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Convence en Venecia la cinta de animación estadunidense Anomalisa

DPA

Venecia

El director estadounidense Charlie Kaufman convenció ayer a la crítica en el Festival de Venecia con Anomalisa, una singular aventura en el mundo de animación que dirige junto a Duke Johnson.
La historia se centra en un exitoso empresario de los servicios de atención al cliente incapaz de comunicarse con la gente a su alrededor. Todos ellos, hombres y mujeres, tienen la misma cara y la misma voz aunque sus cuerpos cambian ligeramente.
Durante un viaje de trabajo conoce a una mujer torpe e insegura, cuya voz es diferente a la del resto y se siente atraído por ella, pensando que es la única que puede poner fin a su abatimiento existencial. Los actores David Thewlis y Jennifer Jason Leigh prestan su voz a ambos protagonistas.
Kaufman, que ideó esta historia para una obra de teatro en la que ,los actores subían al estrado para recitar sus textos sin escenario ni música, construye así una metáfora de la masificación de la sociedad, aunque también se pueden realizar muchas otras lecturas. En rueda de prensa el artista neoyorquino se negó rotundamente a dar interpretación alguna. No me gusta dar interpretaciones de la película “porque eso invalida la experiencia del espectador”, dijo.
Esta historia no se podría haber hecho con personas reales, aseguró el cineasta, una singular voz del cine independiente que tal vez ofrece con esta película su propuesta más original desde Being John Malkovich.
Filmado con la técnica stop motion, los muñecos empleados tienen un aspecto muy realista porque los directores querían que pareciera que tienen alma. Con el avance del metraje, el espectador incluso llega a olvidar que se trata de muñecos.
La cinta se financió además con un proyecto de crowdfunding cuyo éxito sorprendió a los propios realizadores, ya que consiguieron el doble de los 200 mil dólares que se habían fijado como meta.
De esta forma, dijo hoy Johnson, se impedía interferencia alguna en “la visión” que tenía del proyecto Kaufman, quien ganó un Oscar al mejor guión con Eterno resplandor de una mente brillante.
El sentido de festivales como el de Venecia es precisamente dejar espacio a voces particulares como la de Kaufman, cuya forma de entender el cine se aparta de lo convencional.
Y en esa búsqueda de la originalidad también se entiende el nuevo trabajo del italiano Marco Bellocchio, Sangue del mio Sangue, que al igual que Kaufman compite por el León de Oro.
Bellocchio hace confluir el siglo XVII y el XXI en una obra de marcado acento biográfico y no sólo porque su hijo, su hija y su hermano actúen en ella.
Sangue del mio sangue arranca en un convento en el siglo XVII con la historia de una religiosa italiana, la monaca di Monza, que permaneció encerrada en una minúscula habitación durante lustros. Y salta al presente mostrando la corrupción en la misma pequeña localidad donde estuvo la monja. “No me he preocupado de una arquitectura dramática perfecta. No me interesaba que la conexión fuese exacta entre el presente y el pasado”, dijo el realizador sobre el abrupto paso entre centurias.
Son todo alusiones, imágenes. En el siglo XVII había un dominio absoluto de la Iglesia católica y paradójicamente hoy un dominio democristiano y la corrupción impiden una perspectiva de futuro, pero esas son conexiones que debe hacer el espectador, explicó Bellocchio, que concurre por quinta vez en la muestra italiana, donde el único León de Oro que ha alzado fue el que se le concedió hace cuatro años por su trayectoria.
En la competición oficial se recibió además ayer con aplausos la turca Abluka, de Emin Alper, que impresionó con su sombrío retrato de la sociedad turca.

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