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Un futuro donde los guerrerenses levanten lo nuestro, el sueño del científico calentano Cristóbal García

*El joven constructor del acelerador de partículas más barato del mundo, recibirá hoy la presea Sentimientos de la Nación

Óscar Ricardo Muñoz Cano

A las 11 de la noche en el restaurante El Portón de la Gran Plaza nadie lo reconoció, con su camiseta de Gokú y su huaraches, a diferencia de Chilpancingo, donde un grupo de señoritas lo abordó en el centro para pedirle una foto y hasta un autógrafo.
Cristóbal Miguel García Jaimes y Vicente Enríquez, presidente Nacional del Consejo Emprendedor Juvenil, fueron los últimos clientes. Pidió un capuchino y unos churros para cerrar con su viaje, de apenas unas horas, al puerto. A pesar del éxito de los últimos meses no deja de ser un “niñote” de 19 años con mucho trabajo.
Por supuesto que nadie tendría que reconocerlo, a la sociedad guerrerense no se le tiene como entendida en cuestiones académicas o científicas por lo que la charla que tuvimos el lunes, con el Premio Nacional de la Juventud 2014, Cristóbal Miguel García, previa a la entrega del Premio al Mérito Juvenil que obtuvo en la categoría Actividades Académicas, fue de lo más tranquila y amena.
Además hoy recibirá por parte del Congreso de Guerrero la presea Sentimientos de la Nación y su nombre estará a lado del de gente como Evo Morales, presidente de Bolivia; Adolfo Suárez, ex presidente español; Juan Ramón de la Fuente, ex rector de la UNAM; el escritor José Agustín, o el cantante Plácido Domingo.
“Se trata de algo de mucha responsabilidad y que por lo mismo lo he tomado con seriedad; estoy muy muy emocionado, no me lo puedo creer, el más joven en ser postulado y bueno qué te digo, gracias”, atinó a decir visiblemente nervioso.

Un joven inquieto

Cristóbal nació en San Miguel Totolapan con todas las dificultades de uno de los municipios con mayor grado de marginación en el país, “es uno de los municipios más jodidos”, reiteró con la mirada puesta en su café y en el recuerdo de su familia, su madre y dos hermanos menores, que siguen viviendo en el pueblo.
Desde niño, recordó, destacó no sólo por obtener los primeros lugares en aprovechamiento en la escuela y ganar distintos certámenes académicos en esa zona, región y estado sino también, por descomponer aparatos electrónicos de su casa, situación que más que apenarle le enorgullece.
Triunfó en un certamen de matemáticas aplicadas e ingresó al programa Jóvenes hacia la Investigación en Ciencias Experimentales, de la Escuela Nacional Preparatoria, donde arrancó el proyecto de un acelerador de partículas miniatura, para llevarlo a su pueblo y mostrar la relevancia de la ciencia.
A los 17 años logró construirlo con mil pesos, siendo el más barato del mundo, y este proyecto ganó en la Feria de las Ciencias de la UNAM, donde estudia el tercer semestre de Física y lleva siete materias, cuando la mayoría de sus compañeros llevan cuatro.
Asimismo, acaba de regresar de Suiza, donde visitó el CERN, el mayor acelerador de partículas del mundo, lugar de investigación científica al que fue por invitación y al que podrá volver cuando quiera, pues cuenta con un permiso válido hasta el 2020.
Fue por sus nervios, la emoción o el hambre que entre sorbos al capuchino y las mordidas a los churros, pasamos de un tema a otro; hablamos de la posibilidad de producir Rayos X con cinta adhesiva, al desarrollo de biodiesel con tecnología mexicana, no sin mencionar a su fundación Ciencia sin fronteras, con la que busca talentos indígenas para apoyarlos a salir adelante.
También y en el plano personal, de un padre ausente por años, con el que acababa de hablar para un rencuentro y de la salud de su madre, la señora Sofía, quien para el domingo necesitará ayuda especial para acudir a la premiación de su hijo.
No pueden faltar las preguntas sobre si tiene novia o tiempo para una, ni tampoco su respuesta con un dejo de tristeza: “No tengo tiempo para llevar flores, no se puede”.
Lo que sí, es que recordamos una entrevista anterior, cuando recién le habían otorgado el Premio Nacional de la Juventud y revelaba que dormía en una obra donde trabajaba como velador.
“Ya no soy velador, me hizo justicia la Revolución aunque en parte, porque ahora ya no tengo beca”, pues argumentó que con tanto ajetreo y su viaje a Suiza no tuvo la posibilidad de meter sus papeles a la universidad a tiempo. No obstante indicó con gusto: “Me siento muy contento, muy pleno”.

La motivación

Cristóbal comentó que pertenece a una generación de jóvenes nacidos en los años de 1990, que tiene muy claro que si no se mueven, se ponen las pilas, no van a salir adelante.
Quien además toma un curso de fotografía y ofrece conferencias científicas y de motivación para jóvenes, siempre y cuando no interfieran con sus estudios, declaró que en ellas “siempre les digo qué hacer con su vida: vivan, disfruten, salgan con la novia, hagan lo que quieran, en serio, hagan lo que de verdad quieran hacer”.
Entre risas, aseguró que “me emociono a cada rato, qué te puedo decir, conozco a muchos chavos que quieren hacer algo, como Alexis Mota, otro chavo que la quiere romper en la ciencia pero qué necesita, qué necesitamos, apoyos”.

La realidad de Guerrero lastima

“La situación en mi región (Tierra Caliente) la veo muy complicada, difícil”, dijo respecto a la pobreza y la violencia que está haciendo pedazos a la entidad, al tiempo que recordó que San Miguel Totolapan es uno de los municipios más violentos de la entidad y que este año la pasarán aún peor, por la sequía que afectará la agricultura en la región.
“Hay mucha apatía por parte de las autoridades, y eso está mal, lastima”, subrayó, pues abundó que eso coopera con la pobreza.
No obstante, Cristóbal mencionó que la apatía y la pobreza “no sólo es en el estado, sino en todo el país, te cuento por ejemplo, cuando fui a Suiza. Soy tan joven para obtener una beca del Conacyt o de Posgrado, que toqué puertas en el estado, en la federación, me dijeron que sí pero luego no, luego que recibí la carta de invitación a Suiza, pues me agüité hasta que hubo donaciones por parte de gente que apenas y conocía”.
Cristóbal no se contuvo y confesó que hubo, además, acercamientos por parte de China para colaborar con ellos pero que los rechazó; “no es lo mío eso, lo mío es estar en mi pueblo, ayudar a mi gente”.
“Tengo el sueño de una generación de guerrerenses que levanté lo poco que estamos haciendo, que emprenda, que sus conocimientos se inviertan acá y que sean críticos, no destructivos, que sean veraces, no voraces”.
Pero para ello añadió: “Hay que trabajarle, pues por cada joven que continué estudiando es ganancia para el país y un soldado menos para el narcotráfico”.

Ayotzinapa, un paradigma en el mundo

Antes de pagar la cuenta, la pregunta obligada. Si bien Cristóbal vive desde hace tiempo en la ciudad de México y viaja por el mundo, ¿cuál es su opinión sobre la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa el año pasado en Iguala?
“Ayotzinapa es una nueva palabra en el diccionario, Ayotzinapa está ahí; me duele como joven, como estudiante, pude ser yo, pudo ser cualquiera; me duele la impunidad, la opacidad de las autoridades”.
“Marcó una era, un antes y un después, en el estado; a Suiza, en París las protestas llegaron y claro, te duele en el corazón ver esto hasta allá y no ver cosa bonitas. Y me gustaría abundar mucho, mucho más, pero lo estoy guardando para el discurso (del día 13)”, concluyó con la mirada sostenida y una sonrisa.

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