos Bautista insistió en que a las autoridades no les interesaba alfabetizar, sino justificar el gasto de 200 millones de pesos y de los cuales, según publicaciones en la prensa, sólo gastaron 80 millones “sin alcanzar a alfabetizar a los propios responsables del programa”.
Tampoco, dijo, era un proyecto de alfabetización, sino un proyecto político para encubrir las deficiencias en algo que era lo más visible del rezago educativo: el enorme analfabetismo.
Agregó que a causa de la división del programa, no se delegó a educadores, sino a militantes del PRD y de la CETEG, como Félix Moreno y Baldomero Albarrán, “que privilegiaron el revestir de una supuesta preocupación del régimen aguirrista, que por alfabetizar a los guerrerenses, para encubrir lo que en realidad pasaba inadvertido: una tremenda corrupción en el sistema educativo, que terminó desnudada con la tragedia de Ayotzinapa”.
Consideró que los llamados Guerreros por la Alfabetización terminaron exportando el método cubano, que más allá de estar técnicamente y pedagógicamente bien diseñado, fue contextualizado a realidades como la de Guerrero, “la cual, ni a Félix ni Baldomero parecían, ni les interesaba conocer. Se encargaron más bien de colocar en la nómina a la familia, aunque nada supieran del propio concepto de alfabetización”.
Señaló que la visión tradicional, de que hay que “erradicar” el analfabetismo como si fuera una enfermedad y no un problema social, está el origen del problema e impide atenderlo desde la raíz.
Otro de los problemas, indicó el académico, es el desconocimiento de los burócratas del concepto de analfabetismo, que ha cambiado, “no es lo mismo ser analfabeta en una sociedad agraria y rural, que ser analfabeta en la sociedad tecnológica global”.
En ese contexto, denunció que se instrumentaron programas descontextualizados, sin ninguna posibilidad de tener resultados y, consecuentemente, sólo sirvieron para justificar un gasto innecesario.

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