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Recibe Taxco la muestra homenaje a José Alfredo Jiménez, Y si quieren saber de mi pasado…

*Permanecerá un mes en el Centro Cultural Taxco-Casa Borda

Claudio Viveros Hernández

Taxco

El prolífico cantautor guanajuatense, José Alfredo Jiménez (1926-1973), sigue vivo con sus atuendos y sombreros de charro, objetos personales, discos, sus canciones y recuerdos, en voz propia y de infinidad de intérpretes y escritores, a través de la exposición Y si quieren saber de mi pasado… que se abrió al público desde la noche del martes en el Centro Cultural Taxco-Casa Borda y que permanecerá durante un mes.
En el acto estuvieron presentes sus hijos, Paloma y José Alfredo, en compañía del secretario de Cultura, Arturo Martínez Núñez, y el apoyo de la anfitriona y directora del espacio cultural, Rosario Cambray García, junto a invitados y público en general, en un festejo-homenaje a quien se definió con orgullo “ser hijo del pueblo” y fue recibido bajo una noche de lluvia y truenos a unos pasos de la parroquia de Santa Prisca.
La emblemática muestra, diseñada desde el Museo José Alfredo Jiménez, ubicado en Dolores Hidalgo, Guanajuato, será itinerante a partir de esta fecha, en los estados y ciudades donde sea solicitada, como lo expresó su hija Paloma, directora de ese recinto: “lo hicimos como prueba, un poquito de llevar el museo a los estados donde la quieran recibir”, y agradeció que Taxco haya sido el primer lugar en solicitarla, además de reconocer el esfuerzo de los equipos humanos que trabajaron en ella.
Dijo que Taxco y Guanajuato son dos lugares hermanados culturalmente por la minería, que representa a México ante el mundo y que ésta se exhiba precisamente en el mes patrio para que José Alfredo Jiménez esté presente a través de sus canciones.
A su vez, su hijo José Alfredo expresó su agradecimiento a la gente de Taxco “por recibir a mi padre aquí, que lo van a tener un mes entero en esta bella exposición”, en un proyecto itinerante que, dijo, inicia a unos meses de que el creador de Ella, Tú y las nubes y Las ciudades cumpla en enero del próximo año los 90 de edad, “porque la herencia más bonita que me dejó mi padre es el cariño de todos ustedes”.
Y si quieren saber de mi pasado… destaca la figura prolífica, de gran sensibilidad y referente musical de México en que se convirtió José Alfredo Jiménez con un tributo como hijo, como padre, como hombre de familia y migrante hacia la ciudad de México en la que se quedó, inicialmente como portero profesional del equipo Marte en 1945 como forma de sustento y, más adelante, en lo que sería su vocación y su fuerte necesidad de “expresar las pasiones humanas”, según se explica en los textos de la exposición.
Fotos cuando niño, de joven, de su boda, al lado de un impecable saco negro de ese día, y sus inicios, antes de ser solista, con el grupo Los Rebeldes con el que anduvo en las cantinas de la colonia Santa María la Ribera, en la ciudad de México, y tuvieran su primera oportunidad de cantar en la XEL y XEX en 1947, en tanto no cesaba en sus intentos de buscar el apoyo de Jorge Negrete, Pedro Infante, Pedro Vargas y Miguel Aceves Mejía en la XEW, XEB y XEQ.
Tres años más tarde, fue cuando iniciaría la fama eterna del entonces novel compositor y su incursión de la mano de los grandes como Tito Guízar, Lola Beltrán, Lucha Villa, Javier Solís, Amalia Mendoza, Luis Pérez Meza, Las Hermanas Huerta, Chavela Vargas y un caudal de artistas “más allá de la que fue su época” y que trascendería por décadas vividas y por venir.
No es casual que el extinto Carlos Monsiváis escribiera en 1977, años después de la partida del cantautor: “José Alfredo fue el vehículo del desamparo, del momento de la franqueza cuando no hay a quien mentirle, ni de quien huir”, y eso fue lo que evocó también Radio Caracas TV en una serie que se llamó Así nace una canción, tal cual se registra en un libreto que es parte de la exposición.
Entre la grabadora Concord Automatic 350 y la máquina de escribir Smith Corona que forman parte de los objetos exhibidos, aparece una anécdota ilustrativa del inolvidable Pepe Jara quien narra que “(el músico y arreglista) Rubén Fuentes dispuso que siempre que tuviera alguna melodía en la mente, José Alfredo le llamara a su casa, a cualquier hora y desde cualquier sitio en que se encontrara y le cantara la canción. Rubén tenía siempre listo sobre el piano papel pautado y una extensión del teléfono al lado…sólo así se preservaron muchas canciones”.
Interminables líneas de portadas discográficas son expuestas igualmente en las salas, en las que se remarca el momento en que otros intérpretes, no vinculados con la música vernácula, dieron vuelta a un fenómeno que lo magnificaría más, entre ellos Rafael, María Dolores Pradera, Sonia López, Silvia Pinal, Tania Libertad, Estela Núñez Natalia Lafourcade, Magos Herrera, Aterciopelados, Miguel Bosé, Eugenia León, Saúl Hernández y hasta el grupo Elefante con Fugitivo, una canción inédita.
A ellos se incorporarían en la lista los españoles Joaquín Sabina, Joan Manuel Serrat, Víctor Manuel y Rocío Dúrcal, sin dejar atrás a los grandes de la Sonora Matancera Bienvenido Granda y Daniel Santos, entre otros no menos importantes de la talla de Víctor Iturbe El Pirulí, Marco Antonio Muñiz y Vicente Fernández, además de la Orquesta de Baja California que le rindió un homenaje en el Palacio de Bellas Artes con Roberto Limón como solista en la guitarra y dirigidos por el maestro Eduardo Díaz Muñoz, lo que se registró en un disco conmemorativo difícil de conseguir.
Por eso es que quizás, y por ese ligamento de la música y al calor de unos tragos de tequila, Joaquín Sabina asienta que “las amarguras no son amargas cuando las canta Chabela Vargas y las escribe un tal José Alfredo”.
Y a ese anecdotario se sumó el extinto Facundo Cabral en una cita que recuerda esos lazos y bromas fraternas con el homenajeado: “Oye, me robaste El Rey, te me adelantaste porque era para mí, yo tendría que haber escrito eso. Y él me dijo: y tú qué crees que yo pensé cuando escuché No soy de aquí, ni soy de allá”.
Por igual, en medio de discos de acetato, programas, invitaciones y carteles, incluso de películas en las que actuó, que amplían la muestra, otro cantautor vivo, Armando Manzanero, no se quedó atrás y dijo alguna vez de su partida: “Tú no te has ido, estás en el presente de todos los que cantamos y necesitamos una canción de amor. Te amo con ese amor que los hombres saben darse cuando una amistad es eterna”.
En la apertura de Y si quieren saber de mi pasado… el tiempo se prolongó cerca de la una de la mañana. Ni la lluvia impidió el festejo, sino que pareció una bendición del cielo, parafraseando a José Alfredo Jiménez, entre mariachis, canciones, tragos de tequila y muchas copas más que se sirvieron en una noche de bohemia como pocas, única, y en donde el espíritu de El Rey parecía decir: “La vida no es para todos igual, lo que nos hace hombres, seres humanos, auténticos, son las vivencias, la capacidad de amar, desdeñar o despreciar”.

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